Joaquín Pérez Sánchez
Sí, en segunda vuelta la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, volvió a ganar las elecciones y, aunque con escaso margen, derrotó una vez más al candidato representante del poder conservador, con lo cual se mantiene por cuarta ocasión consecutiva el proyecto de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados.
Poco más de tres millones, 400 mil votos sacó de diferencia Rousseff a su contrincante conservador Aécio Neves, con lo cual la mandataria brasileña estará al frente del gobierno hasta el fin del 2018. De acuerdo con los números de la segunda vuelta realizada el domingo 26 de octubre pasado, fue la contienda más reñida de los últimos 25 años en Brasil.
Quizá no solo fue la más disputada, sino también la más sucia, donde el poder del establismenth, se expresó de las peores maneras con el objetivo claro de lograr el triunfo de Neves. Aunque estos sectores poderosos no lo lograron, consideran que el fin de la era del PT está cercana y se preparan para que estos sean los últimos años de gobiernos progresistas.
Brasil es el quinto país más grande del mundo y su economía la séptima. Los analistas de derecha achacan pobres resultados económicos al gobierno de Rousseff. Crecimiento magro, corrupción y falta de liberalización económica, además de una política exterior de independencia con Estados Unidos y a favor de la integración con los países del área, todo ello, distinto a las políticas tradicionales impulsadas por los grupos conservadores.
Quizá ahí estuvo la clave del triunfo de la ex guerrillera. En doce años de gobiernos progresistas, primero con Lula y ahora con Rouseeff, más de 40 millones de brasileños han salido de la pobreza y gracias a su gestión ahora existen programas sociales que permiten distribuir más equitativamente la riqueza y reducir la brecha social.
Brasil está dividido políticamente, los estados donde ganó Neves son los más ricos, pero los números no mienten, la mayoría optó por seguir el proyecto que encabeza Dilma. Los analistas de derecha ya auguran un gobierno “duro” y “difícil”, con un entorno internacional adverso para el crecimiento y con conflictos sociales.
Se les olvida que dura y difícil ha sido siempre la vida para la mayoría de los brasileños sumidos en la pobreza y que ahora han logrado mejoras. Una nueva etapa se dibuja en un país que ahora eligió seguir, en vez de regresar.