Liberales occidentales a escena

Humberto Guzmán

En días recientes, se ha desatado un alud de declaraciones y manifestaciones públicas, marchas, por la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Este hecho, sin duda espantable, como en una historia de terror, oculta que en casos parecidos no ha habido una reacción ni siquiera por debajo de ésta. Recuerdo algunos: los 72 migrantes ejecutados en masa en San Fernando, Tamaulipas, en 2011; los 60 jóvenes de Chihuahua; un joven mexicano de 16 años asesinado por la policía fronteriza estadounidense (octubre, 2012). Este joven, según versiones periodísticas, no quería saltar a la tierra de la libertad y democracia; sólo pasaba, le dispararon desde allá, cayó y ahí, tirado, lo remataron. Nuestro gobierno no reaccionó como debió haberlo hecho (al contrario del francés que hizo un escándalo internacional por su connacional, Florence Cassez, acusada de secuestradora).

La ONU tampoco lanzó ninguna recomendación. Era solo un muchacho. No era miembro de una escuela normal rural que se ha caracterizado, desde los años sesenta, por ser un coto de rebelión (se entiende por la pobreza, pero injustificada por su orientación, que les hace creer que las respuestas están en Marx, Lenin, Engels y el Che Guevara, y por sus métodos delictivos, el secuestro de autobuses, como esta última vez, cierre de edificios con trabajadores del estado, y público usuario dentro, la destrucción e incendio de edificios y archivos, como en Chilpancingo e Iguala.

Es inadmisible que desaparezcan 43 personas, por supuesto, pero también lo es que asalten tiendas, quemen vehículos de propiedad privada y pidan (por la fuerza de la represalia) dinero para su “causa”, cierren carreteras y cobren en las casetas: tomen ciudades, violenten los derechos humanos (individuales, en el argot anterior) de otros muchos más ciudadanos tan valiosos, trabajadores o mexicanos como cualquier otro.

Esto lo han practicado los miembros de esta escuela normal rural, igual que otras organizaciones que se mueven como mafias (CNTE, SME, López Obrador), también les queda el mote de “organizados”, serían multitudes organizadas para el chantaje al gobierno y a los ciudadanos, además de que estas últimas organizaciones viven muy bien del ingreso que les proporciona el gobierno federal o estatal.

Pero, ¿cuáles son los intereses, los fines, de aquellos? Sólo se puede hablar de lo que se ve. En sus destrozos se nota el odio hacia el otro y lo otro, se percibe una sed de venganza, se ve una frustración que quiere dar razones al oportunismo político, al retroceso (conste que no uso “reacción”).

En este país cuando parece que empiezan a salir las cosas, sobre la mediocridad y corrupción de muchos inclusive, surge como la peste el mandato de la destrucción. Yo no creo que México se esté resquebrajando. Sin embargo, hay quienes pregonan que ha llegado el momento de “refundar México”. No sé qué quieran decir con esto. Si lo que se pretende es derribar lo que existe (hay logros innegables) para empezar de nuevo, es un verdadera estupidez. Como si nos viniera una maldición sobrenatural que nos obligara a devorarnos a nosotros mismos cíclicamente.

Por eso es que en momentos críticos, inmediatamente responden quienes comparten aquel resentimiento u odio, al fin que si no pasa nada, por lo menos se curan en salud, se manifiestan como impolutos. Los buenos y los malos… y estos últimos son los que están en el gobierno (PRI, ahora le tocó también al PRD), los ricos y todo su catecismo.

Casualmente, leí una entrevista a Slavoj Zizek, filósofo de moda de Eslovenia (ConfabularioEl Universal, 12 octubre, 2014). A la pregunta tendenciosa de Juan Pablo Rendón González, contestó Zizek: “Sí, pero otra vez soy más pesimista. No me gusta que los liberales occidentales enfoquen su atención en México. Tal vez es un poco más brutal ahí con ustedes, pero observa a tu alrededor. No me gusta estigmatizar países como México, porque esto hace que los liberales occidentales se sientan bien, más civilizados. Lo que llaman «crimen organizado», esa conexión entre crimen y estructura legal, es desafortunadamente un fenómeno mundial hoy día, incluso en los países que proclaman el respeto y cumplimiento de las leyes, y demás palabrería. Esta es la forma como el capitalismo global funciona. En China encuentro estos comportamientos brutales, incluso peores que en México”.

Yo también quiero que encuentren a estos 43 desaparecidos y capturen al edil de Iguala y cómplices. Pero me complacería que luego me explicaran a mí y a muchos más cómo funciona esta escuela normal rural: ¿tiene nexos con la guerrilla, con el EPR, por qué extorsiona a la población, lleva el sistema de estudios de la SEP, lleva clase de odio al otro? Para que los “liberales occidentales”, como dice Zizek, se queden sin el escenario que les acomoda y les conviene.

Y, lo más importante, que la parte y la contraparte del caso enfrenten sus responsabilidades una vez aplicada la ley —y se resuelva el porqué no se ha hecho antes.