Entrevista con Olga Sánchez Cordero | Ministra en retiro SCJN
Por Irma Ortiz
La imagen del asesinato del juez federal Vicente Antonio Bermúdez Zacarías ocurrido en calles cercanas a su casa en Metepec, Estado de México, de inmediato se hizo viral en redes sociales y medios de comunicación. Un sicario, con toda alevosía, lo asesinó de un balazo en la cabeza.
Empezó a surgir la información: al juez le había tocado resolver el arraigo de Abigael González Valencia, el Cuini, uno de los principales líderes del cártel Jalisco Nueva Generación; también habría negado la suspensión solicitada por Gildardo López, el Gil—acusado de participar en la desaparición de los 43 jóvenes de Ayotzinapa—, para que lo trasladaran del penal de máxima seguridad del Altiplano, además habría rechazado la suspensión solicitada por el Chapo, para frenar su extradición a Estados Unidos.
Su muerte recordó otro asesinato, el del también juez federal René Hilario Nieto, ocurrido en 2006 y que según algunas versiones habría sido ordenado por el capo Osiel Cárdenas, de quien llevaba el caso. Estos asesinatos ponen en la mesa del debate la seguridad de los jueces que llevan casos de alto impacto y se propuso nuevamente la figura de los jueces sin rostro.
Para la magistrada en retiro Olga Sánchez Cordero, esta figura no resuelve la problemática que viven hoy los juzgadores. En entrevista para Siempre!, la hoy diputada constituyente asegura que “al final nunca tienes un juez realmente sin rostro, se conoce quién es el juez y quién es su familia” y recuerda que el principal blindaje que tienen los juzgadores es apegarse a las constancias del expediente y al debido proceso, además de ser rotados continuamente de circuitos que resultan peligrosos, como los de Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero y Michoacán, así como los que están cercanos a las fronteras.
También habla de los juicios paralelos que se realizan en medios de comunicación, paralelos al proceso judicial, sobre personajes controvertidos que, al ser absueltos, ponen en la picota de la opinión pública a los jueces.
Ni deseable ni idónea
Luego de la reciente muerte del juez, ¿cómo viven la situación de inseguridad los jueces en el país?
Un juez tiene una actuación difícil y asume esa responsabilidad, asume la titularidad de un juzgado y conoce perfectamente lo difícil y problemático que puede llegar a ser una situación en determinados casos. Me refiero a los jueces de procesos penales federales, a los jueces de amparos en materia penal federal que tienen una situación más difícil, más complicada, incluso más vulnerable que algunos otros juzgadores, pero asumen la responsabilidad y saben las consecuencias.

Sin embargo, los jueces tienen un gran blindaje. El primero es apegarse estrictamente a las constancias del expediente y al debido proceso, a las garantías que tiene un procesado, a la presunción de inocencia, a las garantías de audiencia, a las garantías del debido proceso que deben estar apegados a las constancias de ese expediente.
Por eso hay que aplicar la normatividad, las leyes del código penal, la ley de amparo; la ley tiene que ser aplicada de acuerdo con las constancias, las pruebas, la integración de la averiguación que todo juez debe analizar y revisar.
El segundo gran blindaje está en que el Consejo de la Judicatura tiene la posibilidad de adscribir al juez a varios circuitos y cambiarlo de un circuito a otro. Otro más es el turno dentro de los propios juzgados federales, un delincuente puede tener abiertas 5 causas penales o más y cada una de esas causas penales pueden ser llevadas en forma aleatoria por diversos juzgadores. Así, no se enfrenta contra un juez sino contra todo el Poder Judicial, ¿por qué?, porque muchos jueces llevan causas penales de un solo delincuente, hay una diversidad de jueces.
Son blindajes para el propio juzgador; adicionalmente, si se siente inseguro, si hay una amenaza o siente que hay una falta de seguridad a su persona o a su familia, el Consejo de la Judicatura nunca ha dudado en ponerle seguridad, incluso a veces en contra de su propia voluntad, porque se sabe que son procesos de delincuentes de alta peligrosidad y se le pone obligatoriamente la seguridad.
Realmente no hay jueces sin rostro
La figura de los jueces sin rostro, ¿resolvería estas problemáticas?
Cuando revisamos el tema de los jueces sin rostro se decidió que no era conveniente por estos blindajes que ya se tenían y se tienen en el Poder Judicial. En ese momento no era deseable, ni idónea, ni necesaria la medida porque incluso nosotros, que teníamos los expedientes de casos penales que llegaban a la Corte —estuve en la primera sala civil y penal— había casos de los grandes capos, como Rafael Caro Quintero —detenido en 1985—, Juan José, el Azul, Esparragoza —en 1986— e incluso el Chapo —en 1993.
En esa primera etapa estaba también Ernesto Fonseca, don Neto —detenido en 1985—, personajes de alta peligrosidad que alegaban no haber sido puestos a disposición del ministerio público de manera inmediata, que habían sido torturados. Por eso como juzgador debes estar absolutamente apegado al expediente, a las constancias, a las pruebas presentadas, a los testigos de cargo y descargo.
Decidimos que no hubiera esa política judicial, ya que los jueces sin rostro son políticas judiciales, donde no interviene nadie, ni el Ejecutivo, ni el Legislativo; es una política pública de los poderes judiciales como lo fue en Colombia, Perú e Italia. No soy una convencida de los jueces sin rostro, no creo que la medida sea ni siquiera necesaria, ni mucho menos idónea para proteger a nuestros juzgadores.
Más allá de eso, tuve algunos expedientes, algunas sentencias y proyectos a mi cargo en donde, ¡fíjate!, mencionaban a varios testigos protegidos y resulta que esos testigos ya habían sido asesinados. ¡Eran testigos protegidos así como los jueces sin rostro, y ya habían sido asesinados!
Al final nunca tienes un juez realmente sin rostro, se conoce quién es el juez y quién es su familia. Es mejor ese tipo de blindaje que se tiene como juez.
Además hoy con el juicio oral —hay algunas excepciones en materia de delincuencia de alta peligrosidad—, ¿cuál juez sin rostro? Ahí resuelve el juez con pruebas, con testigos de cargo, con la defensa, fiscales y policía ministerial.
Además tendría que haber una reforma total…
Total, y ahora estamos en la transparencia, en la máxima publicidad de los juicios orales; es un contrasentido.
El asesinato del juez, terrible
Qué opina sobre la situación que enfrentan los juzgadores en casos muy connotados donde medios de comunicación y redes realizan juicios paralelos donde se condena a los procesados y luego el juez los deja libres.
Es tan delicado condenar como absolver, a veces se van muchos jueces por la condena aunque no haya pruebas suficientes y a veces decimos que está la apelación y otras instancias de amparo para que revisen la sentencia.
A veces, prefieren una sentencia condenatoria que absolutoria, les cuesta más trabajo una sentencia absolutoria, por lo que dices, el juicio popular. A muchos de nuestros juzgadores se les cuestiona y siempre opinan que es por corrupción. No, no es exacto, te puedo decir que la enorme mayoría de los juzgadores son gente honesta, muy preparada, honrada, cabal, y no son corruptos.
¿Qué pasa entonces?
El juicio popular no les gusta ni a los medios de comunicación, no les parece una sentencia absolutoria, por ejemplo, en este caso, dicen: el juez se vendió, y simplemente es que no hubo las pruebas necesarias para condenarlo. Acuérdate, los grandes capos y los peligrosísimos delincuentes tienen derechos humanos y tienen derecho a un debido proceso, a una presunción de inocencia, a una garantía de audiencia y a que el juzgador se apegue a las constancias de autos y a las pruebas aportadas en ese caso.
Si no hay suficiente material probatorio para condenarlo tienen que absolverlo; es un tema porque en los medios en muchas ocasiones hacen juicios paralelos y estos no son correctos en el sentido de que no les gusta la resolución al final del día, es una resolución impopular, en donde se va a cuestionar al juzgador.
¿Qué ha pasado en los recientes casos de jueces asesinados?
No conozco el reciente caso del juez Bermúdez, conocí bien el del juez federal René Hilario Nieto Contreras, asesinado en Toluca, en agosto de 2006 —que tenía en juicio procesos en contra Osiel Cárdenas y Ramón Alcides Magaña, el Metro—. Es una agresión no solo contra el juez que perdió la vida, es realizar actos para vulnerar una institución. En un estado democrático el Poder Judicial es el poder del equilibrio, es la balanza del poder que decide entre los derechos y la acusación del fiscal, es una agresión contra todos nosotros y no se debe permitir.
En el caso del juez Nieto Contreras, yo formaba parte del Tribunal Pleno y no lo supe de primera mano pero me platicaron que habría sido porque el juez cuando llegó a su juzgado tomó una actuación muy estricta en relación a todos sus asuntos. Estricta en el sentido de que si se le solicitaba diferir una audiencia, no la difería; si le solicitaban más visitas de su familia o de sus abogados, las limitaba. En algunas ocasiones cerraba el proceso para dictar sentencia y si le llegaban más pruebas, ya no las tomaba en cuenta. La actitud del juez, hasta donde tengo conocimiento, fue más estricta que su antecesor.
Era demasiado estricto, nada flexible. Hay veces que tienes la posibilidad de diferir las audiencias. Se puede hacer siempre que esté de acuerdo a la ley, pero cuando empiezas a limitar, a ser más estricto y no conceder mayores diferimientos de la audiencia, esas cosas molestan.
Voy a decir algo que a lo mejor no va a gustar y es que aun cuando sean delincuentes de altísima peligrosidad y ellos no tuvieron la caridad humana y agredieron a sus víctimas con ejecuciones e incluso con mutilaciones y cometieron los más horrendos crímenes, ellos también son personas, seres humanos y hay que respetarlos.
Es lo que estamos viendo en casos recientes donde se cuestiona a los jueces: ¿por qué van a tener derechos esos procesados, si no tuvieron compasión ni humanismo para sus víctimas? La respuesta es que ellos también tienen derechos, aunque sean delincuentes y sé que no va a gustar pero debemos seguir el debido proceso, darles garantía de audiencia, porque nuestro sistema jurídico nos obliga.
¿Qué decir luego del video del asesinato del juez Antonio Bermúdez?
Terrible, terrible. En primer lugar no me pareció que el video en redes sociales se viralizara, fue un asesinato a mansalva, donde se mató con todas las agravantes.
Nuestro juez, porque aunque soy ministro en retiro me siento parte del Poder Judicial, nuestro juez iba haciendo su ejercicio cerca de su casa, en su carrera diaria; era muy predecible a qué hora y cuándo hacía su carrera matutina. Era un ser humano maravilloso, lo traté, estaba ahí cuando protestó, con 37 años, con una vida por delante, con dos hijitas chiquitas y su esposa. Uno no se explica por qué le quitaron la vida, porque estaba haciendo su trabajo como juez. Te da coraje, te agravia.
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