El supuesto fracaso del socialismo
Magdalena Galindo
Contra todo lo que puedan decir sus enemigos, es un hecho, y precisamente de eso nace su odio, que Fidel Castro no sólo es uno de los revolucionarios ejemplares del siglo, al lado de Lenin, Mao y Ho Chi Minh, sino que también supo convertirse en el más grande estadista del siglo XX. En primer lugar, porque acompañó y dirigió a su pueblo en la construcción del socialismo; además, porque realizó la hazaña, antes impensable, de resistir todos los embates del imperialismo comandado por Estados Unidos y secundado por la mayoría de los gobiernos capitalistas del mundo. Porque nunca claudicó de sus principios en la lucha por liberar a su patria de la explotación y el dominio extranjero. Y, finalmente, porque sostuvo hasta sus últimas consecuencias el internacionalismo proletario.
Conocía, como nadie más, la realidad internacional, y aun las orientaciones políticas y la correlación de fuerzas en el interior de las naciones, y ese conocimiento le permitió no equivocarse al otorgar solidaridad a numerosas luchas sociales en los más distintos sitios del planeta.
La muerte de Fidel, como era de esperarse, no solo provocó las expresiones de admiración y de auténtico pesar por la ausencia de un líder querido, sino también desató la lengua de las derechas del mundo, ahora tan ensoberbecidas, por los avances que ha tenido su voracidad sin límites. Esas diatribas han tenido dos temas fundamentales, por un lado, han enarbolado la democracia y la libertad supuestamente no respetadas en Cuba, pero en sus acusaciones no dan un solo argumento, sino únicamente utilizan el viejo método de lanzar el calificativo de dictador, y de mostrarse como los paladines de la democracia y la libertad.
Un caso que parece indignante es el de Donald Trump, cuando la forma arcaica de la democracia estadounidense permite que llegue a la Presidencia un candidato perdedor en el voto popular, y no por un pequeño margen sino por más de dos millones de votos que favorecieron a Hilary Clinton. Los detractores de la democracia cubana callan, por supuesto, la estructura del poder popular y las múltiples elecciones que se celebran en la isla.

El otro tema de los detractores de Fidel Castro ha sido la economía cubana y, otra vez, el supuesto fracaso del socialismo, que sólo habría provocado hambre y pobreza. Aquí tampoco se proporcionan ni argumentos ni datos sino únicamente afirmaciones contundentes al estilo nazi.
La verdad es que la economía cubana ha alcanzado logros sociales impresionantes. En primer lugar a lo largo de las décadas el producto interno bruto ha crecido notablemente. Ciertamente el embargo estadounidense y en general la hostilidad de muchos otros gobiernos, significó que Cuba tuviera que salvar muchos obstáculos. Igualmente, la derrota de la Unión Soviética en la Guerra Fría fue un duro golpe para la economía cubana y en los últimos años los huracanes han ocasionado pérdidas importantes. No obstante, si bien las dos últimas décadas han mostrado una desaceleración que ha bajado la tasa de crecimiento en varios años a un 2.7 por ciento (dicho sea de paso, todavía por encima de la de México), en algunos años en cambio registró tasas extraordinarias: por ejemplo en 2005, un crecimiento de 11.8 por ciento y en 2006 uno de 12.5 por ciento.
Otros indicadores de las condiciones de vida de la sociedad cubana señalan también logros impresionantes. Por ejemplo, el analfabetismo ha sido erradicado en Cuba. La educación es gratuita en todos los niveles, desde primaria hasta universidad. Según la UNESCO ocupa el lugar 23 en el mundo en educación y el primero en América Latina. El 85.2 por ciento de la población en edad laboral tiene nivel medio superior, es decir ha terminado la preparatoria y el 30 por ciento son profesionistas o técnicos.
En cuanto a salud, los cubanos tienen una esperanza de vida de 78 años, una de las más altas de América Latina y todos los que residen en Cuba tienen derecho a los servicios de atención de todas las instituciones de salud de la isla de manera gratuita. También registra una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo. Y para qué mencionar que en todas partes se reconoce las notables aportaciones a la medicina, y el alto nivel de sus instituciones de salud.
En lo que atañe a la alimentación, la propia Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU envió una carta a Fidel Castro en 2013 para manifestarle, entre otras cosas que “Cuba es uno de los 16 países del mundo que ya alcanzaron la meta de la Cumbre Mundial de la Alimentación y ha sido posible gracias a la prioridad que el gobierno ha otorgado a garantizar el derecho a la alimentación y a las políticas que ha implementado”.
Los enemigos de Fidel, o sea del socialismo cubano, mienten a sabiendas, ya que los datos anteriores son públicos. Lo que detestan de Fidel es que nunca claudicó y que cumplió a cabalidad con los dos lemas de la Revolución Cubana: Patria o muerte, venceremos, y Hasta la victoria siempre.



