Las fronteras matan

Regino Díaz Redondo

Madrid.- ¿A quién puede beneficiar el deterioro de la Unión Europea y hasta su posible desaparición? En estos momentos, el proyecto continental sufre otro golpe doloroso y puede tener consecuencias mucho mas graves que las anteriores.

Informes llegados desde Marruecos señalan que se encuentran en ese territorio 30,000 subsaharianos dispuestos a llegar a España a como de lugar, enfrentándose a las fuerzas de seguridad, tirando vallas o utilizando cualquier objeto que les permita pisar el suelo de la península.

Como siempre, nuestro gobierno ha vuelto a contradecirse. Mientras el director de la policía afirma que no se tiraron balas de agua cerca de ellos para detenerlos y que no pisaron territorio español, el ministro del Interior, Ignacio Fernández Díaz, afirma lo contrario y señala que esas balas eran para convencerles de que no intentaran traspasar la frontera.

En este caso, eran solamente unas 300 personas pero venían dispuestos a todo y el resultado de la operación fue funesto: hubo 15 muertos y muchos están hospitalizados en situación delicada.

Sin embargo, nada se ha hablado de la responsabilidad que tiene el gobierno de Marruecos en este asunto, si hay personas establecidas en el reino africano listas para introducirse en nuestro territorio, debería tomar medidas para impedirlo, avisar a las autoridades españolas o buscar la forma de enviarlos a sus respetivos lugares de origen.

      Por otra parte, ¿qué papel juega en este asunto la UE?

      Este organismo del que tanto dependemos, al que debemos mucho, el que nos hace sufrir y nos hizo disfrutar, no ha dicho una sola palabra y, por el contrario, envió un mensaje al ministerio del interior en el que pide explicaciones por la forma en que se trató a los subsaharianos en su último intento de introducirse a España.

      En resumidas cuentas, parece que somos los españoles y su gobierno – ay, que gobierno— los culpables de que esa cantidad de africanos intente traspasar las fronteras de su  continente y penetrar a una Europa en donde no encontrará muy buena acogida, ni mucho menos un trabajo adecuado. Si es cierto que la situación en este continente es muy mala, no cabe duda que en el vecino del sur es peor. El caso es que el continuo nerviosismo que impera en la frontera con Marruecos está dando mucho que hablar a nuestros amigos de siempre que no desperdician la oportunidad para lanzarnos los dardos envenenados que ellos mismos deberían clavarse.

Concretamente, el insigne premier, David Cameron, es un ejemplo claro de la forma en que se puede sacar provecho comunitario sin adquirir compromisos inherentes a él. Reitera a menudo su deseo de que Inglaterra se salga de la UE en 2017 si él permanece como Primer Ministro. Esta amenaza, que ya suena a risa y que refleja la calidad del individuo del que hablamos, no se cumplirá ni el Premier será jefe del gobierno en esa época. Pero aunque así fuera, no le conviene y él lo sabe, abandonar las ubres de las que obtiene cuantiosos beneficios económicos, prestigio social y un fuerte respaldo de los lerdos que aún creen en él.

El momento político y económico europeo, como todos sabemos, es verdaderamente grave y preocupante; la UE está casi paralizada salvo para asuntos burocráticos y desde hace tiempo. Sus dirigentes carecen de visión y de entusiasmo y desconocen lo que significan las palabras imaginación y creatividad.

Cubren un expediente obsoleto, se conforman con cumplir como tenderos entre las naciones y permiten irregularidades a muchas naciones a las que aún no han ni siquiera dado un toque de atención por su mal gobierno.

Son unos expertos en el tuiteo y en enviar correos contundentes a quien en un momento puntual les pasa por la memoria, sin analizar que la culpa de una gran cantidad de las dificultades y de los problemas que compartimos proviene de inacción de ese organismo que tan buen futuro tuvo y aún tiene.

Hay que cambiar de rumbo. El estancamiento y el miedo de los funcionarios europeos a ser despedidos, los ha puesto en calidad de firmes sin mover un dedo para arreglar asuntos tan importantes como al que me refiero en este escrito.

Si acaso, escuchan el canto de los pocos pájaros que se posan todavía sobre el techo de la puerta de Brandenburgo o en lo alto del Big Ben británico.

Acaba de suscitarse un gravísimo incidente en la frontera con Ceuta. Allí cientos de inmigrantes subsaharianos intentaron pasar a España y se abalanzaron para romper las vallas colocadas en la frontera o a nado. Los guardias civiles, por órdenes de algún importante funcionario que aún no se identifica, tiraron balas de goma al agua para impedir su llegada. En el Congreso de los Diputados se requirió al ministro del Interior que dijese si él había sido, y no respondió.

El jefe de la policía ni siquiera se refirió a esos proyectiles en completa contradicción con su jefe inmediato. Esto se llama desconcierto estatal en un asunto que tiene una transcendía internacional y que llega al resto del mundo distorsionado como siempre,  por culpa de un gobierno que duda en tomar medidas serias y busca cada vez más ataduras para mantener quietos a la inmensa mayoría de españoles que ya no lo soportan. Se sabe que en Ceuta había 37 cámaras para detectar a posibles inmigrantes pero las autoridades no han dado a conocer los videos completos. Se preguntó a Mariano Rajoy si él había dado la orden de disparar y se fue por los cerros de Úbeda. Por lo visto, las balas salieron solas de los fusiles porque la guardia civil no las dispara si no es por orden expresa de sus superiores.

      Mientras tanto, la responsable europea de inmigración ha escrito una nota oficial seria y agresiva pidiendo explicaciones a España sobre lo ocurrido; su lenguaje corto es todo menos amable y tal cosa no se vale en las relaciones diplomáticas. Supongo que el gobierno habrá contestado pero en estos momentos no lo sabemos como tampoco la explicación que ha dado.

      En la mira de los inmigrantes cuya vida en África se hace imposible, está Canarias, archipiélago donde el gobierno ya debería estar tomando medidas de protección para evitar su entrada. También quieren llegar sirios que huyen de su guerra, cuando lo que debe hacerse es exigir a países que propician la esclavitud, mayor responsabilidad, entre ellos a Arabia Saudí, aunque sea perder el tiempo.

La situación en nuestro país ha llegado a tal punto que los problemas surgen como hongos salvajes por doquier. Aparte de los que ya tenemos y conocemos de sobra, hay que expresar la condena más enérgica, aunque por el momento sea breve, contra los funcionarios que permiten que en España, cuatro de cada diez familias pasen frío en este invierno porque no pueden pagar sus facturas de gas y permanecen casi a oscuras porque tampoco liquidan los gastos de luz.

La oposición pidió una tregua invernal y la mayoría absoluta neoliberal del PP, la rechazó. Este gobierno logrará pasar a la historia como uno de los más nefastos de todos los tiempos y, desde luego, el más inepto, inactivo e impopular de nuestra joven democracia.

      En España, más de lo mismo: hay 135,000 morosos que no pagan sus créditos bancarios porque no tienen trabajo y les han quitado sus viviendas. ¿Y, qué hace el gobierno? Pues Rajoy ni se refiere a ello y también su grupo vota en contra de la solicitud de declarar la tregua de pago temporal para ellos.

      En vez de facilitar la labor a los cuenta-habientes la mayor parte de los bancos hacen lo posible por rechazar cualquier petición de los autónomos y no conceden créditos. Hay economistas que afirman que existe la posibilidad de que nuevamente dichas instituciones tengan que acudir a préstamos públicos de miles de millones de euros para salir adelante.

 Es decir, el gobierno nacionaliza cuando el banco tiene números rojos y privatiza cuando deja de tenerlos. ¡Qué estupendo gobierno tenemos y qué seres humanos tan conmovidos protegen nuestros intereses!

La hoja de ruta de Mariano Rajoy está a más de la mitad de su camino y esperamos, con ansiedad, que al llegar a su término no pase de allí y que el PP, cuando vuelva a gobernar, escoja a sus candidatos con un mayor criterio y sentido común.

Por lo pronto, la gente está enardecida y mucho me temo, que en estos casi dos años que faltan para las elecciones generales, las dificultades aumenten, la penuria se extienda por todo el territorio en forma alarmante y los españoles no tengan más remedio que aceptarlo o rebelarse.

Seguramente harán lo primero porque si en alguien hay sentido de responsabilidad y amor a su patria, es en los trabajadores y empleados cuyos nombres no aparecen en las paginas de los diarios ni en los programas de radio y televisión.

Pero, ¡cuidado, señor Rajoy, no vaya a ser que tenga usted que abandonar su curul antes de tiempo!