Se agudiza la crisis

Magdalena Galindo

Ciertamente, por la propia naturaleza de la economía, en la que es posible visualizar tendencias, por lo general es factible prever, con alguna anticipación, los fenómenos que habrán de suceder. Es el caso, por supuesto, de la agudización de la crisis que se perfila ya como una realidad en la economía mexicana. Aunque éste es un ejercicio común entre los economistas, no deja de causar escalofríos cuando se mira que los fenómenos negativos van manifestándose y en conjunto presagian la tormenta económica.

La semana pasada, el descenso del precio del petróleo continuó y la mezcla mexicana se situó ya en menos de 50 dólares por barril, cuando hace sólo tres meses se vendía en 90 dólares y en el presupuesto federal se calculaba que se mantendría en 80 dólares, hecho que, como se sabe, afecta profundamente la economía mexicana, pues desde el sexenio de López Portillo se generó lo que se conoce como petrolización de la economía mexicana, con lo que se alude al peso de la rama petrolera tanto como porcentaje del producto interno bruto, como porque Pemex aporta más del 30 por ciento de los ingresos del gobierno federal y, por lo tanto, la baja en el precio del energético significa una disminución del financiamiento del gasto gubernamental. Y eso no sólo significa que el Estado dispone de menores recursos para dedicar al gasto en educación, salud o en combate a la pobreza, sino que también disminuye su capacidad para impulsar el crecimiento de la economía en general. Dicho en otras palabras, la baja en el precio del petróleo significa que los recortes presupuestales provocarán el estancamiento de la economía en el mejor de los casos o una abierta recesión.

Esa caída del precio tiene como causa fundamental el aumento de la oferta, debido a la entrada de nuevos competidores en Estados Unidos en la producción de petróleo tipo esquisto. Mientras en otros momentos, los países exportadores de petróleo agrupados en la OPEP, con Arabia Saudita a la cabeza que es el que cuenta con mayores reservas, han llegado a acuerdos para disminuir la producción con el fin de sostener el precio, ahora en la reunión celebrada la semana pasada se decidió no disminuir la producción. Lo que sucede es que los sauditas, que saben que el esquisto tiene un alto costo de producción, pues se ubica en alrededor de 70 dólares, están apostando, lo que en parte ya está sucediendo, a que a esos productores la baja del precio los obligue a salir del mercado, o sea a parar su producción y de esta manera el precio se recupere. Para llevar al cabo esta estrategia, los sauditas cuentan con cuantiosas reservas de divisas, como para soportar la caída del precio del petróleo.

México no dispone de tantos recursos, pues incluso sus reservas de divisas las tiene como quien dice congeladas, pues las tiene que mantener disponibles en caso de una fuga de capitales, sea protagonizada por mexicanos o por inversionistas extranjeros. Ese riesgo ya se ha presentado y es lo que explica la devaluación notable de nuestra moneda que ya ha llegado a los 15 pesos por dólar. Así como la caída de la Bolsa de Valores que registró una pérdida de nada menos que 10.34 en lo que va de diciembre, la segunda mayor de América Latina después de Brasil.

Las nubes negras y los relámpagos están anunciando una tormenta económica.