Entrevista con Bernardo Bátiz y Jaime Cárdenas/Integrantes de Morena

Emma Islas

En el marco del centenario de la Constitución de 1917 texto que todavía se encuentra vigente y del que dependen la estructura y el funcionamiento del Estado— y ante los nuevos tiempos que se viven en el país, la discusión sobre la necesidad de contar o no con una nueva Constitución se ha hecho presente con dos posturas básicas: hay quienes piensan que se requiere revisar para hacerla más concisa y coherente, al eliminar contradicciones y excedentes que aparecen en el texto por las cerca de 700 reformas que se le han hecho.

La postura contraria sugiere la necesidad de crear una constitución apelando a que las condiciones del México actual son completamente distintas de las que existían cuando se publicó la actual Carta Magna. Posturas que se hicieron presentes durante el coloquio organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): ¿México necesita o no una nueva constitución?

Diversos especialistas han advertido que las constituciones son pactos políticos antes que instrumentos legales. Para el investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM Pedro Salazar Ugarte, los cambios constitucionales —en su mayoría— han tenido un sentido político y un objetivo práctico, por lo que se puede decir que la Constitución mexicana ha sido un instrumento útil para encauzar la vida social y política de manera relativamente institucionalizada.

Para hablar del tema en Siempre! acudimos al jurista, exdiputado federal y coordinador de la bancada del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en la Constituyente de la Ciudad de México Bernardo Bátiz; así como al investigador de la UNAM y también integrante de la bancada de Morena, Jaime Cárdenas —quienes pese a haber tenido algunos desencuentros durante las discusiones de la Asamblea Constituyente— coinciden en que el modelo neoliberal de la mano de los tecnócratas han desdibujado el concepto de la Constitución.

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Bernardo Bátiz concuerda con la idea de que hoy los preceptos de la Constitución han sido superados, pues dejó de ser una Constitución patriótica, “nuestra Carta Magna no es conservadora ni la de alto contenido social de la primera mitad del siglo XX. Tal como ha quedado con las reformas que ha sufrido la Constitución mexicana es ahora una Constitución neoliberal que dejó a un lado los principios de la economía mixta y se convirtió en un código de defensa de los grandes intereses económicos. La justicia social y la igualdad entre todos los mexicanos como un meta fueron hechas a un lado”.

“Dejó de ser una Constitución patriótica; los derechos sociales han sido suprimidos con las reformas estructurales de Peña Nieto. El de hoy es un documento distinto, si bien hace algunas décadas las reformas realizadas fueron superficiales, con la llegada de los tecnócratas se desdibujó. La reforma laboral limitó los derechos de los trabajadores, la reforma judicial —que yo llamaría más bien reforma policiaca— dio a las policías un nivel similar al ministerio público y abrió camino al uso discriminado de cateos, retenes, detenciones sin orden judicial, espionaje y otros mecanismos policiacos que limitan los derechos humanos”.

Lo más grave con la reforma energética —dice— es que entregamos nuestros principales recursos, petróleo y electricidad con los que podíamos defendernos en el mundo globalizado y de competencia inmisericorde entre las grandes fuerzas económicas: “Nos quedamos sin áreas estratégicas, las pusimos en manos de nuestros competidores, en manos de las grandes corporaciones que se adueñaron del país”.

Por su parte, Jaime Cárdenas afirma que estaría a favor de una nueva Constitución , siempre y cuando la hiciera realmente el pueblo, si se llevara a cabo un referéndum en que se preguntara si la gente quiere una nueva Constitución, “que fuera una Constitución no de elites sino popular”.

En torno a las reformas realizadas a la Constitución en los recientes años, expresa su miedo de que se cumplan los preceptos de la reforma estructural energética, o de la reforma educativa o de cualquiera de las reformas estructurales porque —señala­— son reformas regresivas contrarias a los derechos sociales que se han hecho a fin de cumplir con el modelo neoliberal impuesto por Estados Unidos por parte de la elite neoliberal que ha gobernado ese país desde los años ochenta.

“Todas las reformas estructurales aprobadas e incorporadas a la Constitución obedecen a ese esquema neoliberal impuesto por el Fondo Monetario, por la OCDE, por el gobierno norteamericano. Estamos ante una Constitución totalmente antisocial que ha olvidado los principios de la Revolución Mexicana en materia educativa, agraria, laboral; llegamos con una Constitución bastante maltrecha”.

Cómo lograr una Constitución de altura

A la pregunta expresa de Siempre! sobre de qué manera podemos lograr una Constitución a la altura de las necesidades que requiere el país, Bátiz asevera que para que una Constitución sea simultáneamente una regla de organización social y de defensa cierta de los derechos humanos, individuales y sociales, “necesitamos una revolución pacífica, derrotar en las urnas a los gobernantes actuales que sin ideologías y en forma pragmática gobiernan el país reformando las leyes a su gusto”.

“Para rehacer nuestra Carta Magna es necesario recomponer el capítulo económico, los artículos 26, 27 y 28. Volver a un funcionamiento equilibrado entre los tres sectores de la economía, privado, público y social, y reforzar los mecanismos de rectoría del Estado para que la producción y el consumo vuelvan a funcionar con justicia en beneficio de las grandes mayorías”.

Además del artículo 27, Jaime Cárdenas agrega que es necesario rescatar lo más valioso de la Constitución de Querétaro que fue el artículo 3, el derecho a la educación; el 123, el derecho al trabajo, más el principio de soberanía popular del artículo 39. “La Constitución mexicana podría resumirse en esos cuatro artículos: el 3, 27, 123 y 39 que le da la soberanía al pueblo”.

Constituyente de la CDMX, un gran avance

En torno a la idea de que la Constitución de la Ciudad de México —que se prevé será promulgada el próximo 5 de febrero y entraría en vigor el 17 de septiembre de 2018— podría convertirse en un ensayo para la conformación de una nueva Constitución, el líder de la bancada de Morena en la Constituyente considera que solo fue una oportunidad aprovechada a medias que seguramente será muy criticada pero significa un gran avance.

Dice que pese a que su formación con diputados electos y diputados designados con iguales derechos, además de injusta, fue un mecanismo para frenar los avances que la ciudad merece; sin embargo, se logró demostrar que se puede lograr algo con mecanismos jurídicos y políticos imperfectos, pero con organización y presencia popular.

“Por primer vez en el mundo se reconoció en una Constitución el derecho de los pueblos originarios a su autonomía y a la defensa de su cultura; se pudo frenar la intentona para privatizar el agua; la destrucción de la ciudad a través de la opinión de los vecinos y su derecho a oponerse frente a grandes desarrollos. Se consiguieron derechos de democracia directa y otros avances que se irán manifestando en la medida en que se conozca más y entre en vigor la Constitución de la capital de la república”.

Luego de haber sido el diputado más activo de los que redactaron la Constitución, Jaime Cárdenas descarta que para el partido de Andrés Manuel López Obrador la Constituyente se haya convertido en un ensayo, “los que hablan de ello son personas desinformadas que no lo conocen, que no han hablado con él. Andrés Manuel es un político pragmático, idealista pero pragmático, lo que quiere es que exista más igualdad en el país, que haya derechos sociales efectivos, como la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, la jubilación y la seguridad social, lo demás son puras florituras, eso de la nueva Constitución hay que dejarlo a académicos como yo”.

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