Regino Díaz Redondo

 “… El 1% de los ricos del mundo posee tanto dinero como el 99% restante…” El País-Semanal.

Madrid.- El buen juicio del que alardeamos se transforma en prejuicio poco después. No estamos preparados para admitirlo y lo echamos al baúl del olvido, al cubo de la basura.

Renegamos siempre y caemos en contraindicaciones. A Rodrigo Rato, ex vice presidente en el gobierno de Aznar y ex director del FMI lo acusan hoy de todos los males que en el mundo fueron.

Don José Maria, experto en soberbia, licenciado en política barata y representante, sin sueldo, de los Estados Unidos de Trump mantiene el ceño fruncido; los disparates salen de su boca a borbotones.

Barbaridades muy bárbaras, “veremos a ver”, frase descompuesta y utilizada por algunos seudo-literatos.

La foto de las Azores (con Tony Blair y George W. Bush), “me la haría mil veces”, asegura el castellano sin dejar el tono rimbombante que lo caracteriza. En años pasados su reino estuvo manchado con el bombardeo a Irak porque, dice, había bombas atómicas y químicas. Sin el permiso de la ONU, OTAN y todos los organismos supervisores que hay. Le dijeron que no y contestó que sí, sí, sí.

Brincó la barda con agilidad y las bombas cayeron a montones, mataron a miles de personas y destrozaron al entonces ex presidente de Irak, Saddam Hussein. Una hazaña encomiable de un impertérrito personaje, casi de leyenda.

Pero no se conforma: sale de vez en cuando a inventarse un buen truco y criticar a don Mariano sin apabullarlo. Está Aznar inconforme con él. Pero no del todo. Quiere más derecha, la derecha de todas las derechas que tan bien lo retrata.

El Charlot sin bigotes.

Al susodicho le sacaron los trapitos al sol. Apestaban. Usó el cargo privilegiado  y aprovechó sin medida. Más, don R.R. manejó decenas de millones de euros, quizá miles, a su libre albedrío y se forró los bolsillos.

Aún no acaba la investigación. Es un vicioso del dinero y de multiplicarlo. No se mide. Mueve efectivo de un lado a otro del planeta para engañar al que se deja. Y un buen número se dejó porque muchos obtuvieron beneficios gracias a él.

Para Rajoy no pasó nada, no habla del asunto y cuando le preguntan contesta con indirectas. Dice que “los malos acaban en la cárcel”.

Con esta frase y alguna más, se quita peso de encima y permanece mudo.

Hasta la ignominia.

El ex mandamás del FMI tuvo que renunciar a su puesto porque lo acusaron de malversación y tráfico de influencias. Por fin sabemos por qué salió de ese prestigiado organismo.

Este señor no para de lucrar, inclusive en estos momentos. Mientras tanto, hace un doble juego y gana pese a estar imputado.

Es sorprendente su habilidad para robar sin enseñar la mano ni equivocarse. El engaño perdura después de salir del gobierno.

Prometeo evita cuestionarlo pero su fidelidad al PP es sospechosa. Camina hasta los cerros de Úbeda y el Palmar de la Tía Benita.

Refranes, chistes y chismes lo envuelven. Rato no escucha. Está libre ¿hasta cuándo?.

No tienen parangón los robos cometidos por este individuo. Cuando surgía la duda su respuesta fue la misma: “es dinero de la herencia de mis antepasados”.

Resulta ser un personaje de leyenda, como diría Javier Cercas en su novela “El monarca de las sombras”, en la que hace protagonista a un don nadie. Insisto, pasea por las calles como cualquier hijo de vecino.

Ya puestos en esta tesitura, el ínclito delincuente ¿o presunto? se burla de la sociedad que le apapachó durante tantos años.

Es un ejemplo de cómo nos las gastamos por aquí.

Sin embargo, el prolífico funcionario no para; busca a su alrededor y descubre que todavía está libre. Se asusta con la posibilidad de ir a prisión. En esta situación abundan los mil-euristas que con sudor y salud son fácilmente despedidos con un “quítame estas pajas”.

Deberíamos acostumbrarnos: España invadida por ratas que disfrutan del aire puro sin pagarlo. Lo único bueno es que vamos sacando la mugre y depurando el sistema neoliberal.

La clase media y la “de abajo” lo comprenden aunque se desesperan por la lentitud de los juicios que tardan más de diez años en resolverse. Como el caso de Iñaki Urdangari cuya condena fue disminuida y salió limpio de sus múltiples fechorías.

El ex duque de Palma está refugiado en Ginebra con la obligación de firmar allí en un libro de la comisaría que le toque. La connivencia entre políticos y empresarios populares retrasa el proceso. Aún más, el marido de doña Cristina mantiene el respaldo de la Casa Real que lo retiró y seguirá afuera.

Pero le costó el título y le dieron un puntapié.

Felipe VI, cuando menos, tiene una virtud: sobriedad sin meterse en casa ajena. Pinta su raya y con doña Letizia va a Japón y, antes de febrero, será recibido en Cuba con todo y el presidente del gobierno Mariano Rajoy.

Raúl Castro se jubila después de la visita. Luego, a ver si las circunstancias lo permiten porque según quien llegue al gobierno de la isla así será la posibilidad de este trip. Irá también Rajoy para participar en la reunión que le servirá de bandera contra el multicitado “populismo”.

Primero, Prometeo ha de lidiar este año con el acoso verbal de la Izquierda y de la ultraderecha. Porque esta censura, “se codea con los comunistas”, aves “carroñosas” a las que no puede ver ni en pintura.

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