Por Ricardo Muñoz Munguía

Carlos Bracho (Aguascalientes, 1937) es más conocido como actor, productor de cine, de teatro y de televisión pero, con enorme ímpetu, trabajo y talento ha abordado otras disciplinas como la pintura, la literatura y la política. Y, sobre literatura, recientemente se presentaron en la Sala Manuel M. Ponce, de Bellas Artes, dos volúmenes de Carlos Bracho: Muerte en la azotea, libro que tiene como plataforma los pasos y la visión que el escritor e histrión ha tenido de frente en la política —y la política está en las luchas que integra en el libro el autor, como diversos instantes de la Revolución Mexicana, la guerra de guerrillas de los setenta, así como lo sucedido en el movimiento del 68— y en la que de muchos modos ha participado con su pluma, sobre todo; en este caso, con su personaje que, de pronto, inicia el recorrido en su memoria de su vida de guerrillero del sur de México y su participación política: “Carlos Bracho es poeta y se nota mucho en esta novela, destaca su cualidad de darle a cada personaje su propia voz. La autenticidad, su experiencia dramática en el teatro le ha dado esa visión. Su narración nos mantiene con el interés del principio al final”, puntualiza el narrador, crítico literario y catedrático Ignacio Trejo Fuentes. La lujuria del gourmet es una excelente combinación de humor y, por supuesto, el amplísimo mosaico del tema culinario que traza en cuatro apartados: “¡Como México no hay dos!”; “Las delicias de la comida extranjera”; “Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino (Pío Baroja)” y “De los olores el pan, de los sabores la sal”, los que, se afirma, son de un verdadero placer, además de su lectura sumamente ágil, un libro que, además de ser “útil para el conocimiento —señala en la presentación el poeta Dionicio Morales— de la cocina y los vinos de varias partes del mundo, nos sirve de guía para conocer algo físico y ambiental de los lugares seleccionados por el autor. La lectura se disfruta. Se queda la impresión de que estamos frente a la obra de un escritor que no defrauda a un lector atento, cuanto más a los que no tengan prejuicios intelectuales y tomen la lectura como pasatiempo extraordinario del que se van a disfrutar nuevos conocimientos de vida”.

Carlos Bracho, un hombre que actúa para la pantalla y, con ideal y genuina participación, también actúa en la realidad, y sus letras y obra lo enmarcan con exactitud.