Joaquín Pérez Sánchez

Pasaron las elecciones generales en el Reino Unido que se auguraban como muy reñidas, pero no fue así. El sistema electoral británico que no es proporcional otorgó al Partido Conservador la mayoría suficiente para gobernar  otros cinco años. Sin embargo, el Reino Unido quedó evidentemente dividido y con la amenaza a mediano plazo de colisionar con sus socios europeos, además de radicalizarse internamente.
El pasado siete de mayo se llevaron a cabo elecciones generales en el Reino Unido de  la Gran Bretaña y con el 36,9 % de los votos, se alzó con la victoria el Partido Conservador del Primer Ministro, David  Cameron, que fue reelecto y que tendrá  331 escaños, suficientes para gobernar con mayoría absoluta.
El gran perdedor de la contienda fue el Partido Laborista que encabezaba Ed Miliband, quien dimitió después de los pésimos resultados obtenidos. Los laboristas tuvieron 30,4% de los votos, lo que les otorga 232 escaños en el parlamento, es decir que siguen siendo la segunda fuerza electoral.
La sorpresa de la elección la representa sin duda el aplastante triunfo del  Partido nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) quien ganó 56 de los 59 escaños que los escoceses tienen en el parlamento británico.
Otros datos electorales que muestran la división actual y la crisis que se avecina, son que el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) obtuvo 3 millones 881 mil  129 votos, es decir es la tercera fuerza más votada, aunque este número sólo le haya alcanzado para un escaño. El Partido Verde, con poco más de un millón 100 mil votos, también obtuvo un escaño.
Cameron prometió que antes del 2017 se realizará un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea  y aunque las encuestas demostraron en estas elecciones que nos son de fiar, sin embargo, si en este momento se preguntara a la población británica por su permanencia en la UE, el 51% votaría que no.
La Unión Europea se jacta de exigir cumplir sus “reglas”  a sus miembros (el caso griego es el más famoso), pero falta ver si exhibirá la misma dureza con el Reino Unido. Por lo pronto Cameron ya se prepara para endurecer las políticas de inmigración y plantea renegociar con Bruselas antes del referéndum, otros temas candentes como agricultura, servicios financieros, defensa, entre otros.
El escenario es complejo, pero es evidente que en el Reino Unido crece el descontento contra las políticas neoliberales y por eso el bipartidismo entre conservadores y laboristas empieza a crujir.