Las nuevas compras bélicas realizadas por los países del Golfo Pérsico, siguen mostrando a toda la zona como un ejemplo clave de carrera armamentista y obligan a realizar otras reflexiones estratégicas para comprender la dinámica de seguridad regional.
Los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y Alemania han sido tradicionalmente los principales vendedores de armas a los países del Golfo, los que han destinado grandes partidas para realizar estas compras. Los gastos bélicos muestran en los años recientes una tendencia al alza, la que previsiblemente se va a mantener según las proyecciones recogidas en los estudios de prestigiosos centros de análisis militares como el Stockholm International Peace Research Institute-SIPRI y el IHS Jane’s.
Por ejemplo, las importaciones de armas por parte de las seis monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se incrementaron en un 71 por ciento si comparamos los años 2010-2014 con el período 2005-2009, llamando notablemente la atención el caso de Arabia Saudita que se ha convertido en el segundo comprador bélico a nivel mundial.
La reconstrucción del ejército iraquí y el carácter bélico del conflicto interno frente al Estado Islámico, continuará siendo un elemento que explique el gasto militar de Bagdad. Paralelamente, este mismo factor, unido al desarrollo de conflictos armados en Siria y en Yemen, y a los múltiples escenarios de tensión que pueden imaginarse a partir de la rivalidad regional entre Arabia Saudita e Irán, también serán motivadores de gastos para las monarquías del Golfo e Irán. Y además, para el caso específico iraní, su permanente antagonismo con Israel continuará ocupando un lugar central en su agenda de seguridad y en sus esfuerzos militares.
En esta nueva carrera armamentista regional, Irán parece quedar rebasado, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Mientras las monarquías del CCG e Irak se dedican a comprar los armamentos más avanzados y eficientes del mercado, los problemas económicos iraníes y las sanciones internacionales a la que ha estado sometido, le dificultan importar armas y contar con tecnologías más avanzadas para su industria bélica nacional.
No obstante, Irán produce sus propios misiles de mediano alcance, y ahora podrá incorporar en su arsenal al sistema de lanzamiento de misiles S-300, lo que induce un reto clave en el plano estratégico.
La compra del S-300 a Rusia, (capaz de detectar y dar seguimiento a cien objetivos aéreos a 300 kilómetros de distancia, interceptar y destruir simultáneamente aviones, helicópteros y misiles hasta 30 kilómetros de altitud), se había acordado desde el año 2007; y solo ahora, después del avance en las negociaciones nucleares entre el P5+1 e Irán, es que Moscú anuncia su próxima entrega a Teherán. La insistencia israelí en que el programa iraní nuclear es ofensivo, junto a la amenaza permanente (al menos en el discurso) de llevar a cabo un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, explican en buena medida la decisión rusa de fortalecer el sistema defensivo antiaéreo y antimisilístico de la República Islámica.
La adquisición de este armamento evidentemente defensivo, genera de cualquier manera preocupaciones en la región, pues al Irán poder reducir al máximo su rango de vulnerabilidad frente a cualquier ataque futuro, muestra un caso típico de lo que en teoría de conflictos se conoce como el “dilema de seguridad”, es decir, cuando una decisión de fortalecimiento defensivo puede ser interpretada por los rivales como una acción que altera el equilibrio de fuerzas.
Frente a este nuevo reto, las monarquías del Golfo intentan buscar mejores equilibrios en sus ecuaciones ofensivas-defensivas. Es por ello que solicitan a Washington comprar cazas de combate tipo F-35, -considerado como la joya del actual arsenal estadounidense, y el proyecto más costoso de desarrollo de un arma-, pues sería capaz de penetrar las líneas defensivas que fije el S-300.
Hasta el momento, la administración Obama ha sido cuidadosa al respecto, siguiendo la línea tradicional de siempre conservar la superioridad estratégica de Israel frente a sus vecinos árabes, aunque algunos analistas plantean que hoy podría abandonarse esta política, debido a que el CCG e Israel comparten las mismas preocupaciones frente a Irán.
No obstante, el primer escenario sigue siendo el más atractivo. Una región que encara protestas sociales, crisis armadas, extremismo terrorista islamista, y la persistencia de marcadas desconfianzas y rivalidades, entre otros elementos, genera altas cuotas de incertidumbres, por lo que existe el riesgo de que las armas avanzadas adquiridas puedan terminar finalmente en manos del enemigo, afectando consecuentemente la seguridad de aliados y de Israel.
De cualquier manera, algunas ventas se llevarán a vías de hecho. La economía estadounidense inmersa en un lento proceso de recuperación, necesita de los nuevos flujos financieros que pueden derivarse de sus transacciones con el Golfo. Para ello, las grandes empresas militares de los Estados Unidos, presionarán fuertemente a sus principales representantes dentro del Congreso, y tratarán de obtener las mayores ventajas posibles, frente a sus otros grandes rivales exportadores de armamento a nivel global.
*Catedrático Colmex.