Regino Díaz Redondo

“Entro en una tienda de automóviles y me compro un Maserati.

 Voy a una tienda de electrodomésticos y lo compro todo…”

Eduardo Mendoza, Sin Noticias de Gurb

Madrid.- Los chistes que castigan tuiteros y jueces sin criterio hacen reír a carcajadas. Además, indignan.

El pos-fascismo no tiene medida. Sólo en España se permite ensalzar y conservar la imagen de Franco en calles y avenidas, una Fundación con su nombre y el Valle de los Caídos que construyó el dictadorzuelo.

Los conservadores salen en defensa de miembros del pos-franquismo sin ruborizarse.

A priori, el generalísimo, repugnantísimo, dejó su sucia huella en el camino. Lo hizo a placer por los caminos de España. Es vomitivo comprobar que el gobierno tienda la red protectora al caudillo.

La falta de ideología nazi es posible porque “hay que respetar a quien piensa distinto”, dicen los fachas. ¡Qué burla, qué pena, qué vergüenza, toparse con individuos así!.

Los españoles soportamos el hitlerismo porque tenemos flaca memoria. También, respetamos al poder que da paso al totalitarismo. Asesino y torturador.

No hay leyes contra Paco porque “la democracia respalda a quienes piensan diferente”. Lo que no hizo Franco. Es horroroso comprobar que las víctimas de ese régimen protestan “porque quieren subvenciones”, dice Rafael Hernando, portavoz del PP en el congreso.

Lo utiliza también Esperanza Aguirre, sólo que con vocabulario más inteligente. ¡La inteligencia al servicio de la ignominia!. Llevamos  39 años sin que se inmute y la derecha actual se recrea con mal humor y palabrejas contaminantes.

Los jóvenes, muchos de ellos, expresan que “no me acuerdo de aquél momento” y evaden contestar.

Los descendientes de Primo de Rivera y de Carrero Blanco, mantienen en alta la bandera con la que ellos sí insultan a nuestra sociedad.

En Alemania está penado referirse al Führer. Cualquier referencia a él ha sido eliminada en todo el territorio. Los neoliberales de Merkel no se atreven a nombrarlo ni para bien ni para mal.

Aquí, en el sur, en la península, Franco va y viene en las tertulias televisivas en los periódicos digitales y los impresos.

Joaquín Bosch, presidente de Juristas Independientes, pone a diario los puntos sobre las íes. Pero a los conservadores de la infamia, no les importa lo que dice.

Lo tienen excluido del sistema inmóvil y ningún ministro le hace caso.

Menos aún el de Justicia, que es el más proclive a esa ideología. Y lo demuestra cada vez que puede. O si puede, lo hace.

Nos resultó más papista que el Papa. En su caso está más próximo al régimen anterior.

Nos tienen otra vez en vilo. Quienes gobiernan encontraron una nueva forma de aplicar la censura; la censura a la libre expresión, la aplican a diario. Los cibernéticos, sobre todo gente conocida, censuran un fallo que no lo es.

Por ejemplo, han sancionado hasta con cárcel, a quienes utilizan al fascista Carrero, que condenó a sus anchas.

A través del Supremo o de las instituciones oficiales, aplicaron penas económicas y sociales.

Es una hitleriana forma de mantener a la mayoría que no soporta ya esas decisiones del Ejecutivo.

Profesionales del humor y de la política han sufrido por ello. Pero la revisión de sus textos es severa e imbécil. La verdad sale a reducir y afirma que “afecta al derecho internacional”.

El último episodio es triste y a la vez conmueve. Una señorita, Cassandra, militante y activista, fue condenada por las autoridades después de escribir un tuiter en el que se burla del presidente franquista cuándo ejercía como tal, con un año de cárcel y siete de inhabilitación.

¿Es la democracia?

Los funcionarios del PP, muchos honrados, no entienden que cuestionen mínimamente su política absolutista. No admiten opiniones distintas y están convencidos (o lo aparentan) de que el gobierno hace bien, muy bien las cosas.

Llevan, en resumidas cuentas, unos siete años en el poder y repiten los mismos errores. O incluyen medidas que afectan a la mayoría de los españoles.

El momento histórico pasará factura. El diálogo no es su virtud. Se encierran y caen en la soberbia, en el desatino. Nadie duda que, a veces, el gobierno haga bien las cosas. Pero tienen la osadía de descalificar al resto de las medidas que adoptan los diputados en el trasiego de sus intervenciones en el hemiciclo.

La izquierda, como siempre, no se une para tumbar leyes y refundir decretos que afectan a los españoles. Permanece estática.

Tiene el PP mucha capacidad para perjudicar a la gente. No da una, pero, si lo hace, es en su provecho personal.

Sus miembros no son tontos y algunos, como Rafael Hernando, desvarían con la izquierda.

El ataque a esta ideología abre paso al nuevo portavoz del PP, Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, que sigue en la misma línea.

Twitter Revista Siempre