Consejo de Seguridad de la ONU

Luis Mesa Delmonte*

La aprobación por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de la resolución  2334 el pasado 23 de diciembre, se convirtió en una forma de intentar poner límites a prácticas expansionistas israelíes y propiciar la recuperación de un proceso negociador. Consecuentemente, la causa nacionalista palestina sale victoriosa de esta gestión diplomática.

Con 14 votos a favor de 15 posibles, el Consejo de Seguridad expresó el consenso de la comunidad internacional, que considera imprescindible detener la construcción de asentamientos en territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este, espacios geográficos que tendrán que ser objeto de discusión en un futuro proceso negociador israelo-palestino, y no de una anexión de facto como ocurre actualmente. La ocupación, es el principal obstáculo para la fórmula que apunta a crear dos estados que coexistan paralelamente.

La abstención de los Estados Unidos, posibilitó que la resolución fuera aprobada; y al menos en estos momentos finales de la administración Obama, Washington no aplicó su tradicional práctica de evitar condenas y exigencias por parte del Consejo contra el principal aliado norteamericano en la zona del Medio Oriente: Israel.

La reacción del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue de total estridencia, acercándose mucho a un actuar político histeroide, que poco tiene que ver con sectores de pensamiento israelíes favorables a dialogar y llegar a acuerdos con los palestinos, sin deteriorar los pilares centrales que conforman al Estado de Israel.

La ocupación de territorios y la imposibilidad de crear un estado, ha generado durante décadas, enorme frustraciones en la población palestina, y una prolongación de las tensiones e inseguridades que a los propios israelíes les cuesta trabajo enfrentar. La construcción de un “muro de seguridad” condenado internacionalmente, ha sido otro paso para dificultar cualquier cambio del statu quo futuro, dividiendo ciudades palestinas y aspirando a la inclusión de jure, de importantes asentamientos. Paralelamente, la construcción de nuevos asentamientos y el crecimiento de los que ya existen, están obviamente destinados a imponer la voluntad israelí sobre el terreno.

El principio de tierra por paz sigue teniendo valor, aunque el proceso no haya sido perfecto. Por ejemplo, en la península del Sinaí -que fuera devuelta a Egipto-, hoy tanto El Cairo como Tel Aviv tienen que enfrentar a grupos islamistas extremistas. En Gaza, la retirada caótica israelí solo debilitó al control central de la Autoridad Nacional Palestina y su columna vertebral (el movimiento Al Fatah), para dar lugar al Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) con otra visión respecto a la causa independentista, más atada a bases de inspiración islamista y al desarrollo de acciones armadas, algunas de las cuales son totalmente reprobables por haber golpeado a civiles israelíes.

Por otra parte, la retirada de las tropas israelíes del sur libanés, forzada por la lucha soberana de fuerzas libanesas y especialmente del Partido de Dios (Hezbolá), no logró crear una zona de paz y estabilidad, sino una de constante alerta, y escenario de ocasionales enfrentamientos militares.

Israel

La paz no se alcanzará jamás con la prolongación de la ocupación, y sin la creación de un estado palestino independiente en territorios de Gaza, Cisjordania y que tenga a Jerusalén este como su capital. Hay múltiples formas de hacer ajustes y llevar a la práctica soluciones eficientes. No existe ningún tema que no pueda negociarse. El problema radica en que tiene que existir una voluntad política de las dos partes y un compromiso de las grandes potencias con el proceso.

Netanyahu, al expresar su total enojo con la 2334, anunció que reanalizaría las relaciones de Israel con todo el sistema de las Naciones Unidas, especialmente con los estados que habían apoyado la resolución, a los que les haría “pagar un precio diplomático y económico”. Advirtió que su gobierno no la acataría, y hasta llegó a acusar al presidente Barack Obama de haber estado conspirando con los palestinos para llevar adelante esta “emboscada”.

Otro importante golpe político contra Israel, estuvo contenido en el extenso discurso pronunciado por el secretario de Estado, John Kerry, el 28 de diciembre, cuando expresó la visión de la administración Obama sobre el conflicto palestino-israelí. Al insistir reiteradamente en la necesidad de marchar por la vía negociada, Kerry recalcó que era imprescindible la creación de un estado palestino en las fronteras previas a la guerra de 1967, para lograr la coexistencia entre palestinos e israelíes “mediante un intercambio de territorios por mutuo acuerdo”. También opinó que habrá que resolver otros varios temas como el de los refugiados, y además, dejar de lado la idea del Eretz Israel o de un solo estado, si se quiere conservar el carácter judío y al mismo tiempo democrático israelí.

Si para la política árabe y una buena cantidad de expertos internacionales tanto la resolución como el discurso de Kerry, dejaron de lado algunos elementos centrales considerados como derechos palestinos, el balance general puede considerarse como muy positivo. No obstante, Netanyahu continuó con su verbo extremo al criticar al discurso por “sesgado” y “no realista”, en lo que parecen ser ingredientes de una estrategia maximalista, que aspira poder aplicar con las promesas extremas del próximo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

A pesar de todo el ataque de Netanyahu contra Obama, no hay que confundir los hechos. Esta administración estadounidense, sin duda, ha estado comprometida con los temas centrales de la agenda estratégica bilateral. Precisamente, en septiembre del 2016, Washington aprobó destinar 38 mil millones de dólares a Israel, por concepto de ayuda militar, la cifra más grande de toda su historia,

La importancia del golpe de la diplomacia internacional a la política israelí, es más bien simbólica y sicológica, que práctica. Hay una larga historia de incumplimientos de resoluciones de la ONU por parte de Israel, y el nuevo texto legal no lo llevará a ningún cambio importante en su posición. Pero de cualquier manera, la resolución 2334 representa un nuevo respaldo a la causa palestina.