¿El fin de una época?/I-II

Guillermo García Oropeza

Estamos viviendo tiempos nerviosos, ominosos para los más pesimistas. Y no es que los últimos años hayan sido tan buenos, pero nos habíamos acostumbrado a su “normalidad”. El “sistema” o los sistemas funcionaban y los cambios en el poder se hacían sin grandes sobresaltos según las reglas de la “alternancia” entre centroizquierdas y centroderechas que eran, en el fondo lo mismo.

Gore Vidal, el gran Gore Vidal, que tanto extrañamos decía que el sistema político norteamericano tenía dos alas derechas: la demócrata y la republicana.

Y lo mismo podríamos decir de tantos países incluyendo el nuestro donde la Revolución se celebra con un desfile deportivo. Nuestro mundo era “democrático” y neoliberal. Pero una serie de sucesos fueron cambiando nuestra percepción de las cosas. Una de ellas fue el brexit que acabó con la ficción de la unidad europea y resucitó el espectro de un nuevo nacionalismo que ya había triunfado en una Polonia reaccionaria y clerical, en Hungría y hasta en aquellos paraísos libertarios como Holanda y Escandinavia.

Eso en Europa, mientras en América Latina el demócrata Barack Obama acaba con la ilusión de la independencia brasileira o la revolución bolivariana, y en Argentina Mauricio Macri regresa a la peor derecha. De México no digo nada porque me duele.

Y, claro, lo más importante: la victoria de Donald Trump, con la caída de las dinastías Bush-Clinton-Obama y el regreso a unos Estados Unidos neonacionalistas, racistas, xenófobos y “cristianos”, es decir, lo que siempre había sido la mitad de esa compleja sociedad.

Para hacer “otra vez grande a América”, Trump exaltará la industria americana con desprecio total por la ecología, apoyará a los grandes negocios,  proclamará la supremacía blanca y protestante, hará la guerra comercial y se saldrá de todos aquellos tratados que había ido realizando el impulso globalizador.

Una curiosa amistad con la Rusia de Vladimir Putin y un nerviosismo europeo vienen a acompañar nuestra paranoia mexicana que, al parecer, no es compartida por una clase política de juniors de formación académica norteamericana que no puede concebir un México que afirme sus valores y recursos de independencia nacionalista; que quieren ignorar que los mexicanos somos para el trumpismo  el equivalente de los palestinos para la derecha israelí; los enemigos inferiores que hay que eliminar.

El 20 de enero de 2017 está demasiado cercano y no parece que nadie en el gobierno tenga un plan B para los migrantes expulsados, para los lazos comerciales rotos, para el impacto en Monterrey o en las fronteras.

¿Qué va a pasar con Tijuana, con Juárez, con las maquiladoras o con el petróleo, cuando todo se va en la misma retórica y en el escándalo de la semana?

A veces este México me recuerda una película muy mala, una “gringada” que se llamó ¿Dónde está el piloto? de un avión que en pleno vuelo se queda sin tripulación, intoxicada por mala comida y sólo queda el piloto automático que es un muñeco inflable. Chistoso y terrorífico como lo que estamos viviendo.

García Oropeza