Por Joaquín Pérez Sánchez

El gobierno francés decidió cerrar “la jungla”, el campamento de refugiados e inmigrantes de Calais, que se había convertido en uno de los símbolos del fracaso de la política europea sobre esta temática. Casi al mismo tiempo, en Italia se recibía por mar a más de 4 mil personas que se jugaron la vida para alcanzar la meta europea, donde crece, en silencio y a veces a gritos, el rechazo a su llegada.

En Calais, Francia, cerca de la frontera con el Reino Unido (30 km), sobrevivían en “la jungla”, más de seis mil personas, entre refugiados solicitantes de asilo y migrantes económicos que intentan o han intentado cruzar hacia el Reino Unido. Artículos, reportajes, entrevistas, se escribió muchísimo sobre este campamento, por lo tanto eran mundialmente conocidas las condiciones inhumanas en que estas personas vivían.

Ahora, el gobierno francés distribuirá a estas personas en 80 centros de acogida por todo el territorio, pero la mayoría no quiere quedarse en Francia. Mención a parte merecen los más de mil niños que deambulaban por Calais sin acompañamiento. Estos menores, la mayoría procedentes de Sudán, Eritrea o Afganistán, tienen familiares en el Reino Unido, país que en principio aceptó recibirlos.

FranciaLa medida es más un paliativo de cara a las elecciones del próximo año en Francia, pero la problemática está lejos de resolverse. En Italia por ejemplo, al cierre de este material, los medios de prensa reportaban más de 153 mil personas que habían arribado a ese país, número mayor al récord de 2014, en las mismas fechas.

De acuerdo con Amnistía Internacional, el año pasado (2015) más de un millón 300 mil personas llegaron a Europa solicitando protección y es de sobra conocido que el problema mayor fue la guerra en Siria, conflicto que lejos de solucionarse, se agrava. Se calcula que la guerra en Siria ha provocado la huida de más de 4 millones de personas desde 2011 y por lo menos la mitad se encuentra en Turquía y otro millón y medio en el Líbano.

Muchos de estos refugiados sirios intentan llegar a Europa por aire, mar y tierra. Miles siguen en espera de la “buena voluntad” de los países europeos que entre ellos discuten para impedir que sigan llegando. La realidad es que Europa entera recibe menos refugiados que el Líbano o Turquía. Además no todo es producto de las guerras, que desde luego no se ve que les interese parar. Muchos expertos en el tema señalan que estamos viviendo un fenómeno mundial que se denomina “la era de las migraciones”.

FranciaPor ejemplo, la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), reconoce que el 13 por ciento de los habitantes de los países que la conforman (35) han nacido en el extranjero. No es un secreto que la fuga de cerebros de América Latina, África y Asia, desemboca en Estados Unidos y los países ricos de Europa, principalmente.

Así que el fenómeno de la migración va creciendo y es una realidad que más de 240 millones de personas en el mundo viven y pagan impuestos, con papeles o sin ellos, en países donde no nacieron.

Sumémosle los más de 20 millones de refugiados políticos que reporta la Agencia de la ONU para Refugiados (ACNUR) y otros 40 millones de migrantes económicos y tenemos como resultado que la tierra se nos hizo pequeña hace muchos años y nos empeñamos en negarlo y en buscar soluciones parciales, pero sobre todo queremos cerrar los ojos y dejar que las voces del nacionalismo xenófobo nos inunden.