En el año que se inicia: China, Estados Unidos y Rusia
Joaquín Pérez Sánchez
Arrancó el 2017 con los peores augurios, aunque con los buenos deseos de millones de personas que abrazamos el ritual del inicio de año. Ciertamente 2016 fue un año duro para las expectativas democráticas, sobre todo en el mundo occidental. Atentados terroristas, armamentismo imparable, la vergüenza humanitaria con los refugiados e inmigrantes, el Brexit, Trump, etcétera. ¿Hay espacio para el optimismo este año?
Admito que soy un escéptico ante la irracionalidad humana que se manifiesta un día sí y otro también, sin embargo, reconozco que a pesar de ello y mirando con lejanía, el ser humano ha hecho grandes cosas. La globalización ha sido un proceso duro, pero los adelantos tecnológicos, cuando se han aplicado en forma más humanitaria, han permitido el avance en la salud, la educación y en procesos más democráticos. Todavía no en la mayoría, pero si en importantes franjas de muchas poblaciones.
Estados Unidos, Rusia y China ostentan la supremacía militar y por ello ejercen un papel preponderante en la geopolítica actual. Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso militar y económicamente, pero si algo demostró 2016 es que ha dejado de ser el poder hegemónico a nivel mundial. Rusia y China se consolidan como las potencias militares y económicas que le disputan la supremacía.
Europa se encuentra un escalón abajo, una especie de bisagra entre los tres países, siendo el aliado natural de Estados Unidos, pero en el actual contexto de debilitamiento de la Unión Europea (UE) sobre todo con el Brexit, su capacidad de maniobra se reduce. El inicio del proceso de negociación del Brexit y el contexto electoral de Francia y Alemania, definirán el rumbo y el escenario en el que se desenvolverá Europa.
Rusia terminó 2016 como el claro vencedor del caos en Medio Oriente, región del mundo que lejos de pacificarse, es el escenario ideal donde las potencias meten mano y uno de los lugares del mundo donde se llevan a cabo las prácticas más inhumanas como el trasiego, la venta y el accionar de la industria armamentista que provoca las peores violaciones a los derechos humanos de millones de personas y los procesos de éxodo (como el caso sirio) que afectan a los países vecinos y a Europa, principalmente.
Con la elección de Donald Trump, la sociedad estadounidense quedó fuertemente dividida y ahora se genera una gran expectación por saber si será capaz de cumplir sus promesas y amenazas. El nuevo presidente estadounidense asegura que meterá en cintura a China, pero lo más probable es que se ensañe con los más débiles, como es el caso de México.
China ha probado su potencial año con año y aunque internamente tienen muchos problemas (Rusia y Estados Unidos también), como la desaceleración económica, la contaminación y el desempleo, cuenta con la capacidad para seguirse expandiendo en el Tercer Mundo, sobre todo en esos escenarios dónde Estados Unidos amenaza con castigar.
Este año puede ser peor que el 2016, pero también puede convertirse en un año donde la triada se ponga de acuerdo para tratar de estabilizar los escenarios globales.