Entrevista con Luis Miguel González | Director editorial de El Economista

Emma Islas

 

Las luces de alerta sobre la economía mexicana se encendieron a vísperas del Cuarto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña y de que se presente la propuesta del Presupuesto 2017. La cereza de esta semana fue el anuncio del Banco de México (Banxico) de bajar su pronóstico de crecimiento para este año a un rango de 1.7-2.5 por ciento, desde un 2-3 por ciento.

Por si fuera poco, las calificadoras Standard & Poor’s (S&P) y Moodys’s rebajaron a negativa las perspectivas de la deuda y del sistema bancario. Además de acuerdo con datos Banxico la inversión extranjera de cartera registró una pérdida de 4 mil 764 millones de dólares durante el segundo trimestre de 2016. La primera salida de capitales desde el cuarto trimestre de 2009.

Otra mala nueva fue el anuncio del alza del precio de las tarifas de luz y de las gasolinas —la Magna subió dos centavos para ubicarse en 13.98 pesos, la Premium queda sin cambios en 14.81, el Diesel tendrá un aumento de 47 centavos para quedar en 14.45 pesos por litro—, ante la noticia la Secretaría de Hacienda dijo que propondrá al Congreso adelantar un año —enero de 2017— la liberalización de precios en el mercado de gasolinas a fin de generar competencia en el mercado.

El aumento de la deuda pública del país es preocupante, tanto que Moodys’s y S&P cambiaron su perspectiva, pese a que hace dos años habían dado un “upgrade” ante la aprobación de las reformas energética y de telecomunicaciones. La Secretaría de Hacienda prometió llevar el déficit presupuestario real —requerimientos financieros del sector público— de 3 a 2.5 por ciento del PIB en 2018.

Especialista han coincidido que esta medida mete presión para que la Secretaría de Hacienda proponga un presupuesto austero que contemple un superávit primario —ingresar más de lo que gasta— que garantice que la deuda ya no siga creciendo, dado que el gobierno mexicano se comprometió a no volver a subir impuestos en lo que resta del sexenio y un mayor endeudamiento tendría como consecuencia una rebaja en su calificación crediticia.

En el segundo trimestre de 2016 la economía mexicana registró una contracción del 0.2% ante una desaceleración en las exportaciones petroleras y no petroleras. Los bajos precios del petróleo constituyen una baja en los ingresos del gobierno, lo que ocasionó que la Secretaría de Hacienda recortara su perspectiva de crecimiento para este año a entre 2.0% y 2.6%, por debajo de su pronóstico anterior que era de entre 2.6 y 3.6%.

S&P y Moody’s meten presión

Luis Miguel González, director editorial del periódico mexicano El Economista destaca a Siempre! que los llamados que hacen las calificadoras a los países son de suma importancia pues de ellos depende la forma en que las calificadoras los miran, como los van a tratar los mercados, “durante algunos meses, el gobierno tendrá que hacer todo lo posible para poner orden y de esta manera calmar a las calificadoras. Probablemente la primera manifestación de eso será la presentación de un presupuesto para el 2017 austero, mucho más medido”.

Explica que Stadard and Poor’s no es el Fondo Monetario por lo cual no tiene autoridad para exigir, “lo único que hace es advertir a los países y decirles que son libres de hacer lo que sea, pero si lo que hacen no es lo adecuado baja su calificación. Antes de bajar una calificación S&P la coloca en perspectiva –lo que hizo en el caso de México–. En si es una amonestación, una tarjeta amarilla más que una roja.

Dice que habrá una enorme lupa sobre algunos aspectos de la economía mexicana, en particular del trabajo del gobierno, Stadard and Poor’s lo que dice es: necesito tener mucho más control, más información de lo que está pasando en materia de endeudamiento, ya que éste se dio en una perspectiva de crecimiento que no se está dando. Es como cuando uno va al doctor y te advierte que necesitas tomar tus medicamentos y hacer ejercicio para que no sea necesario llegar al quirófano”.

En torno, a la decisión de Moody’s de reducir la expectativa de la calificación de las instituciones financieras del país, el analista económico precisa que “la calificación de la deuda soberana es lo más alto que una institución puede tener de un país, ninguna empresa público o privada puede tener calificación más alta que el gobierno. Si colocan en revisión al gobierno mexicano, en automático todo lo demás se revisaría. ¿Por qué ponen tanta atención en la banca?, en buena medida lo atribuyen a riesgo asociado a sector energético, no necesariamente con Pemex”.

Destaca que el foco más fuerte que se está prendiendo en torno a los mensajes que están lanzando ambas calificadoras es la urgencia de controlar el adeudamiento, “el gobierno se endeudo pensando en un escenario donde iba haber más crecimiento y que el precio del petróleo iba a seguir alto, parecía lógico tomar deuda, las cosas no salieron como el gobierno pensaba en particular en el tema del crecimiento económico, lo que complica las cosas es que la economía no está creciendo al ritmo que estaba previsto a estas alturas donde México debería de estar creciendo 4.5 o 5 no estar más bien anclado en el 2”.

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El aumento de la deuda pública del país es preocupante, tanto que Moodys’s y S&P cambiaron su perspectiva
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La salida de capital

Luis Miguel González señala que normalmente la salida de capital se refleja en tipo de cambio y se debe a lo que se conoce como Flight to quality, que podría ser traducido como la migración hacia la calidad, “Este no solo es un tema con México, es en general. Muchas empresas, individuos, fondos deciden que se sienten más cómodos teniendo el dinero en Estados Unidos –con una menor tasa y considerado refugio tradicional financiero– que tenerlo en los países emergentes.

Sin embargo, afirma que “este dinero es un monto que va a regresar al país. Son 5 mil 600 millones en un contexto donde tienes reservas de 175 mil, hace 20 años era muchísimo dinero en proporción de tus reservas, ahora es menos del 3% de tus reservas totales. Son movimientos que son parte de una economía abierta y tan pagada a Estados Unidos”.

Combustibles y alimentos pegarán al bolsillo

El especialista subraya que el precio de los energéticos junto con el de los alimentos son variables que pueden empezar a afectar las finanzas familiares, “además del alza en el costo de los energéticos existe otra cosa que hay que tomar en cuenta, llevamos 4 o 5 años con un periodo muy largo “atípico” de baja en los precios de las materias primas que tienen que ver con bienes de consumo: maíz, trigo, sorgo. Al llevar una racha muy larga sin subir de precio, incluso bajando, es una situación que no se va a poder mantener.

En relación al precio de las gasolinas asevera que “el gobierno frente al Congreso estableció un margen de ajuste en los precios de más-menos 3 %. En este momento ya llegamos a ese tope del 3% en todos los casos, por lo que en lo que resta del año ya no pueden haber más alzas”.

Al hablar sobre la situación económica en general que a la que se enfrenta el país, Luis Miguel González considera se va a dar un crecimiento económico bajo, “una inflación que va a volver a ser tema de conversación aunque no va a llegar ni de chiste a los niveles que vimos en los 80’s e incluso en algún momento de los 90’s. Hay variables que preocupan como la inseguridad y su posible impacto en la economía”.

“El escenario más optimista no fue posible y lo que estamos haciendo es ajustar a la baja las expectativas, hay gente muy pesimista que dice que lo que viene es una especie de deterioro general. Para mi las cosas quedan mas o menos a la mitad, no se realizó el escenario más optimista pero tampoco creo que no se va a realizar el escenario más pesimista”.