Europa

Joaquín Pérez Sánchez

Pese a la saturación de información y las injerencias propagandísticas reales en el proceso electoral holandés, la población de ese país salió a votar y una gran mayoría rechazó que la ultraderecha xenófoba se convirtiera en la única opción, ante la crisis general del sistema. Quienes creen en la posibilidad de una Europa más integrada, ganaron esta escaramuza y ahora voltean a Francia, país clave en la continuidad o no de la Unión Europea.

El pasado 15 de marzo se llevaron a cabo elecciones generales en los Países Bajos (Holanda). Acudieron a las urnas el 82 por ciento de la población apta para votar, más del ocho por ciento de la última elección. Según las encuestas, el gran favorito era el candidato del ultraderechista Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders. Sin embargo, el ganador fue el líder del Partido Liberal de Centroderecha (VDD), Mark Rutte.

El partido de Rutte obtuvo 33 escaños y el de Geert 20, ambos insuficientes para poder formar gobierno, ya que el parlamento está compuesto por 150 asientos. Por lo tanto el gobierno que se forme tendrá que salir de un pacto de por lo menos cuatro fuerzas políticas de las doce que entraron al parlamento. Hasta el cierre de este  material, todas las fuerzas políticas de centro, de derecha y de izquierda afirmaron que no pactarán con el ultraderechista Wilders.

Aunque en la prensa se destacó el triunfo de la centroderecha, en los hechos, la agrupación que más creció fue la del partido verde de izquierda (Groenlinks), que pasó de 4 a 10 escaños. Su líder, Jesse Klaver (30 años), se ha convertido en una figura muy carismática entre la juventud holandesa. Hijo de inmigrantes que comunica claramente sus objetivos. Antirracista, proeuropeo y en contra de los paraísos fiscales, son algunos de sus planteamientos políticos. Fue el candidato más votado en Ámsterdam, la capital holandesa y representa el relevo generacional.

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El hecho de que en Holanda la ultraderecha haya sido derrotada, representa para quienes creen en la integración europea una buena noticia. Sin embargo, el siguiente escenario en disputa es Francia, país clave en esa integración. Francia y Holanda comparten componentes para el análisis, pero distan mucho de ser iguales o parecidos.

Las últimas encuestas en Francia revelan, como en Holanda, una fragmentación del voto, lo cual es ya una caracterización general en muchos países europeos. En primer lugar hay doce candidatos inscritos para disputar la presidencia el próximo 23 de abril. Según un sondeo de la empresa Harris Interactive, publicado el 18 de marzo, el ex ministro de economía, Emmanuel Macron, encabeza las preferencias con el 26 por ciento, un punto por encima de la candidata, Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional.

Abajo de ellos, quedaría el ex primer ministro, Francois Fillon, por el partido liberal Los Republicanos, con un  20 por ciento de las preferencias y después, más o menos empatados en torno al 13 por ciento, los líderes de izquierda Jean-Luc Mélenchon (FI) y Benoit Hamon del Partido Socialista (PS).

De confirmarse este ejercicio, habría una segunda vuelta electoral, como ya prácticamente se considera, a realizarse el 7 de mayo. Todos los medios dan por descontado que la candidata a vencer es Le Pen. Es  interesante constatar que si la izquierda fuera unida, muy probablemente sería el aspirante a vencer.

Pero, de los números ya nadie se quiere fiar. El Centro de Estudios de la Vida Política Francesa (CEVIPOF), dio a conocer recientemente un estudio en el que se destaca que nueve de cada 10 franceses no tienen confianza en sus dirigentes y el 75% desconfía de la prensa.

Todavía faltan algunas semanas para la elección francesa y por supuesto la guerra propagandística va a arreciar. Al cierre de este material, los cinco principales candidatos (según las encuestas) se enfrentarán en un debate televisivo. Así que todavía falta un poco para ver con mayor claridad cómo se dibuja el escenario francés.

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