Una mirada a… William Blatty

Patricia Zama

El norteamericano William Blatty (1928-2017), fallecido la semana pasada, escribió la novela, escribió el guión y colaboró en la película El exorcista (1973), que ha alimentado las pesadillas de millones de lectores y espectadores. Aquí un fragmento del primer capítulo:

Como el maldito y fugaz destello de explosiones solares que sólo impresionan borrosamente los ojos de los ciegos, el comienzo del horror pasó casi inadvertido: de hecho fue quedando olvidado en la locura de lo que vino después, y quizá no lo relacionó de ningún modo con el horror mismo. Era difícil de juzgar.

NEW YORK - SEPTEMBER 29: Writer/Producer William Peter Blatty attends the special screening of "The Exorcist Extended Director's Cut" at Il Gattopardo on September 29, 2010 in New York City. (Photo by George Napolitano/Getty Images)La casa era alquilada. Acogedora. Hermética. Una casa de ladrillo, colonial, cubierta de hiedra, en la zona de Georgetown, en Washington D. C. Al otro lado de la calle había una franja de “campus” perteneciente a la Georgetown University; detrás, un escarpado terraplén que caía en pendiente vertical sobre la bulliciosa calle M y, más lejos, el fangoso río Potomac. El primero de abril, por la mañana temprano, la casa estaba en silencio. Chris MacNeil se hallaba incorporada en la cama, repasando el texto de la filmación del día siguiente; Regan, su hija, dormía en su habitación, al final del pasillo, y los sirvientes, Willie y Karl, ambos de edad madura, ocupaban una estancia, contigua a la despensa, en la planta baja.

Aproximadamente a las 12.25 de la noche, Chris apartó la mirada del guión, y frunció el ceño con perplejidad. Oyó ruidos extraños.

Eran raros. Apagados. Agrupados rítmicamente. Un código insólito de golpecitos producidos por un muerto… Escuchó durante un momento y luego dejó de prestar atención; pero como los ruidos proseguían, no se podía concentrar. Arrojó violentamente el manuscrito sobre la cama… Salió al pasillo y miró a su alrededor. Parecían provenir del dormitorio de Regan…

Caminó lentamente por el corredor, y de pronto los golpes se oyeron más fuertes, más rápidos. Al empujar la puerta y entrar en la habitación, cesaron de pronto…

La niña de once años dormía, firmemente abrazada a un gran oso de felpa de ojos redondos. Arruinado. Descolorido después de muchos años de asfixiarlo, de cubrirlo de tiernos besos húmedos.

Chris se acercó suavemente al lecho y se inclinó murmurando:


—Rags, ¿estás despierta?
 —Respiración rítmica. Pesada. Profunda.
 Chris paseó la vista por el cuarto. La débil luz del pasillo llegaba mortecina y se astillaba sobre los cuadros pintados por Regan, sobre sus esculturas, sobre otros animales de felpa…

Novedades en la mesa

En camas separadas (Tusquets) es un libro de ensayos acerca de historia y literatura. La edición fue coordinada por David Miklos y participan, entre otros, Antonio Saborit y Susana QuintanillaEl camino de ida (Anagrama) es la última novela publicada en vida del argentino Ricardo Piglia, fallecido el pasado 6 de enero a los 75 años de edad. Se espera la edición definitiva de sus diarios, que escribió durante 60 años y que aparecerán con el sello de Anagrama.