Ya nos volvieron a saquear

Magdalena Galindo

Todos los mexicanos con la suficiente edad recuerdan aquella frase del entonces presidente José López Portillo, en la que aseguró que defendería el peso como un perro. Menos recordada, pero igualmente memorable, es la que pronunció en su sexto Informe de Gobierno, aquél en el que se estableció la nacionalización de la Banca (ahora ya no sólo desnacionalizada, sino extranjerizada), cuando con voz indignada advirtió: “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”.  En aquellos meses, los medios, o por lo menos los periódicos, registraban con frecuencia la salida de divisas por los depósitos de mexicanos en el extranjero. Este tipo de acciones era tan frecuente y las cantidades tan cuantiosas que rápidamente el habla popular los apodó los “sacadólares”.

Pues ha de saber usted, querido lector, que aquella advertencia lopezportillista no se cumplió y ya nos volvieron a saquear. En estos días, a partir de cifras del Banco de México, que es el organismo encargado precisamente del manejo de las divisas del país, los diarios informaron que durante la administración de Peña Nieto, o más exactamente entre enero de 2013 y septiembre de este 2015, empresarios y ciudadanos mexicanos han sacado del país, para depositarlos en cuentas extranjeras, 49 mil 986 millones de dólares. Esa enorme suma supera con mucho las transferencias de los sacadólares en un periodo semejante de cualquier otro sexenio anterior.

Esa salida de divisas, efectuada por empresarios y millonarios mexicanos, ni siquiera se explica por el atractivo de que en el exterior gozarán de una alta tasa de interés, pues en este momento —y aunque durante este año se haya esperado que hubiera un alza, expectativa desmentida una y otra vez por la Reserva Federal de Estados Unidos— la tasa de interés en ese país se ubica prácticamente en cero y como en el sector financiero rige la dictadura del dólar, en la mayoría de los países la tasa de interés se mantiene muy baja. En México, precisamente con el objetivo de arraigar las divisas, esa tasa siempre es un poco más alta que en Estados Unidos. Si la fuga de capitales no puede explicarse por que los millonarios reciban una mayor ganancia en el exterior, la única razón que resta es la desconfianza de los empresarios en la economía mexicana.

La expresión de López Portillo en el sentido de que los sacadólares saquean el país, es cierta, porque naturalmente para depositar su dinero en el extranjero los millonarios mexicanos tienen que convertirlo en dólares, y esos dólares los tiene que proporcionar el Banco de México. Por otro lado, esa demanda notable de dólares presiona sobre el peso impulsando la devaluación de nuestra moneda. Y la devaluación afecta a todos, porque encarece las importaciones, que, por la dependencia que sufre el país, forman parte de los costos de los productos generados en México. De esta manera, la devaluación provoca, más tarde o más temprano, el alza de los precios. Otro efecto, de similar importancia de la fuga de capitales, es que son recursos que se restan a la inversión, lo cual afecta a la producción y el empleo.

La fuga de capitales, pues, es un saqueo que termina por afectarnos a todos los mexicanos.