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Existe una relación de ida y vuelta, entre el personaje, los medios y la gente que fue lo que hizo crecer.
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Entrevista con Florence Toussaint | Analista en medios de comunicación
Por Emma Islas e Irma Ortiz
Las imágenes televisivas reflejaban una y otra vez las filas interminables de personas que deseaban ver la urna con las cenizas del cantautor Juan Gabriel en el homenaje que se celebró durante dos días, en el Palacio de Bellas Artes, donde se calcula un aforo de alrededor de 700 mil personas, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Cultura federal.
Los vítores, las lágrimas de personas de la tercera edad, jóvenes que ansiaban tomarse una selfie teniendo como marco el escenario repleto de flores y donde la imagen del llamado Divo de Juárez presidía un homenaje que se convirtió en festividad.
Tenores, baladistas, grupos de mariachis entonaron algunas de sus canciones —tiene más de mil 500— que hablan de una multiplicidad de sentimientos y que eran coreadas por personas que tuvieron que esperar más de cinco horas para poder acceder al vestíbulo de Bellas Artes.
Para algunos, como el hoy extitular de TV UNAM, Nicolás Alvarado quien calificara las letras del cantautor de infames y señalara que “irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas”, fue duramente castigado en las redes sociales, tanto así que le obligaron a dimitir de su puesto; para otros, Juanga, simple y sencillamente era el ídolo de México en un país que hoy carece de líderes y de personajes que realmente susciten su admiración.
Insumo para los medios
Para la crítica y analista de medios de comunicación y doctora en sociología Florence Toussaint, Juan Gabriel se convirtió en un fenómeno mediático, “es un insumo para los medios pues a través de su imagen, sus canciones, sus presentaciones, se vende publicidad, se gana espacio en la televisión, en la radio, en los periódicos. Si vamos al fenómeno sociológico, existe una relación de ida y vuelta, entre el personaje, los medios y la gente que fue lo que hizo crecer”.
“Es un personaje —destaca— que está construido mediáticamente, pero que a la vez esa construcción se apoya en un sustrato que es real, es el de alguien que conecta muy bien con ciertos sentimientos, sensaciones, anhelos de la población mexicana y sobre todo lo que dijo Nicolás Alvarado —lo dijo mal— pero creo que es el fondo del asunto: es una cuestión de clase”.
Talento escénico
La catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM considera que el cantautor tenía un talento indiscutible para conectar con las personas que lo estaban escuchando, “había que verlo en vivo para darse cuenta que tenía un talento escénico. En ese sentido, apunta, quizá la comparación no sea muy acertada, pero creo que era una especie de rock star, un personaje que atrae a las multitudes que las sacude, que les transmite estos sentimientos, a través de su voz, de sus movimientos”.
Señala que además de todos los dotes que tenía, pues era compositor de sus canciones, tenía rasgos de la modernidad, “a diferencia de Pedro Infante, incluso José Alfredo Jiménez, que pertenecen a una cultura mucho más machista, mucho más homofóbica, Juan Gabriel jugaba con la situación de su posible homosexualidad, aunque nunca la reconoció abiertamente, pero sí utilizaba algunos elementos, como su vestimenta, y que se maquillaba para salir a escena”.

Nicolás Alvarado cometió un error
Al referirse a las desafortunadas declaraciones del periodista Nicolás Alvarado sobre Juan Gabriel, que le costaron su cargo en la dirección de TV UNAM, la socióloga dice que pese a que hay la libertad de expresión “cometió un error, aunque lo reconoció, el problema es que no se puede asumir de esa manera cuando uno es responsable de un canal de televisión de la Universidad más importante del país. Uno tiene que limitar sus opiniones personales, sobre todo cuando son opiniones que están afectando tanto a Juan Gabriel como a lo que llamaríamos sus fans, porque por rebote le está diciendo a todos los que son fanáticos de Juan Gabriel que son nacos e iletrados”.
“El gran descuido —agrega— fue no haber reflexionando cuál era su posición y hasta donde podía decir algo así; es decir, uno puede frenar sus opiniones respecto de Juan Gabriel aunque no se puede ni debe hacerlo sobre, por ejemplo, la visita de Donald Trump. Nicolás Alvarado cometió ese error de cálculo de sensibilidad”.

