Una mirada a… Joseph Roth

Patricia Zama

El escritor austrohúngaro Joseph Roth (1894-1939) murió tres meses después de ver publicado su relato La leyenda del santo bebedor, una fábula acerca del vicio y la redención, el alcohol y los milagros. Transcribo las primeras líneas:

Un atardecer de la primavera de 1934, un caballero de edad madura descendía por las escalinatas de piedra que, desde uno de los puentes sobre el Sena, conducen a la orilla… allí suelen dormir los clochards de París. Y uno de esos clochards fue como por azar al encuentro del caballero…

—¿A dónde le llevan sus pasos, hermano? —inquirió el caballero mayor, bien trajeado.

El otro le echó una mirada para contestar luego:

—Que yo sepa, no tengo hermano ni sé a dónde me lleva el camino…

—Dios ha dispuesto que se cruzara en mi camino… ¿Querrá decirme, con toda franqueza, cuánto necesita? Por lo menos para salir del paso…

—Veinte francos.

—No creo que esta suma sea suficiente —replicó el caballero—. Seguramente necesitará doscientos…

—No puedo negar que preferiría doscientos francos en lugar de veinte, pero soy un hombre de honor… No puedo aceptar el dinero por varias razones: en primer lugar, porque no tengo el placer de conocerle; en segundo lugar, porque no sé cómo ni cuándo podría devolvérselo; y, en tercer lugar, porque usted tampoco tiene la posibilidad de reclamármelo, al carecer yo de domicilio fijo.

—…le ruego tenga la amabilidad de aceptar… Resulta que me he convertido al cristianismo después de haber leído la historia de la pequeña santa Teresa de Lisieux… así que, tan pronto tenga reunidos los doscientos francos y su conciencia le obligue a zanjar esta ridícula deuda, diríjase por favor a Sainte Marie des Batignolles y entregue la suma en manos del sacerdote cuando éste termine de oficiar la misa. Suponiendo que adeuda usted el dinero, se lo debe a santa Teresita…

—Le prometo que cumpliré mi palabra… Ha sido un placer —se despidió el desharrapado, que al punto desapareció en las tinieblas.

Porque entretanto ya había oscurecido por entero, mientras arriba, en los puentes y muelles habían sido encendidas las farolas plateadas para anunciar la alegre noche de París.

 

Vivir para uno, pero con los otros

“La vida asusta y la vejez no es para blandengues”, dice Rosa Montero al hablar de su nueva novela, Carne (Alfaguara), donde una mujer que ha llegado a los sesenta e intenta impresionar a su examante contratando a un gigoló. “La vida es ponerse en riesgo… no se puede concebir sin la compañía de los otros. Hay que vivir para uno, pero con los otros… Toda mi obra está centrada en el paso del tiempo y en la muerte”, dijo en entrevista a Juan Cruz (El País).

 

Novedades en la mesa

El gran gigante bonachón (Santillana), reedición de uno de los cuentos infantiles clásicos del galés Roald Dahl (1916-1990), autor de Charlie y la fábrica de chocolate y Matilda. En el cuento que ahora se ofrece a los lectores, Sofía, la protagonista, vive una inolvidable aventura a la luz de la luna.