Sistema público de radiodifusión del Estado mexicano/11-12

 

 

 

Javier Esteinou Madrid

La cimentación del proyecto informativo del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, y por lo tanto, la definición de su perfil comunicativo como nuevo medio de difusión colectivo, se enfrenta a grandes retos para cumplir con su esencia conceptualizada y mandatada por la Constitución en 2013.

El principal de ellos es funcionar como un medio de comunicación de servicio público de interés general como lo señala la Carta Magna en el artículo 6, fracciones II y III, pues en la historia de la comunicación y en la cultura nacional, no existe una tradición o conciencia sobre la comunicación de servicio público; sino lo que se ha heredado durante muchas décadas en el país es una “práctica informativa comercial” hasta llegar a los extremos fenicios; un quehacer de “comunicación gobiernista” con objetivos fundamentalmente legitimadores de las fracciones de poder en turno; y una tendencia de “uso partidocrático” de la información para ampliar la imagen exitosa de los partidos políticos y sus candidatos, especialmente en las fases electorales.

En el mejor de los casos a lo más elevado que se ha llegado en el pasado en materia de radiodifusión social en México, es a la aplicación de un “modelo audiovisual culturalista”, que salvo excepciones muy contadas, quedó atrapado predominantemente por el fomento de la “concepción aristocrática” de la cultura, entendiéndola como el recorte del ámbito de las bellas artes (pintura, escultura, poesía, literatura, música, danza, esteticismo.), y no como la producción de la información indispensable que requieren los individuos para sobrevivir frente a sus grandes problemas de crecimiento.

Es decir, dicho “modelo culturalista” se alejó de la naturaleza fundacional de la cultura que es la comprensión amplia del mundo para poderlo transformar con el fin de crear las condiciones básicas para subsistir, convirtiéndola en un producto decorativo, que no abonó a la formación de la mentalidad de la sobreviviencia. En consecuencia, tal prototipo no formó una cultura orgánica que sirviera de nueva base civilizatoria para producir bases de conciencia colectiva superior que permita refundar los cimientos de la nación para construir un proyecto de desarrollo colectivo más equilibrado.

Derivado de las tendencias informativas anteriores se heredaron en México las siguientes cuatro escuelas o dinámicas para programar los medios de difusión electrónicos, y en especial de la televisión:

Escuela de la difusión mercado, dedicada a difundir aquella información que permite realizar negocio y ganar las mayores sumas pecunarias posibles. Se caracteriza por guiarse por las reglas de la mercadotecnia que solo difunde aquellos datos que representan la conquista de objetivos lucrativos, hasta llegar incluso a transmisión de la “telebasura”, en la medida en sea rentable para la acumulación económica.

De esta forma, rellena las pantallas y los diales con información intrascendente para la vida de los espectadores, que opera como narcotizante lucrativo, con el fin de aislar o separar su conciencia de los grandes grupos de lo problemas estructurales que aquejan su existencia y orientarla hacia las franjas informativas que representan la cristalización del business.

Escuela de la propaganda, que produce y difunde aquella información que crea una imagen positiva de una empresa, institución o sujeto que le permite alcanzar la aceptación favorable de los receptores, sin analizar a fondo la actuación de tales entidades.

Escuela de la difusión partidocrática, que se caracteriza por generar aquella información que legitima, fortalece y reproduce a un partido, a grupo de poder, o a una fracción del mismo, hasta llegar incluso a extremos caciquiles, con el fin de mantener posiciones de fuerza dentro de la estructura del sistema social, para conservar sus privilegios.

Escuela culturalista, cuya propuesta ha sido incorporar en la programación “pinceladas de cultura exquisita”, es decir, expresiones elitistas del arte, para “enriquecer” y “elevar” los contenidos de la cultura de masas, sin generar una conciencia orgánica para impulsar el desarrollo de las comunidades.

En consecuencia, frente a dicha herencia comunicativa dominante en el país, queda como desafío prioritario para el Estado y la sociedad civil organizada el crear en el centro de la cultura nacional y de la práctica de la difusión colectiva, la nueva realidad de la comunicación de servicio público, de interés general.

Hoy el país no podrá avanzar equilibradamente hacia un nuevo modelo estructural de desarrollo global, sin la existencia de un sólido sistema de medios de comunicación de servicio público que contribuyan a crear una cultura orgánica que sirva de nueva base civilizatoria para crear otra conciencia colectiva superior que permita refundar los cimientos de la nación.

Esto significa que ahora es necesario construir la escuela de comunicación del servicio público, que se distingue por elaborar y proporcionar a los auditorios aquella información que le es útil para ampliar sus niveles de conciencia colectiva que les permite colaborar a encarar los grandes conflictos de crecimiento.

Sin embargo, no obstante que la existencia de la comunicación de servicio público es una necesidad comunicativa estratégica para el avance de la sociedad mexicana, paradójicamente no se cuenta con antecedentes, tradición, cultura, modelos, mentalidades, hábitos, concepciones, experiencia, cuadros técnicos formados que sirvan de base para construirla con facilidad en el país.

Por ello, el desafío informativo central del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano es crear las condiciones anteriores para erigir un nuevo modelo de comunicación de servicio público que se diferencie de los actuales esquemas comerciales.

De aquí la necesidad urgente que el Estado mexicano encare este antiguo desafío histórico con todos los recursos comunicativos que posee, pues es un proyecto cultural civilizatorio que contribuirá estratégicamente a crear la cultura orgánica que nos permitirá coexistir con paz social en el siglo XXI en México.

 

jesteinou@gmail.com