Hasta en la City de Londres se lava dinero

Magdalena Galindo

En su reciente reunión en la ciudad de Cairns, Australia, los ministros de Finanzas de los países pertenecientes al G-20 acordaron algunas medidas contra la evasión fiscal que realizan las grandes transnacionales a través de los paraísos fiscales.

A su vez, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) anunció que prepara el establecimiento de nuevas reglas en nivel global a fin de evitar lo mismo. Por supuesto que el motivo de las decisiones de actuar se vinculan con el hecho de que las grandes compañías comerciales que operan en internet, como Google, Amazon o Adobe, han conseguido que sus utilidades, obtenidas alrededor del mundo y que se cuentan en miles de millones de dólares, queden prácticamente libres de impuestos, gracias al simple hecho de establecer su sede en alguno de los paraísos fiscales que reciben este nombre precisamente porque no cobran impuestos, y que hoy proliferan por el mundo.

En Las islas del tesoro, en clara alusión a la novela de piratas de Stevenson, Nicholas Shaxson analiza los paraísos fiscales y muestra que no sólo se reducen a los territorios muy famosos de las islas Caimán o las Bermudas, sino que se trata de redes que tienen bastiones importantes en Europa y que, por ejemplo, una de ellas, que se tiende aproximadamente por lo que fue el imperio británico, tiene como centro la City de Londres.

Ciertamente, el aspecto más relevante de este sistema, que ha recibido el nombre de extraterritorial, es el hecho de que ahí no se cobra el impuesto sobre la renta y, en consecuencia, resultan atractivos para el gran capital, pero el otro aspecto que es igualmente importante es el secreto con que se rodean las cuentas bancarias que, como en Suiza, ni siquiera tienen titulares, sino únicamente números de identificación. Y naturalmente, este secreto ha conducido a que los centros extraterritoriales se conviertan en refugio de las fortunas provenientes de actividades ilegales como el narcotráfico o la corrupción. Así que hoy, los paraísos fiscales se han convertido en los mayores lavaderos del dinero ilegal.

Las decisiones de establecer nuevas normas del G-20 y de la OCDE no se vinculan con el combate al crimen organizado, pues esa tarea corresponde a la dependencia de la ONU creada con ese fin, sino fundamentalmente a combatir la evasión fiscal, pues con la reducción del Estado a sus mínimas proporciones que decretó el gran capital financiero internacional a través de la imposición de las políticas neoliberales, los gobiernos enfrentan muchas penurias. Basta recordar el cierre, el llamado shot down, de hace unos meses del gobierno de Estados Unidos.

Y esas penurias se han agudizado conforme las grandes empresas consiguen evadir impuestos, ya que aprovechan las legislaciones establecidas que buscan proteger el capital de la doble imposición, esto es, que las transnacionales no tengan que pagar impuesto por sus utilidades en los países donde las obtienen y nuevamente en el país al que pertenecen.

Se generalizó entonces la norma de que sólo debían pagar el impuesto en el lugar donde tenían su sede, lo cual les vino de perlas a las transnacionales que rápidamente se registraron en los paraísos fiscales, de modo que las medidas para evitar la doble tributación se convirtieron en las de nula tributación.

Y la realidad de hoy es que esas dos características de los centros financieros extraterritoriales, el secreto y la nula tributación, han determinado la afluencia extraordinaria de dinero, que desde el punto de vista de los países en donde se generan las utilidades equivale a una fuga de capitales y a una evasión de impuestos. Lejos de disminuir los paraísos fiscales no sólo crecen, sino se multiplican en el mundo para atraer el dinero ilícito.

Tal es el peso que tienen hoy en la economía mundial que Shaxson afirma: “El sistema extraterritorial conecta al submundo criminal con la elite financiera, enlaza a los altos dirigentes de la diplomacia y los servicios de inteligencia con las firmas multinacionales” y concluye: “El sistema extraterritorial es el modo de funcionamiento del poder en la actualidad”.