Por Luis Mesa Delmonte*
En un Medio Oriente cargado de crisis violentas, la estrategia de seguridad nacional jordana frente al yihadismo, resulta ser una de las más exitosas, aunque no está exenta de retos y riesgos.
Esta estrategia, no solo se apoya en la legitimidad que tiene una monarquía de naturaleza hashemita, (por lo que ello representa como descendencia directa del profeta Mahoma), sino que emplea un eficiente aparato de seguridad interna para poder ejercer las labores de monitoreo, control y aplicación de medidas concretas, y arremeter contra cualquier tendencia desestabilizadora.
El modelo jordano, se apoya decisivamente en la recopilación de información de inteligencia, focalizándose más en el seguimiento de individuos preocupantes, que en la vigilancia de amplias comunidades. Se da prioridad al contacto con los líderes comunitarios y tribales para obtener información grupal. Es básico conocer a la comunidad y obtener un gran volumen de información, a cambio de escuchar sus reclamos en materia política y económica, e intentar brindar respuestas.
Por otra parte, es muy importante tomar en cuenta que el sistema político jordano siempre ha otorgado espacio legal tanto a la Hermandad Musulmana, como a su rama política, el Frente de Acción Islámica. Desde estas agrupaciones provienen las principales críticas y oposición al gobierno, pero no es común que se critique a la institución monárquica.
No obstante, dentro de estas agrupaciones reconocidas, existen propensiones más extremas y otras algo más moderadas, por lo que no se pueden analizar como bloques monolíticos uniformes. También estamos obligados a diferenciar entre estos grupos islamistas que participan en la política jordana, y otras tendencias extremistas que propugnan vías violentas bajo inspiración yihadista-salafista, y que han aparecido en los últimos tiempos.
El reto de la seguridad ha sido grande. Ya entre 2002 y 2005 el reino tuvo que sufrir varios atentados de Al Qaeda, como fueron por ejemplo: el asesinato de un diplomático estadounidense; el ataque a un buque de guerra de Estados Unidos en el puerto de Aqaba, así como los tres atentados contra hoteles en Amman.
Las revueltas árabes iniciadas en el 2011 también tuvieron repercusiones en el poder jordano, cuando las dificultades económicas, el alto desempleo, el debate sobre la participación política y los derechos humanos, produjeron demandas y críticas contra el gobierno. El rey Abdullah II respondió con promesas de reformas generales y tomó varias decisiones políticas inmediatas.
Los acontecimientos trágicos de los últimos años acaecidos en la zona, y especialmente, el conflicto en Siria, se han convertido en enormes desafíos para la monarquía jordana. El país ha tenido que realizar un gran esfuerzo junto a varios organismos internacionales para poder dar respuesta a la crisis generada por 650 mil refugiados sirios (según fuentes del ACNUR), que elevan el total de refugiados en Jordania a 2 millones y medio.
Por otra parte, los conflictos armados en Siria e Irak, el impacto regional de organizaciones tales como Al Qaeda, el Frente An Nusra, el autoproclamado Estado Islámico (EI), y otras agrupaciones, se han convertido en potenciales rivales que la monarquía se ve obligada a enfrentar. Ocasionalmente, estas líneas de inspiración yihadista y salafista violentas, han encontrado eco dentro de Jordania, por lo que los retos para las estructuras jordanas de seguridad nacional están presentes tanto en su entorno inmediato, como en su interior.
Al igual que para otros países, el EI es de preocupación central. Este grupo ha sido el autor de varias acciones violentas que han matado a soldados, oficiales de policía, elementos de la Agencia Nacional de Inteligencia, y es muy probable que también haya estado vinculado con el asesinato del escritor jordano Nahed Hattar. Otros planes han sido frustrados por la labor de los servicios especiales jordanos.
El EI ha reclutado a miles de jóvenes jordanos frustrados por los problemas socioeconómicos y un desempleo de 30%. Ante esto, la monarquía ha tomado nuevas medidas de contrainteligencia y aplica políticas más estrictas que han sido impulsadas por el propio rey Abdullah II. Por ejemplo, si las mezquitas fueron el lugar predilecto para llevar a cabo labores de reclutamiento yihadista, ahora hay decenas de agentes de seguridad que vigilan sus actividades. En la actualidad predicar un mensaje extremista de corte yihadista puede llevar al arresto inmediato.
Jordania ha intentado ampliar su estrategia antiterrorista del 2014 con acciones de desradicalización en escuelas y mezquitas, tratando que decenas de imanes sustituyan su mensaje extremista por un discurso de paz, de defensa de derechos humanos y de unidad nacional.
Pero la ideología islamista radical encuentra nuevos espacios en ciudades como Irbid, las zonas de Zarqa y Salt contiguas a la capital a Amman, dentro de los campos de refugiados palestinos y entre algunos pueblos tribales remotos. Hay que ver si la tradicional estrategia del anterior rey Hussein bin Talal, (que empleó el perdón y neutralizó a muchos de sus críticos brindándoles cuotas de poder), puede ser exitosa o no, frente a las tendencias yihadistas de hoy.

Rey Abdala II de Jordania
Uno de los experimentos más controversiales de la estrategia actual, ha sido la excarcelación de dos figuras religiosas muy reconocidas internacionalmente por su radicalismo salafista-yihadista pero que al mismo tiempo son fuertes opositores de la violencia desatada por el EI. La monarquía ha considerado que el extremismo sangriento del EI puede ser combatido y deslegitimado desde otra plataforma de pensamiento radical: la que proclaman Abu Muhammed al¬Maqdisi y Abu Qatada al¬Filistini.
Aunque una política así resulta ser muy interesante y responde al llamado a criticar las distorsiones del islam, desde la propia fe musulmana, el subproducto de esta estrategia puede ser totalmente adverso, si el reino no logra mantener una relación de diálogo equilibrado con tales pensadores, sus redes y organizaciones. En esa labor, la monarquía hashemita y sus servicios de inteligencia y contrainteligencia tendrán otra gran tarea.
*Catedrático del Colmex