Tragedias lo mismo en México que en África
Guillermo García Oropeza
Una ola de culpa cubre Europa occidental al conocerse la última tragedia en el Mar Mediterráneo, cuando se hundió un barco lleno de migrantes africanos que tenían como meta llegar a Italia y al paraíso europeo. Usualmente el destino de llegada es la Isla de la Lampedusa, nombre que a mí me recuerda, por supuesto, al autor de esa maravillosa novela que es El Gatopardo.
A Lampedusa cientos de embarcaciones tratan de llegar y muchas de ellas jamás lo hacen, hundidas en el mar. Una noticia de lo más frecuente pero esta vez fueron muchos los ahogados y eso curiosamente despertó un enorme sentimiento de culpa entre los líderes europeos que tuvieron una reunión extraordinaria para ver cómo ayudaban a una Italia que ha estado sola recibiendo una constante migración africana.
Al parecer la mayor parte de los migrantes no vienen del Magreb, es decir de los países musulmanes del norte de África sino del África subsahariana, es decir del corazón del continente negro. Migrantes que cruzan el desierto y muchas veces mueren allí antes de llegar a Libia para luego, bajo el control de las mafias de trata de personas, ser llevados en embarcaciones pésimas al destino italiano o a la muerte. Ignoro qué fue lo que provocó esta súbita culpa en países todos ellos con un negro pasado colonialista y en donde la xenofobia está en aumento.
Y es que la mayor parte de los males de África son herencia del coloniaje europeo y las arbitrariedades de la descolonización. Pero, bueno, ya al menos se sintió una culpa por los migrantes desaparecidos.
Me refiero a los de África porque hay otros, como los de Siria y de cualquier lugar donde los blancos, usualmente los de Estados Unidos, tienen sus conflictos en un islam convulso.
Las voces liberales en Europa protestan por el egoísmo para recibir a los refugiados olvidando todos los incontables refugiados que se produjeron en sus eternas guerras. Lo mismo podríamos decir de los norteamericanos que olvidan que su país, una vez casi eliminados los indios, se pobló con migrantes. Y que una buena parte de su territorio era de México.
Lo único malo es que la culpa no está cómodamente lejana de nosotros los mexicanos que tenemos también grandes tragedias de migrantes. Entre los más dolorosos escándalos de la reciente vida nacional está la suerte de nuestros hermanos centroamericanos (porque se supone que todos los latinoamericanos somos hermanos, ¿o no?) que cruzan el país para llegar al paraíso estadounidense.
Centroamericanos que son casi iguales a nosotros pero que son víctimas de la corrupción y del crimen que imperan en México, ante la indiferencia de muchos y la valiosa indignación de muy pocos. Al parecer, me lo decía un sacerdote amigo, México para esos migrantes es como cruzar el infierno.