Además de juicios discutibles

Magdalena Galindo

El exsecretario de Hacienda de México y ahora secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), José Ángel Gurría, visitó nuestro país la semana pasada y entre sus varias declaraciones dijo algunas verdades, otras afirmaciones falsas que deben desmentirse y otros juicios que merecen rebatirse por las consecuencias que, de aceptar sus consejos, tendrían para la población trabajadora.

Empecemos por las falsedades. Según Gurría, la productividad en México ha venido cayendo, “y por lo tanto no podemos aspirar a mejores salarios”.

Aquí voy a valerme de una gráfica elaborada por Fructuoso Matías en un excelente ensayo sobre inversión extranjera en la industria manufacturera. Como se ve, las fuentes de los datos son el INEGI y el Fondo Monetario Internacional, que necesariamente son a las que tendría que recurrir el propio Gurría, pues la OCDE no realiza recuentos directos en ningún país sino que se basa en las estadísticas realizadas por organismos nacionales. Según los datos del INEGI, pues, la productividad ha venido aumentando casi a la par que la de Estados Unidos, y de 1993 hasta 2000, incluso por encima de ésta.

Por otra parte, eso de condicionar los aumentos salariales a los aumentos en productividad, argumento esgrimido por los empresarios y sus representantes en los gobiernos, significa que se consideran las ganancias de los capitalistas como intocables, de modo que no puede, según ellos, disminuir el porcentaje de lo que se apropian, en el valor creado en la producción. Esto es, ellos afirman, defendiendo sus intereses, que sólo pueden aumentar los salarios si crece la productividad, porque los capitalistas no están dispuestos a reducir sus ganancias.

En cuanto a las verdades, Gurría señaló que México es el país con mayor desigualdad entre todos los pertenecientes a la OCDE y que los resultados en el combate a la pobreza han sido mediocres. Sólo habría que añadir que la pobreza no es una catástrofe natural, sino resultado de un sistema que se basa en la ganancia y de las políticas económicas aplicadas para favorecer a los capitalistas. Por sólo dar un ejemplo, ningún programa de los llamados para combatir la pobreza puede contrarrestar los efectos de que los salarios hayan caído un 78 por ciento desde 1982 hasta 2015.

Por lo que toca a las recomendaciones de Gurría, hay que decir que la desigualdad y, en general, la situación del país están vinculadas en parte a la aplicación de las llamadas reformas estructurales que, diseñadas por los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la propia OCDE, han determinado el crecimiento abismal de la brecha de la desigualdad.

Por lo tanto, no es deseable, como recomienda Gurría, recurrir a más reformas estructurales, sino al contrario, luchar por que se reviertan las ya aplicadas.