Catorce mil familias y veinticuatro mil niños duermen en refugios en Nueva York.

El Periódico

 

 

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- La coalición de los dos “grandes” partidos españoles para detener el progreso, frenar el cambio y alargar la agonía de la sociedad, comienza a barajarse entre políticos del PP y PSOE presionados por los dirigentes del sector privado que han puesto sus barbas a remojar pero que no están dispuestos a dejárselas cortar.

         Por el momento, el líder socialista la rechaza con contundencia pero admite que podría darse algún acuerdo puntual en cuestiones que desestabilizaran el exhausto establishment actual.

         Son tan amplias las “razones de Estado” en el contexto geopolítico que el sólo hecho de hablar de ello conlleva una inquietud alarmante del gobierno y la oposición costumbristas.

         Resulta paradójico que los descendientes de Pablo Iglesias, padre del socialismo, estén nerviosos con otro personaje homónimo y biznieto de aquél, y asuste, al extremo de entrever la posibilidad de entregar su alma al diablo.

         Porque eso sería lo que hiciese Pedro Sánchez si aceptara formar gobierno con la gente de Mariano Rajoy en las elecciones generales de este fin de año.

         “Sería para garantizar la gobernabilidad de la nación”, informa María de los Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, a instancias de la cúpula neoliberal que nos hace papilla.

         El recién nacido partido político Podemos convulsiona el ambiente y es cuestionado por “las fuerzas vivas” españolas que no están vivas ni son fuerzas sino moribundas y osteoporosóticas (no existe este adjetivo).

         En pleno, la élite de Prometeo ha puesto manos a la obra. Ven venir al tío Paco con la rebaja y no estaremos para saldos en la época navideña del 2015.

         En una de sus ya históricas (por sesudas) intervenciones, la protagonista del “diferido” volvió a sorprender con otra de sus múltiples expresiones galimáticas. Al hablar antes el auditorium de la Sexta Noche, manifestó, muy segura de sí misma, “hay un aforismo latino que dice que la justicia debe ser corta de lo contrario no es justicia…”

         Que resucite Sócrates, el primer griego español, y la refute. No lo creo porque la doña sabe lo que trae entre manos y lo sabe también que nadie le niega aplausos ni original inteligencia.

         De Cospedal, con su sapiencia, hubiese sido suficiente para remover Roma con Santiago y poner a pensar a eruditos de nuestro sistema político. Pero no, dos ex presidentes, González y Rodríguez Zapatero, se mostraron partidarios de lo mismo para salvar a España de una encrucijada terrible como sería un gobierno de Izquierda Unida, Podemos y miembros del grupo mixto.

         Para no quedarse atrás, Juan Rosell, presidente de los patrones españoles (CEOE), y José Ignacio Goirigolzarri, de Bankia, reclamaron la urgencia de una unión en tal sentido.

         Echó también su cuarto a espadas César Alierta, presidente de Telefónica, “porque ambos partidos, con su alternancia, han garantizado los buenos resultados obtenidos.

         “El bipartidismo ha funcionado, está clarísimo” y señala que “la renta per cápita mejoró un 60% desde la Transición”.

         Y lo que es más, el también presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad, agregó que la economía española “ha llegado a superar a la de Holanda y Suecia juntas en ese período”.

         ¡Ay de los ciegos y sordos que no han podido leer ni escuchar tales barbaridades en boca de uno de los pilares de la industria nacional con conexiones en el extranjero!

Algo pasa. Los dueños de las grandes empresas, con sus mínimas excepciones, están compitiendo en el terreno de la fantasía y se burlan de la gente. No hay otra manera de decirlo, aunque sí palabras más fuertes pero estas achicharrarían sus finos y delicados oídos.

         Ya puestos a desbarrar, continúa: “es clave que el bipartidismo continúe” porque “seguirá funcionando”.

         Luego, antes de entrar a matar, sólo templó “PP y PSOE deben alcanzar pactos, por ejemplo, en educación”.

         Después, le dio la alternativa a Antonio Brufau, presidente del Repsol, empresa que perfora el litoral canario pese a la oposición del gobierno y ciudadanos de esa ciudad.

El petrolero sentenció: “se asegura más la estabilidad con el bipartidismo que con una multiplicidad de partidos”.

         Con acento magisterial, don Antonio agregó “les pido generosidad para entender la posición del otro e intentar aproximarse, el pacto no es malo para nadie”.

         Claro, porque nadie son los millones de españoles que viven en el umbral de la miseria, pasan hambre, no tienen ni empleo ni techo donde cobijarse en estas noches heladas.

         Nadie es alguien y alguien son muchos y muchos son la mayoría de compatriotas que ya no soportar tanta estulticia.

         Alierta intervino al final de la reunión para cerrarla ignominiosamente: “mover el sistema educativo y las universidades es difícil porque a la gente le gusta el statu quo”.

         ¿Quién será la gente a que se refiere Brufau?

         Posiblemente los que piden limosna en las calles de ciudades como Madrid y Barcelona, Bilbao y Sevilla. ¿Dónde están esas personas inventadas por don Antonio?

         ¿Son los 5 millones de parados a los que no les gusta el inmovilismo como a Rajoy?.

     O se trata de los niños que reciben una alimentación insuficiente porque han sido adiestrados por sus padres para ser masoquistas.

         Quizá, ¿los ancianos maltratados en casas para la tercera edad que han llegado a un acuerdo para morir antes y depauperados?.

La verdad es que en estas semanas y meses que vienen se irá conformando un futuro que desembocará en tres direcciones: el nacional-socialismo-inmovilista, una transformación cosmética y camaleónica o el establecimiento de un gobierno que reduzca la desigualdad y acabe con la nostalgia de los sindicatos verticales, las leyes coercitivas, la reducción de las libertades para dar paso a una época en la que el Estado y los ciudadanos se entiendan y abracen para respirar un aire limpio.

         El peor enjuague político está a la vista y descubre la peor de las aberraciones ideológicas. Si así ocurriese, la social democracia española habrá muerto.