El México corrupto

Humberto Guzmán

Martín Luis Guzmán dijo en 1971: “aquí hay muchísimas cosas que no pueden hacerse públicas”, en una entrevista publicada en Proceso (18/junio/2010). Él se atrevió a decirlo, los demás se quedan con lo que “se puede decir”, que se toma como la verdad. Esto ha ocurrido siempre y está ocurriendo en México. Se dice lo que se puede decir y se hace lo que se puede hacer. Pero, ¿quién pone los límites? Las circunstancias del juego político, la mejor respuesta. También se puede decir y hacer de más, porque las circunstancias lo permiten.

Un lugar común de nuestros días: México es corrupto. Sobre todo en la internet oportunista. Pero, ¿es México o los mexicanos? La arbitrariedad de muchos de los que manejan automóvil en el Distrito Federal. o la evasión de impuestos lo ejemplificaría. El lunes 12 de octubre pasado un empleado de la oficina expedidora de tarjetas de circulación de la Delegación Álvaro Obregón me dijo que mi comprobante de domicilio estaba equivocado. Yo dije, hay que regresar otra vez. Haga el cambio de domicilio, cuesta tanto, dijo, pero por la hora no podía ir a un banco. Si lo puedo pagar aquí, mejor, agregué. Hizo el trámite de mi tarjeta de circulación con eficiencia. Pagué 240 pesos no me dio recibo y se los guardó en la bolsa. Entendí que él había entendido que yo estaba de acuerdo cuando dije: “si lo puedo pagar aquí, mejor”. Inconscientemente fui cómplice de un acto que debe de ser frecuente.

Sin apoyo frente al abuso

El 7 de febrero, en una casa particular de Tepotzotlán, un caballo me tiró una patada sin que yo lo previera, con lo que perdí la punta del dedo central de la mano izquierda y pudo haber sido mortal. (Reseña 1/marzo/15, Siempre!) Hablé con un abogado, ya que la dueña del animal, “Ale” Espíritu Santo, había incurrido en omisión y daño moral (y físico). Por supuesto, ella rechazó cualquier responsabilidad (gastos médicos…). El abogado me cobraba por la consulta, no me garantizaba el éxito y, seguramente, se iban a alargar el litigio y los gastos. No encontré quién me apoyara para enfrentar el abuso. Mis derechos individuales (humanos), marcados por la Constitución de 1917 y las que le precedieron, no fueron respetados: sin influyentismo y sin dinero.

Ayotzinapa, botín político

No es el caso de los desaparecidos de Ayotzinapa. Aunque son pobres, son “43 desaparecidos”. Se vieron involucrados un edil, puesto por el PRD (se olvida) y su esposa, ya presos, la policía local y un grupo de narcotraficantes, Los Rojos, según los periódicos. Se han dado varias investigaciones, con la relatoría ante las cámaras de televisión, publicaciones, etc. Nacionales y extranjeros (pagados por el gobierno) han intervenido. A un año, está en manos de un nuevo grupo de extranjeros y no han interrogado al director de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa .

Lo cierto: la tragedia de los “43 desaparecidos” es un “botín político”.

El asunto se afianzó, principalmente, porque hubo a quienes les servía esta demostración de corrupción en contra de Peña Nieto: recuerden los carteles “Peña Nieto asesino”, “Fue el Estado”, “Renuncia Peña Nieto” y “Con López Obrador estaríamos mejor”. Uno mira un poco y ve su fantasma entre los padres de los “43 desaparecidos”, la manipulación de la doble fuga de Joaquín Guzmán Loera y hasta de los asesinatos de la Narvarte.

López Obrador fue a visitar al Papa en el Vaticano, ¡el juarista! (¿quién patrocina su eterna campaña a la presidencia?), ganando votos, ahora fuera del país, él, que siempre criticó los viajes de sus enemigos políticos.

Peña Nieto y el populismo

Por otro lado, Peña Nieto se refirió al populismo en la ONU. Cierta izquierda se volcó en su contra, como era de esperarse. Esta izquierda, por más retrograda que sea, parecerá la representación de la justicia. Quienes sean ubicados del otro lado serán el demonio al que hay que desaparecer: también se puede desaparecer sin matar. (Si lo rechazan a uno en alguna editorial, en el SNCA, premios, puede ser una forma de desaparición: la corrupción intelectual.)

Esperemos que el populismo no sea una amenaza grave en México, pero es una realidad en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y aun Brasil. Nuestros populistas, desde Lázaro Cárdenas (aunque goza de buena memoria), o Luis Echeverría, que imitaba a aquél, entre otros, se fueron a los seis años, no se quedaron como los suramericanos y cubanos.

Por eso me inquieta que, como dijo Martín Luis Guzmán: “hay muchísimas cosas que no pueden hacerse públicas”. A muchos mexicanos nos bocabajean. La impunidad legal. Peña Nieto tampoco se defiende de quienes pretenden desaparecerlo. ¿Por qué no dice como López Obrador, “tenemos información” (EPN debería tenerla) y, luego, lo que pasa es esto y esto más? ¿No oye ladrar los perros, como en el cuento de Rulfo? Parece que la solución es darles por su lado. Pero con eso sólo se retrasa el desenlace. Mejor decir que no decir; mejor hacer que no hacer.

Posdata: El lunes 9 de noviembre, a las 19 horas, se presenta Terror en la ciudad de México, de Humberto Guzmán, antología de cuentos —pedidos ex profeso— de sus alumnos, en la Sogem, José María Velasco 59, Col. San José Insurgentes. Atrás del teatro Insurgentes.