“Hombres de España, ni el pasado ha muerto

ni está el mañana —ni el ayer — escrito”

Antonio Machado –Campos de Castilla-

 

 

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- Dos días después de la coronación del Rey Felipe VI, en una ceremonia sin boato pero con un despliegue policiaco impresionante, vuelven a aflorar los problemas en España y la Unión Europea. La gran coalición entre populares y socialistas es evidente en la política nacional y se traslada a Bruselas.

      Allí, los partidos tradicionales (PP y PSOE) intentan aunar esfuerzos para no perder la suculenta mesada que reciben los parlamentarios en Estrasburgo.

      Con mal pie comienza la nueva legislatura continental donde los socialistas y conservadores han decidido que Jean-Claude Juncker sea el presidente de la Cámara. Es tal el susto de los socialistas que Martin Schulz, candidato de esta ideología política, manifestó hace unos días su intención de apoyar al luxemburgués a condición de que él sea el segundo de abordo. Aunque la canciller Merkel podría sacarse un tercer nombre de la chistera.

      El entusiasmo que suscitó Schulz se debilita en un momento en que el PSOE busca un secretario general el mes próximo y su regeneración inmediata para evitar que sus simpatizantes lo releguen al lado oculto de la historia nacional.

      El 19 de este mes la capital amaneció blindada. El espacio aéreo, restringido; se vigilaron las redes sociales para evitar atentados cibernéticos y esta capital amaneció semidesierta. El gobierno destacó miles de efectivos de la guardia civil, tricornios y detectives secretos, por si acaso.

      En algunos balcones ondeaba la bandera rojigualda. Grupos de voluntarios recorrieron diversos barrios para obsequiar a los inquilinos y dueños de vivienda el lábaro por si querían enarbolarlo.

     Tocaban a la puerta de las viviendas e invitaban a las familias a celebrar la proclamación de los nuevos reyes de España. No hubo coacción ni presiones. Fueron jóvenes monárquicos los que entregaron gratuitamente el estandarte español.

      El nuevo monarca tendrá que enfrentarse a dos problemas que se han institucionalizado y deberá resolverlos o buscar antídotos para mantener nuestra unidad frente a un nacionalismo catalán que busca, por todos los medios, convertir a Cataluña en país independiente. También, el gobierno se esfuerza a toda prisa para elaborar una ley que permita la inmunidad de Juan Carlos I.

      Mientras se aprueba, el viejo Borbón estará expuesto a denuncias, verídicas o falsas, por aquellos que han deseado acusarlo de paternidades ilegítimas. También podría ser señalado como propietario de una gran fortuna producto de “operaciones fraudulentas”.

   En la Cámara de Diputados estuvieron, al lado de don Felipe y doña Letizia, las Infantas Leonor y Sofía, Elena y la reina madre, Sofía. No acudieron al Congreso ni a la Zarzuela la Infanta Cristina y su marido Iñaki Urdangarin, que ya no pertenece a la familia real.

La sesión registró la ausencia de los diputados de IU, parte del grupo mixto, Amauir, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) e Izquierda Republicana por Cataluña.

      Salvo pequeños incidentes, afuera se gritó viva la República en boca de manifestantes y se lanzaron consignas en contra de la monarquía.

      Eso fue todo. Como se esperaba, el día transcurrió con normalidad y los actos terminaron en el balcón principal del Palacio de la Zarzuela, ahí sí con la presencia de Juan Carlos y la reina madre, Sofía.

      No hay duda que desde hace un par de meses el cambio en la sociedad y en la política se gesta imparable. Renunciaron Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE), Pere Navarro (PSC) y Patxi López (PSE); surgió, y asusta a los tímidos, el partido Podemos y los diputados de IU ya comenzaron a buscar coincidencias con aquél organismo político. Podemos también busca a militantes de la Izquierda plural para engrosar sus filas. Los dos unirán sus fuerzas para presentar un frente común en las próximas elecciones municipales y territoriales del año próximo. En las generales, no será fácil conseguir consenso para presentarse con una candidatura única a la presidencia del gobierno.

      Los conservadores y socialistas atraviesan por un grave problema de identidad que se refleja en la animadversión justificada de la gente. Conjuntamente, ambos han perdido alrededor de ocho millones de votos y podrían ser más si no se regeneran.

      Por tanto, no hay que satanizar a una juventud que busca su sitio dentro de la sociedad española. Curiosamente, a diferencia del resto de Europa, hay un renacimiento de la izquierda verdadera frente a los xenófobos y nostálgicos derechistas de las demás naciones del continente.

      Será difícil reconstruir al PSOE. Está roto. Su gente, descontrolada y dubitativa, sin ideas ni programa; se pelean entre ellos para encontrar nuevo secretario general.

      Hasta ahora hay cuatro candidatos que son: el diputado nacional Eduardo Madina, Pedro Sánchez, diputado por Madrid, José Antonio Pérez Tapias y Eduardo Sotillos. Los dos primeros son los favoritos. Madina tiene una ligera ventaja sobre Sánchez pero éste se prodiga en entrevistas en los medios y presenta un vocabulario creíble y una mente inteligente.

      Frente al entusiasmo que despiertan los jóvenes socialistas, aparecen, cansados y reiterativos, los dinosaurios Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. A estos ya no los toman en cuenta por lo que se ve. Los ciudadanos están vacunados contra el pasado de los dos ex presidentes porque jugaron con la democracia.

   La dependencia del PSOE al gobierno neoliberal que nos asfixia, aumenta más y más. El PP se deshace en elogios hacia Pérez Rubalcaba y lo presenta como un gran estadista y defensor de la estabilidad de España.

      Qué trágico es para la democracia que ambas tendencias se entiendan cuando siempre estuvieron separadas y que lo estarán en el momento en que se pueda elegir directamente a los gobernantes.

      Por lo pronto, ya se elaboran billetes y monedas con la imagen de Felipe VI y se reforman los libros de texto para los estudiantes de primaria y secundaria en donde se presenta a la monarquía como coadyuvante en la lucha por combatir la desigualdad.

      Los diecisiete millones de votantes que irán a las urnas en el 2015 para elegir a un presidente del gobierno no se conforman con disfrutar del mendrugo de pan que les han ofrecido ambas instituciones políticas.

      En cuanto a la deriva nacionalista del gobierno de la Generalitat, es preciso que PP y PSOE entiendan la necesidad urgente de encontrar un camino que se oponga a la ideología separatista que crece, se fortalece y convocará a una consulta el 9 de noviembre próximo.

      La falta de diálogo de Mariano Rajoy con las fuerzas separatistas agrava e insufla a los secesionistas que se quejan de falta de atención por parte de los funcionarios de Prometo.

      No se vislumbra una salida adecuada para evitar que Cataluña siga dentro de España. Si acaso, la reforma de la Constitución para permitir un federalismo en el país, podría calmar un tanto las ansias de independencia.

      Pero ni aún así. La cerrazón de Rajoy que se niega al diálogo ha incrementado que la juventud catalana se muestre cada vez más partidaria de forjar un país fuera del Estado español.

      Quizás uno de los deberes inmediato de Felipe VI sea el de establecer contacto con los independentistas para lograr algún resultado positivo que nos lleve a mantener la unión dentro de la península.

      El PP, frío y ajeno al devenir de los acontecimientos políticos en Cataluña y el PSOE, destartalado, con problemas internos que lo llevan a un congreso en julio y a encontrar un candidato al gobierno de España poco después, no tendrán mucha influencia en las futuras decisiones políticas.

      Esta nación bimilenaria se ahoga por culpa de una economía elitista que apalea al trabajador y una política sin ideología que descontrola a todos. Si los socialistas tuviesen cierta hegemonía, otra sería la tendencia de la sociedad.

      Pero, desgraciadamente, el panorama está lleno de nubes y a punto de caer el diluvio. Las viejas costumbres (más de lo mismo) serán apartadas y los métodos discriminatorios también, porque no sólo aquí se inició la transformación política y financiera sino en toda Europa.