“Estos días azules y este sol de la infancia…

Observarlo todo y dudad de todo”.

Antonio Machado (poco antes de su muerte en el exilio)

Regino Díaz Redondo

Madrid.-El mutismo y la cerrazón de Mariano Rajoy, la presión popular de Artur Mas, el radicalismo de REC y la magnífica difusión de los medios de comunicación imparciales, dieron alas a que  la celebración de la Díada (fiesta nacional catalana) haya sido el inicio de una serie de actos que se efectuarán multitudinariamente antes del 9 de noviembre, fecha señalada para la consulta independentista.

La aprobará el Parlamento pese a que es inconstitucional y, por lo tanto, no reúne los requisitos legales. Nuestra Carta Magna no admite la celebración de ningún referéndum sin que lleve el aval del Congreso de los diputados.

En Barcelona asistieron  al evento alrededor de un millón ochocientas mil personas, familias enteras con niños de la mano y en brazos o abuelas de rostro firme y andar torpe. Todos ellos integraron las dos columnas humanas de 11 kilómetros para dibujar una “V” en el centro de la ciudad.

A las 17:14 horas del 11 de este mes, la muchedumbre dio el grito de “independencia” mientras una joven de 16 años depositaba su voto en una de las miles de urnas que la Generalitat pretende colocar a lo largo de la comunidad autónoma de Cataluña.

El problema pasa de preocupante a grave y después a gravísimo porque ninguno de los actores quieren dar marcha atrás ni proponer alguna solución que evite el secesionismo.

Como siempre, el país se hunde en la incertidumbre, el miedo a la violencia y se crea un imprevisto desbarajuste popular que es la base del desgobierno del partido popular.

Aquí, la democracia es un monosílabo mal herido, la justicia no se aplica, las leyes son violadas y pisoteadas, la riqueza es sinónimo de corrupción en la mayoría de las ocasiones, la pobreza, un mal endémico, la igualdad se aleja, el odio se recrudece y el egoísmo y la envidia están naturalizados.

La oposición política pide a Rajoy que ataje lo que puede convertirse en gresca de alta tensión. Aislarse en banda dentro del búnker de sus pocas ideas, no conduce a nada. Los catalanes mantienen viva la ilusión y el fervor patrio con manifestaciones públicas y reuniones para no perder el entusiasmo.

El ambiente de fiesta envuelve a la oleada de alegría y júbilo que grita masivamente “votemos para ser libres”.

Desde un principio, Prometeo expresó en forma radical sin matices que “no habrá consulta, es ilegal, por lo que no tenemos más que hablar”.

Por su parte, Artur Mas mantiene en su discurso la frase de siempre: “iremos a las urnas a como de lugar”. Oriol Junqueras, presidente de Ezquerra Republicana Per Catalunya, es más categórico y amenazante: “si es necesario, llamaremos a la desobediencia civil…”.

  La “V” significa victoria, voto, vamos, valentía, verdad…  En la boca de la gente se resume una sola idea: “sólo queremos saber si somos mayoría”.

Los portavoces del gobierno le echan más candela al fuego: “podríamos aplicar el código penal a los que desoyen al Tribunal Constitucional, encabezados por CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y ERC. Unió se desligó de estos dos y no apoya la forma en que se actúa para conseguir la independencia.

El radicalismo pone en medio al ciudadano que será quien sufra las consecuencias. No hay diálogo ni sensatez. Tampoco intentos por encontrar una tercera vía.

En Tarragona, siete mil personas se manifestaron en contra de la secesión, ondearon banderas españolas y su presencia sólo sirvió para que quedase más claro que el pueblo catalán desea votar impedido por una motivación poco realista.

A nadie engañan unos ni otros. Lo cierto es que el presidente del gobierno debió abrir el diálogo con el Govern y ofrecer reformas constitucionales para establecer una nación federal, nación de naciones,  ofrecer lo que merecen los soberanistas y rechazar lo injusto pero todo dentro del Estado español.

No fue así, por lo menos a unas seis semanas del referéndum unilateral. Hay pocas posibilidades, yo diría que ninguna, de que las posiciones cambien. En este reino cojo y tuerto, la utopía es materia de discusión. El país está fustigado dentro y fuera por los residuos de la dictadura.

El pos-fascismo central se enfrente a irreductos independentistas que aprovechan la enorme crisis que nos agobia. Con ellos los extremistas quieren hacer una España más pequeña frente al Ejecutivo implacable. O bien crear una nueva nación catalana que reivindica parte de Navarra y el sur de Francia como “territorio libre”.

(Cataluña surge de la guerra entre dos dinastías: la de los Austrias y la de los Borbones. Ganaron éstos y se adjudicaron ese fecundo pedazo de tierra en 1714. A cambio, los perdedores, junto a los ingleses, cedieron al Reino Unido el Peñón de Gibraltar). Lo que indica que los españoles, de esta España que renquea, no tuvieron nada que ver con la batalla.

Sin embargo, todo se vale. Para el gobierno de Rajoy, ceder Cataluña es ceder poderes y canonjías, que es la piedra angular de los conservadores apoyados por la troika que nos mantiene supeditados y cada vez más pobres.

La Generalitat está embargada y su deuda es de 61 mil millones 836 mil euros, que nunca podrá pagar. Si se independizan, saldrán de la UE, no recibirán ayudas del BCE y se aislarán de los organismos internacionales y de las finanzas de la Unión Europea.

Junqueras y Mas, porque es el orden de quien manda en el Govern, no hacen caso. Han hecho de la democracia un pelele al servicio de sus intereses personales y de sus partidos. Igual que Mariano Rajoy.

Tres días antes de publicarse este artículo Escocia ha votado sí o no por su separación de Gran Bretaña. Pero los partidarios escoceses de la independencia tienen el aval del gobierno de Cameron.

El resultado, muy parejo, puede influir en el ánimo de las dos partes en conflicto. Quizás permita moderar el juicio y transformar el absolutismo en un acuerdo que nos libre a todos de trocear a España.

La política ramplona y avariciosa actual era previsible. “De todas las historias de la historia, sin duda la más triste es la de España porque siempre termina mal”, expresa el poeta Jaime Gil de Biedma, poco sospechoso de ser de izquierda.

Es triste, da escalofrío y coraje, escuchar a Junqueras comparar la batalla civil dada por Martin Luther King con su intento de dividir a España. Oriol, y lo digo porque me consta, odia a los españoles. Es algo inmanente en él. Lo trae en la sangre desde que nació. Y así hay muchos. Pero también, creo, la mayoría de los catalanes tienen un respeto por el resto de España como los españoles lo tenemos por Cataluña, una de las máquinas impulsoras de nuestro progreso, cuando ocurre.

Expondré aquí algunas de las pancartas que se vieron durante la Díada:

“El gobierno de Rajoy pone en peligro la democracia…”

“España nos encarcela y se aprovecha…”

“Catalunya is not Spain…”

“Vote por la libertad y sálgase de España que nos roba…”

Suenan mal las palabras. Todo el que está en contra de alguna cosa se arropa en la bandera de la democracia para reclamar a lo que tiene o no derecho.

El enfrentamiento se hace por culpa de la mala gestión y de los prevaricadores. Gobierno central, Govern, austericidas, empresarios corruptos, políticos de la misma calaña, organizaciones sin ánimo de lucro que lucran abundantemente y sin disimulo con una gula descomunal, son los protagonistas de una guerra de palabras que puede convertirse en una avalancha de violencia.

Para los poderosos quien no está de acuerdo con exigencias personales y privadas, ataca a la democracia. Esta señora, harta, está por irse. No tardará si la jungla de imputados continúa utilizándola como arma arrojadiza.

Se sucederán acontecimientos impredecibles.

¿Gobierna el PP a golpe de alarma social?. “Sí, sin duda”, afirma el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, nombrado por ese partido.

“La soberanía es de los mercados”: Podemos.

“Sólo un dictador fascista del tercer mundo, tiene miedo al voto de la gente”, aseguran diputados de CDC.

Mientras, el reloj avanza imparable. Los meses se hacen semanas y las semanas días, horas, minutos y segundos.

Y España a la deriva marcha en las manos sucias de unos y otros.

¿Quién vendrá a calmar la tensión con un mínimo de sensatez y sentido común?

No se ve a nadie en el horizonte.

La senyera cubre todo el balcón de las muchas casas de la famiglia Pujol. Las ventanas están cerradas a cal y canto. Otro mensaje subliminal del clan deturpador.