BELLAS ARTES
Jorge Federico Osorio, 50 años como pianista
Mario Saavedra
Consciente de que la experiencia de la música presencial nunca podrá equipararse con lo que podamos escuchar a través del tamiz de una grabación por perfecta que sea, incluso en vivo o con todos los atributos que hoy nos oferta la tecnología, puedo confirmar, sin temor a equivocarme, que el pianista Jorge Federico Osorio fue uno de los músicos que me permitió reafirmar mi verdadera pasión por el arte de Euterpe. Un artista total, en el más amplio sentido del término, desde que lo escuché por primera vez me sorprendieron su talento explosivo, su técnica sin desperdicios ni malabarismos superfluos, su temple frente a un instrumento rey que ha probado en tantos otros infinidad de descalabros y fracasos, su imaginación para extraer los mayores atributos de una partitura sin menoscabo de su creador, su sensibilidad contenida y a la vez a flor de piel, en definitiva, su creciente musicalidad que envuelve y seduce. No en balde ha logrado permanecer y trascender fronteras, en una especialidad en la que el don y el rigor son exigidos a un nivel de casi absoluta perfección, en el grado supremo del arte —privilegiado, diría yo— en que el creador ya no sólo trina sino canta, porque involucra todo, desde el oído hasta el alma.
Niño prodigio, comenzó sus estudios musicales a los tres años de edad, bajo la tutela de su propia madre, la también destacada pianista Luz María Puente, y en 1963 ingresó en el Conservatorio Nacional de Música, para titularse con honores en 1967. Con sus padres como los dos primeros grandes aliados y promotores de su talento, al año siguiente empezaría un largo periplo de perfeccionamiento por Europa, becado por más de diez años, que lo llevó primero al Conservatorio Nacional de Francia en París, y después al Conservatorio Tchaikovski de Moscú, donde pudo afinar la técnica pianística con intérpretes de la talla de Bernard Flavigny, Gyorg Demus, Monique Haas y Nadia Roisenberg; antes de regresar a México, y ya para entonces compenetrado con la obra del genio de Bonn, iría a Italia para perfeccionar su lectura y su interpretación del catálogo pianístico de Beethoven, nada más y nada menos que con Wilhelm Kempff.
Especializado en acervo decimonónico
Un pianista versátil y ecléctico, el amplio y variado repertorio de Jorge Federico Osorio va desde el periodo barroco hasta el contemporáneo, sin desconocer ni mucho menos el acervo mexicano, si bien se ha especializado en el decimonónico. Su discografía, igualmente numerosa y variada, corroborando así que se trata de nuestro pianista con mayores galardones e internacional por excelencia, incluye una serie con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, bajo la batuta siempre certera e impecable de Enrique Bátiz, con los Concerti 4 y 5 de Beethoven, el No. 1 en Re de Brahms, así como los K. 459 y K. 491 (números 19 y 24, respectivamente) de Mozart, el De la mano izquierda y Alborada del gracioso de Ravel, el Heroico de Joaquín Rodrigo, las Variaciones sinfónicas de Cesar Franck y la Bachiana No. 3 de Heitor Villa Lobos. Pianista dotado, no podía faltar igualmente el Concierto No. 1 de Tchaikovski, con la Orquesta Sinfónica de Minería, dirigida por nuestro siempre recordado Luis Herrera de la Fuente, y el No. 1 de Prokofiev y el Vals capricho de Ricardo Castro, estas dos últimas obras en un registro ya incunable con la Orquesta Sinfónica de Moscú, bajo la batuta por Dimitri Kitayenko. Otras grabaciones ya antológicas son la que contiene Noches en los jardines de España, de De Falla, con la Orquesta Sinfónica de Xalapa, dirigida por el mismo Mtro. Herrera de la Fuente, y el del Quinteto para piano y cuerdas, de Schumann, con el Cuarteto de Moscú.
Tratándose de uno de los intérpretes mexicanos de música de concierto con un mayor número de grabaciones, si no es el que más, Gramophone calificó su aplaudido CD en solitario Brahms como “uno de los más distinguidos discos de música para piano de Brahms en los últimos años”. Un especialista en Beethoven, aparte de sus cinco Concerti, ha grabado la Fantasía Coral y varias de las sonatas; lo mismo ha hecho con los dos de Brahms, el de Carlos Chávez, varios de los de Mozart, el Romántico de Manuel M. Ponce, dos de los tres de Rachmaninov, el de Rodrigo, el de Schumann y el de Tchaikovski. Otras igualmente celebradas y más recientes grabaciones en solitario de Osorio, en el sello Cedille, contienen, además, Considerando Rusia, que incluye “Cuadros de una exposición”, de Mussorgsky como obra nodal; o Salón Mexicano, que comprende música de compositores mexicanos como Felipe Villanueva, Ricardo Castro y José Rolón; o un disco completo dedicado a la música de Ponce; o un conjunto de 2 CD de Debussy y Liszt; o Piano Español, una colección de obras de Albéniz, Falla, Granados y Soler, que recibió muy buenas críticas y confirmó su autoridad como uno de los más solventes intérpretes del catálogo hispánico. Pero también ha grabado para los sellos Artek, ASV, CBS, EMI, IMP, y las variantes de Naxos.
Osorio alrededor del mundo
Presente como solista con las más de las orquestas nacionales e internacionales de prestigio, ha participado con la mayoría de las de la Unión Americana, entre otras, las de Chicago, Cincinnati, Dallas, Detroit, Milwaukee, Filadelfia, Pittsburgh, Seattle, San Francisco. Con una presencia destacada en países de Europa como España, Inglaterra, la antigua Yugoslavia, Italia, Austria, Francia, Alemania, Bélgica, Suiza, Polonia y Rusia, ha tenido participaciones sobresalientes con orquestas de abolengo como la Estatal de Moscú, la Nacional de Francia, la Philharmonia Orchestra, la del Concertgebouw de Ámsterdam, la de Varsovia, la Filarmónica Real, la Gewandhaus de Leipzig. Ha sido invitado de igual modo a países de Oriente y Oriente Medio, entre ellos, Japón, Singapur, Israel, y a la mayoría de los de Centro y Suramérica. Ha tocado con directores de la talla de Bernard Haitink, Mariss Jansons, Lorin Maazel, Klaus Tennstedt, Rafael Frühbeck de Burgos, James Conlon, Manfred Honeck, Cristian Macelaru, Eduardo Mata, Juanjo Mena, Michel Plasson, Jaap van Zweden, entre muchos otros.
Con apariciones en festivales americanos como el Hollywood Bowl, el Ravinia, el Newport y el Grant Park, entre muchos otros, Jorge Federico Osorio ha tenido la osadía de acometer, en poco más de dos jornadas consecutivas, los cinco Concerti de Beethoven, como lo consignó el mismo Festival de Ravinia en su edición de 2010, con la Orquesta Sinfónica de Chicago. Su más reciente paso por el Lincoln Center y el Alice Tully Hall de Nueva York ha propiciado muy buenas opiniones por parte de la crítica, que se refiere al pianista por antonomasia de México y a uno de los más interesantes de su generación. Medalla de Bellas Artes, Premio Bachauer Gina, Primer Premio en el Concurso de Piano de Rhode Island Maestro Internacional, entre otros muchos reconocimientos a una carrera tenaz y sobresaliente, con una perseverante presencia en el ojo mismo del huracán, pues Londres ha sido por muchos años su centro de acción, Jorge Federico Osorio ha demostrado ser un músico completo y solidario, generoso con otros colegas y sobre todo con quienes vienen detrás (de igual modo un maestro dedicado, es miembro de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad Roosevelt), como lo constata su provechosa gestión como Director Artístico del Festival de Música de Cámara de Brahms en México. Sus trabajos en colectivo demuestran de igual modo su talento con la música de cámara, de lo cual dan constancia sus proyectos con los Cuartetos Tel Aviv y Moscú, y con otros solventes músicos como los violinistas Mayumi Fujikawa, Ani Kavafian, Elmar Oliveira y el inolvidable polaco-mexicano Henryk Szeryng, o los violonchelistas Richard Markson (también director de orquesta) y el mundialmente conocido Yo-Yo Ma.

