Una mirada a… Gabriel García Márquez

Patricia Zama

En mayo de 1967, con una portada improvisada, salieron de la Editorial Sudamericana los primeros ejemplares de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Un mes después empezó a circular la edición con portada de Vicente Rojo que permanece en la memoria colectiva. Para conmemorar el 50 aniversario de ese acontecimiento, en Cartagena de Indias, Colombia, al Hay Festival, llegaron desde distintos países escritores, actores, músicos y periodistas, además de la gente del pueblo, y durante tres días se hizo una lectura corrida de la novela. Aquí las primeras líneas:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas, había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafres se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades.

“Las cosas, tienen vida propia —pregonaba el gitano con áspero acento—, todo es cuestión de despertarles el ánima”. José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra.

Novedades en la mesa

En el volumen Soconusco Blues se publica la poesía reunida del chiapaneco Hernán Becerra Pino. Contiene los poemarios “Donde muere el caracol”, “Copainalá”, “La poesía y el derecho”, “Cartas de Marsella” e “Isla de Aguas”. Fue publicado en 2014 por el Conaculta de Chiapas… Basada en hechos reales es la nueva novela de Delphine de Vigan (Anagrama)… El nuevo caso del comisario veneciano Brunetti no es un asesinato, sino crimen, a raíz del cual Manuela, la víctima, sufre un daño cerebral que le impide madurar en Las aguas de la eterna juventud (Seix Barral) la más reciente novela de la norteamericana Donna Leon.