Regino Díaz Redondo

Madrid.- La desesperación de los españoles que piden con angustia pan, techo y trabajo, culminó en días pasados con una manifestación de 500 mil personas venidas de los cuatro puntos cardinales de la península y fue empañada por mil ciudadanos que se enfrentaron a la policía y causaron más de 100 heridos y 30 detenidos por lo menos. Algunos guardias de élite fueron internados en el hospital con el cráneo y los huesos rotos. 

La orden dada a los encargados de mantener el orden público fue que “resistieran” porque en la Marcha por la Dignidad venían observadores extranjeros.

Al mismo tiempo, se sabe que la trama de corrupción Gürtel pudo manejar en negro 460 millones de euros entre 2006 y 2010, según datos recabados por el Poder Judicial, a reserva de deslindar responsabilidades.

La decisión de aguantar a los perturbadores, ajenos a los caminantes, fue dada desde “arriba” pero, aún no se sabe quien la emitió. La consecuencia es que los uniformados soportaron golpes con bastones y láminas de hierro y golpeados cuando estaban en el suelo.

La delegada del gobierno, Cristina Cifuentes, señaló que levantará una denuncia contra los que formaron la inmensa columna pese a que sus integrantes actuaron siempre pacíficamente. Sin embargo, se opuso a limitar las áreas de protesta en la Puerta del Sol y Colón porque es inconstitucional.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, declaró que la gente que llenó el Paseo de la Castellana era “una banda de neonazis con la misma ideología del grupo ultraderechista Amanecer Dorado”, de Grecia.

González tiene un gran desparpajo y facilidad para mentir.

En la noche del sábado 22 de marzo, campesinos, obreros y empleados de los más alejados rincones de España, caminaron cientos de kilómetros en paz, y así lo reconoció la mayoría de los ciudadanos y de las propias autoridades.

Suele ocurrir que dentro de la multitud que desfiló se infiltren energúmenos que, a propósito, crean un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad pero que no tiene ninguna relación con quiénes denunciaban haber sido desahuciados, despedidos de sus empleos y sin trabajo. Señalaban en sus carteles que reciben sueldos miserables por trabajar y que no les alcanza para cubrir sus más ingentes necesidades.

Muchos, pasan hambre, condenan los recortes a la sanidad y la educación públicas y piden cárcel para banqueros, que se han hecho ricos a costa de engañar a los españoles.

Un día después, los estudiantes de la Universidad Complutense, hicieron huelga durante tres días y fueron desalojados del campus para converger en la Puerta del Sol. Esta protesta se desarrolló sin incidentes, hasta el momento.

También se anunció que el gobierno de Mariano Rajoy se hará cargo del peaje de las carreteras que habían sido privatizadas por el ex presidente Aznar y pagará cerca de 3 mil millones de euros a los contratistas que tuvieron la benevolencia de cobrarle solo el 50 por ciento de la deuda.

Otra incomprensible decisión. La deuda la pagaremos los contribuyentes.

Desde hace un año a la fecha hubo  en España alrededor de cuatro mil manifestaciones, y sigue Don Mariano diciendo que está muy enfadado por la actitud de los manifestantes porque no entienden su esfuerzo por sacar a España del atolladero.

En este momento, valga hacer una reflexión relativa a lo declarado por González, que heredó el puesto de Esperanza Aguirre y que es dueño de un inmueble de lujo en Marbella que vale un capital. Además, tiene otras propiedades, junto con su esposa, que acaba de ser nombrada vice presidenta de los empresarios madrileños por Arturo Fernández, reelegido para el puesto.

Se cuestiona, también, la votación de este señor porque en Madrid hay 450 mil empresarios y en las urnas aparecieron 1,733 votos. Juzgue usted mismo.

A veces la naturaleza produce sujetos tan interesantes y peculiares como don Ignacio. Para evitarlo, nuestra democracia debería implantar un sistema de selección para los que aspiran a ocupar puestos políticos. Un cuerpo especializado, nombrado por todos los partidos, podría descartar a los incapaces. Este método sería similar a las oposiciones que hace la gente para conseguir un puesto de trabajo.

Científicos, siquiatras y sicólogos… tendrían una escala de valores. A los que tengan menos de tres neuronas se les reprobaría.

¿No cree que todo iría mejor?

Porque desde 1990 a la fecha, no hay gran negocio en esta nación que se salve de la sospecha. Sus dueños están en entredicho por cometer actos de prevaricación, lavado de dinero, pagos en negro y fraude fiscal.

Un poco más allá de esta broma tan triste sobre los políticos, lo cierto es que hay que limpiar la casa de arriba a abajo. Las fechorías han sido un común denominador del indisoluble matrimonio entre empresarios y políticos.

El panorama social de España pasa por uno de los momentos más negros de su historia ya de por sí muy cuestionada unas veces y respetable otras.

El Tribunal Superior de Justicia emite sentencias que en nada son salomónicas. Por ejemplo, perjudica a los expulsados de Telemadrid, que desean hacer del ente un espacio para la pluralidad de opiniones. En cambio, exige a quienes manejan ese medio de información, que se les pague lo adecuado a más de 750 personas.

Todas son medidas antipopulares. Rajoy está sordo y ajeno, Aguirre miente con una facilidad pasmosa, el ambiente se calienta y en varias partes del país la gente empieza a ponerse de pie.

Desde que el neoliberalismo llegó al poder, la tardo-dictadura y sus acólitos empiezan a tomar posiciones importantes y ocupan puestos oficiales. Lo hacen a escondidas o con soberbia. Da igual.

La metamorfosis que experimenta el país conduce a pensar seriamente en la necesidad de cambiar por la vía pacífica, y siempre por esta, muchos de los artículos de la Carta Magna que tan útiles fueron anteriormente y que ahora necesitan completarse o pulir.

En nada contribuye el PSOE a sembrar confianza en el futuro de nuestro país. Si acaso, en los pasillos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano, reiteran su oposición a la violencia en las calles. Nada más.

Los valores morales se diluyen, el respeto se aleja, las desigualdades aumentan; la gente pasa hambre realmente, realmente hambre, y estamos a la cola de la Unión Europea en todas las actividades del desarrollo social.

Descubrimos infinidad de políticos corrompidos por la brutal economía de mercado. Sólo dos o tres empresarios están en la cárcel, el resto disfruta de sucios enjuagues y un gran número de banqueros, evidentes depredadores del dinero público, sigue tan campante.

La lengua de los españoles se seca de tanto gritar. Hay que poner un remedio para que el grito no venga acompañado de sangre y, si ocurre, la mayor culpa la tendrán el gobierno y los que se hicieron millonarios a expensas de la “inocencia” de todos los demás.

Hay llanto en las mejillas de los que ven cómo su trabajo y esfuerzo no les permite ni siquiera salir adelante.

Se ve venir más peligro. La frase “ya basta” es anacrónica, obsoleta. Empieza la gente a lanzarse a la calle y a recorrer el país. Se juntan ciudadanos del norte y del sur, del este y del oeste, para formar una piña de dignidad. Quieren cambiar las cosas, más bien desean que hayan gobernantes que lo hagan porque si no su desventura y pobreza pasará a sus hijos y nietos y están convencidos que antes de morir de inanición con los brazos cruzados prefieren tomar medidas más drásticas porque en este país nacieron y fueron ellos y su gente la que hizo de España una nación que en sus tiempos, y después de esto, fue y será respetable y admirada.

Si no les hacen caso habrá más marchas y otras cosas…. Téngalo por seguro.