Luis Mesa Delmonte*
Cualquier ideología o religión tiene muchas formas de interpretación de sus normas y aplicación práctica. El Islam no es un bloque filosófico monolítico, sino uno de enorme diversidad, en el cual los extremismos también están presentes.
Sin embargo, dentro de estas corrientes más ortodoxas, incompatibles, excesivas y muchas de ellas violentas, existen a su vez diferencias detectables a las que estamos obligados a prestar atención, si no queremos caer en el error de hacer un análisis en bloque, estereotipado y aplicando conceptos superficiales como el de “fundamentalismo”.
El problema no es inspirarse en los “fundamentos” de una religión, sino en la interpretación ultraortodoxa de sus postulados, en un razonamiento extremista que rompe incluso con el consenso exegético generalizado de la misma religión en la que nace.
Durante años hemos visto como diversas interpretaciones conservadoras del Islam, ya sean wahabitas, salafitas o yihadistas, han nutrido a numerosas organizaciones de inspiración extremista en toda la región del Medio Oriente, algunas de ellas con una predilección por la acción violenta e incluso terrorista, y otras alineadas con tales interpretaciones ya sea para legitimar determinado poder político existente, o para reforzar su espacio de carácter opositor.
Una tendencia valorativa errática que encontramos frecuentemente, es cuando se colocan a todas las organizaciones que enarbolan al islam “dentro de un mismo saco”, pues cada una está atada y depende de determinada realidad inmediata política, social y de conflicto en la cual se desarrolla. Cada una de ellas también exhibe transformaciones en la medida en que esas propias circunstancias cambian y en dependencia del momento histórico específico que están viviendo. Los talibanes, Hamas, Hezbolá, Al Qaeda, An Nusra, Estado Islámico, Boko Haram, la Hermandad Musulmana y otras decenas de organizaciones que se pueden citar, no son la misma cosa, no son puros movimientos irracionales que pretenden hacer regresar la historia al siglo VII, no son grupos de seres humanos con desajustes mentales que rechazan la modernidad. Tienen raíces y comportamientos identificables que se pueden explicar. Existe una gama enorme de diferencias, aunque también entre algunas de ellas hay similitudes.
En la actualidad, no cabe duda alguna de que la organización más extremista, violenta, terrorista y detestable que podemos observar es el Estado Islámico (también conocido como ISIS, ISIL o Daesh). Aunque podemos explicar los orígenes de la organización, algunos de los porqués, y la forma en que interactúan y se desarrollan dentro de un determinado contexto social, sectario y de lucha por el poder, sus prácticas sanguinarias son absolutamente rechazables sin excepción.
Su extremismo ha sido repudiado tanto por la comunidad internacional, como dentro del propio mundo islámico. A pesar de que hay más de 30 grupos que han expresado su lealtad o le han brindado su apoyo, el Estado Islámico y su Califato ha sido fuertemente criticado por los grandes centros de pensamiento del Islam, tanto sunita como chiíta, (ya sea Al Azhar en Egipto; las principales autoridades religiosas saudíes; o las principales figuras de los seminarios de Qom en Irán).
Igualmente el rechazo al Estado Islámico ha surgido dentro de organizaciones que usualmente habían sido consideradas como las expresiones más extremistas del Islam; lo que prueba que junto a las diferencias particulares que surjan a partir de la oposición de intereses específicos y de estrategias distintas, es posible también generar diferencias que se basen en interpretaciones filosóficas cada vez más extremistas del Islam, en interpretaciones que pretenden erguirse como la única verdadera y legítima, que rechaza a las otras, y que lleva la ortodoxia a una realidad sin límites. Por muy extremista que se sea, siempre se puede ser aún más.
Mientras la famosa Al Qaeda se ha convertido en uno de los principales contrincantes del Estado Islámico, los talibanes afganos rechazan el menor entendimiento con esa organización y condenan su extremismo. Las milicias del Consejo Muyahedin Shura -partidarias de Al Qaeda- asestan golpes al Estado Islámico en Libia. Y el propio movimiento palestino Hamas, en medio de sus dinámicas de conflicto con Israel en la Franja de Gaza, ahora encuentra a un nuevo adversario interno en agrupaciones islamistas extremistas inspiradas en el Estado Islámico como es Ansar Beit al-Maqdis, grupo que organiza acciones violentas contra las autoridades palestinas locales.
Todas estas realidades ayudan a comprender que el más reciente informe anual sobre terrorismo dado a conocer por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, considere que la extensión y brutalidad “sin precedentes” de ISIS, su fuerza en el reclutamiento de combatientes extranjeros, el empleo de las plataformas digitales para divulgar sus mensajes, así como su habilidad para inspirar ataques de “lobos solitarios”, han contribuido a que la organización supere a Al Qaeda como el grupo terrorista líder en el mundo.
*Catedrático del COLMEX.