Joaquín Pérez Sánchez

El primer asalto entre el nuevo gobierno griego y los poderes fáticos que dominan el escenario político y económico en Europa, se resolvió con un acuerdo que aparentemente satisface a las partes. En los hechos Grecia gana tiempo para el siguiente encuentro, donde la política seguirá siendo un factor determinante, pese al reduccionismo económico que el Eurogrupo pontifica.
El viernes 20 de febrero pasado, los Ministros de Finanzas de la Zona Euro (Eurogrupo) y el gobierno recién electo de Grecia, suscribieron un acuerdo que extiende por cuatro meses la ayuda financiera (rescate). Las negociaciones fueron duras y los medios de comunicación tradicionales, exaltaron el punto de vista del poder dominante.
De esta manera se regodearon con los calificativos burlones de personajes como el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, quien expresó que los griegos deben respetar los acuerdos firmados, independientemente de lo que piden sus ciudadanos a través del voto, incluso consideró “irresponsable”  al nuevo gobierno por  las medidas de alivio que ha anunciado. La propaganda exaltó la humillación a Grecia.
Grecia ganó tiempo de aquí a junio, tiempo en el que continuará una dura negociación. No todo luce en negro para el país heleno, ya que algunas de las medidas económicas y fiscales que exige el Eurogrupo, están encaminadas a poner orden a la estructura interna que favoreció por años la cleptocracia griega, con lo cual sí hicieron negocios los “socios” europeos.  
Tal vez, hasta les asuste que el nuevo gobierno griego imponga nuevas reglas que controlen la evasión fiscal, combatan la corrupción, reordenen el gasto público y favorezcan el desarrollo de las clases medias y bajas e impongan tributo a los capitales especulativos.
Europa se ensaña con quien puede, pero cada vez puede menos, por todos lados crecen los extremos, de derecha a izquierda y se advierte que el modelo que se intenta vender ya no funciona. El nuevo gobierno griego ha sido el primero en levantar la voz contra las políticas neoliberales impuestas. Es un gobierno de un país pequeño, con una deuda impagable. La negociación será dura, pero puede marcar el principio del fin de una Europa dividida.