Joaquín Pérez Sánchez
La partida política y económica entre las nuevas autoridades griegas y los poderes fácticos de la eurozona se ha iniciado y en ella se exhiben sin pudor las más cínicas amenazas en contra de aquellos que osan cambiar las “reglas” del juego impuestas. En la apuesta aparecen varias cartas, incluso aquellas que amenazan con trastocar el frágil equilibrio geoestratégico de la zona, lo cual implica la salida del país heleno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Apenas tomó posesión el flamante Primer Ministro griego, Alexis Tsipras, e inició una gira internacional para dar a conocer la posición de su gobierno sobre las políticas de austeridad que se han impuesto al pueblo griego y sobre la necesidad de renegociar las condiciones para el pago de la deuda que alcanza el 180 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), más de 315 mil millones de euros.
Al igual que Tsipras, el nuevo Ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, llevó a cabo una rápida gira internacional por los principales países europeos, incluyendo Alemania, para proponer a sus acreedores escuchar los planes básicos de renegociación de la deuda.
Como era de esperarse, las respuestas fueron nulas, gobiernos y entidades financieras, en mayor o menor medida condenaron a Grecia a continuar con las medidas de austeridad y rechazando la posibilidad de hacer quitas o renegociar las condiciones de la deuda. El escenario real sigue siendo el mismo, salarios más bajos, abaratamiento de despidos, reducción de prestaciones sociales etcétera, etcétera, etcétera.
Sin embargo, más de 2 millones 200 mil votos obtenidos en las urnas por Syriza en las elecciones pasadas, no fueron para mantener esas condiciones, así es que en su primer discurso en el parlamento griego, Tsipras anunció un programa de gobierno con evidente orientación social.
Entre las medidas que contempla el programa se encuentran: ayuda alimentaria, electricidad gratuita y acceso a los servicios de salud de las personas más castigadas por los efectos de la crisis; recontratación de los empleados estatales que fueron despedidos ilegalmente; reducción del personal (asesores de políticos) y reducción de los escoltas; aumento gradual del salario mínimo e impuestos a las grandes propiedades.
Asimismo, en el terreno internacional, demandó al gobierno alemán el pago de indemnización por la ocupación nazi, lo que, según analistas, equivale a la mitad de la deuda griega. El pulso está echado, la pequeña Grecia se enfrenta a los poderes fácticos del Olimpo Europeo. ¿Hasta dónde se tensará la cuerda?