Emma Islas
La percepción de lo que vivimos día a día nos hace sentir que estamos en una encrucijada. Hay muchos caminos que no sabemos a dónde nos llevarán. La economía está en crisis, la sociedad en crisis, el periodismo en crisis. Todo está en crisis, “patas arriba”. Mientras a la presidencia de Estados Unidos llega Donald Trump –sin que nadie lo viera venir– en Cuba, curiosamente el mismo día del natalicio de Augusto Pinochet, muere Fidel Castro.
Hoy más que nunca nos estamos topando con una nueva fase de la historia. La liquidez es una clara representación de nuestra realidad actual. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman afirma que a lo largo de la historia diversas instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas, todo se asociaba a la estabilidad, la unión y la tradición. Sin embargo, en nuestra realidad todos estas estructuras y valores se han disuelto dando lugar a la “Modernidad Líquida”.

Zygmunt Bauman
El problema –dice el sociólogo– es que con la realidad líquida es difícil pronosticar como se desarrollarán diversas situaciones y la reacciones que se desencadenarán. “Como sabemos tan poco de ello, nos sentimos impotentes. Si uno no es capaz de pronosticar como evolucionarán las cosas, no puedes tomar medidas de precaución. Uno no se puede defender o preparar. Los hechos nos toman por sorpresa”. Es por ello, que la sociedad líquida vive muy necesitada de certezas y muy desorientada. Vivimos en una incertidumbre total.
José Oviedo, Director del Centro de Estudios Europeos de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en Santo Domingo, Republica Dominicana, afirma a Siempre! que el concepto de modernidad o movilidad líquida en el que estamos inmersos actualmente, es un concepto muy apropiado para descifrar este mundo confuso y cambiante que estamos viviendo –e incluso– para entender sorpresas políticas como el triunfo de Trump.
“Vivimos en una época de incertidumbre y eso es parte de la liquidez de la modernidad liquida, el riesgo, la incertidumbre la imposibilidad de determinar el futuro con claridad todo eso es parte de ese tema de la liquidez de la modernidad”.
El péndulo se mueve
El especialista en sociología política asevera que con Fidel Castro termina una figura central de lo que él llama un “ciclo utópico” de muy largo plazo, el cual empezó a desmoronarse con la caída del muro de Berlín, precisamente durante la época de un conservador – Ronald Reagan– que fue de los creadores, junto con Margaret Thatcher y otros más, de la hegemonía neoliberal.
“En este caso, la muerte de Fidel tiene una sinergia con el ascenso de Trump en Estados Unidos. Existen similitudes en el sentido de que el conservadurismo de Reagan emerge y se consolida en una época de crisis del comunismo que culmina con la caída del muro de Berlín. Hay una semejanza con el hecho de que el triunfo del Partido Republicano y de la llegada de un conservador a la silla presidencial en Estados Unidos se dé justo con el fallecimiento de Fidel Castro”.
En la historia hay un péndulo que en momentos se inclina hacia un lado pero al cabo del tiempo regresa. Oviedo destaca que Fidel y Cuba “eran lo que quedaba de un sistema que eran mucho más amplio. Eran de las pocas sociedades que todavía se manejaban con ese modelo. Era el último líder mundial de dio una salida comunista a los problemas de la modernidad. Por su parte, Trump es una respuesta, una reacción colectiva a la liquidez de la modernidad. Lo que quiere es volver sólido algo que es líquido. Retornar al pasado, regresar a esa imagen de seguridad, de estabilidad. Es el deseo de solidificar algo que se perdió, el retorno a esa grandeza americana”.

“En siglo XX nos acostumbramos a ver la historia como algo lineal, progresivo. La sociedad caminaba hacia lo mejor esa era la idea de la historia. Tanto en el bloque comunista como en el bloque capitalista el discurso era que sus respectivos sistemas impulsaban hacia delante a la sociedad y con ello se verían épocas sucesivas de progreso. Todo eso se complicó desde fines del siglo XX. Ahora vemos que la política se da por ciclos, no pertenece a nadie ni a la derecha ni a la izquierda, ni al centro más bien se mueve, también es líquida”.
Actualmente –considera– hay ciclos que le pertenecen al centro o al centro izquierda, mientras que otros le corresponden a la izquierda o la derecha. No hay nada en la historia que diga que necesariamente las personas van siempre a votar por ciertas opciones, porque cuando la gente vota no lo hace solo con un calculo racional, lo hace también por emociones, pasiones, expectativas y no necesariamente esas expectativas, deseos o emociones se inclinan hacia algún lado.
La política del miedo
Al reflexionar sobre Fidel y Trump y el por qué ganan las derechas, el conferencista e investigador indica que vivimos en un mundo en el cual hay una serie de condiciones que hacen muy difícil el discurso utópico. “Es un mundo de grandes desequilibrios fiscales. El socialismo se basó en la capacidad fiscal del Estado, es un mundo de una gran volatilidad de los precios agrícolas y energéticos, de una gran desigualdad social y otros elementos de riesgo. En ese contexto al ser difícil sembrar utopías, lo que se siembra es el miedo”.
La política y el discurso de Trump –como de otros de la derecha en Europa– es una política del miedo. Es la política del si no votas por mi, no sabes lo que mañana puede pasarle a tu familia. No tendrás un ingreso, un trabajo, no podrás comprar en el mercado, serás un expulsado de la sociedad. Por eso el “outsider” de Trump triunfa pues se presenta como alguien que esta fuera del sistema político.
Al ser un millonario que nunca tuvo un cargo político se presenta como un externo frente a una clase política que a juicio de los perdedores de la globalización no ha logrado darles respuesta sustanciales que les den seguridad. El discurso de Trump es un discurso de miedo ante varios actores, primero los inmigrantes que son los “culpables”–en ese discurso– de que los americanos estén perdiendo sus puestos de trabajo. Por eso tenemos que defendernos y tenemos que poner todos los muros posibles para que no les quiten oportunidades a los que antes tenían garantías del sistema: la américa blanca.
“Es un discurso de miedo frente al liberalismo comercial que hay en el mundo. Trump entiende que Estados Unidos ha ido perdiendo terreno en el comercio internacional, por lo que sus principales opositores son los acuerdos comerciales regionales y China que en las ultimas décadas se ha posicionado en el mercado mundial de manera muy agresiva”.
El especialista en sociología de la cultura explica que es muy difícil que Trump pueda lograr en su gobierno toda esta agenda que propone, “tratar de revertir la misma globalización podría implicar mayores pérdidas en un sistema mundial en el que Estados Unidos tiene aliados importantes como los europeos. Tratar de revertirla implicaría serios conflictos en ese sistema mundial”.
En torno, al muro que pretende construir en la frontera con México, precisa que es una metáfora muy interesante porque no solamente es un muro físico. Es un muro en general para ponerle un freno a todo este avance que han tenido los hispanos, los latinos, los gays, las mujeres, los afroamericanos. Esa es la idea del muro, contener todo.
¿Qué es la modernidad líquida?
La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad. Concepto muy vinculado a otra idea que es la de movilidad. La movilidad de la información, de los saberes, de las mercancía a través del libre comercio, de las personas, sobre todo de los migrantes, turistas.
Toda esa movilidad crea un terreno movedizo en el mundo actual. Ese terreno es el que influye constantemente en lo que el sociólogo Zygmut Bauman llama modernidad líquida, utilizando el concepto del agua que se va por distintos caminos.
A través de esa movilidad líquida se puede explicar esa fluidez del mundo actual que es como el agua que fluye que uno no sabe exactamente que rumbo va a tomar y esa movilidad ha estado creando una serie de desplazamientos.
Te invitamos a consultar “Ensayos sobre Modernidad Líquida”.
Entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman
