El Brexit, Theresa May y Angela Merkel

Joaquín Pérez Sánchez

Finalmente, la primera ministra británica Theresa May, invocó el Artículo 50 del Tratado de Lisboa que oficializa las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Una relación tormentosa de más de cuatro décadas que supuestamente finalizará tras un período de dos años de intensas negociaciones. El proceso conocido como Brexit, conforma un escenario inestable en el que poderosos sectores políticos y económicos tratan de moldear una Europa muy dividida y minimizar opciones alternativas.

El 29 de marzo pasado, el embajador británico en la Unión Europea (UE), Tim Barrow, entregó en Bruselas, Bélgica, una carta de May que oficializa el inicio del periodo de dos años de negociaciones que deberá culminar con la salida definitiva del Reino Unido.

¿Cómo terminará esta relación? Difícil saberlo, sobre todo porque han sido 44 años de discrepancias (dinero y poder) entre ambos protagonistas. La carta de May anticipa que el proceso será muy complicado. Muchos analistas lo han calificado como la opción “dura”.

La misiva asegura que el proceso de salida es irreversible (aunque el 48 por ciento de la población no esté de acuerdo), que “vamos a tomar nuestras propias decisiones y a realizar nuestra propias leyes”. En realidad se refiere a mantener el control de su moneda, los puestos fronterizos, el control migratorio y las prebendas de la City, entre los puntos más importantes.

En lenguaje diplomático, May advierte (amenaza) que “sería un error muy costoso debilitar nuestra cooperación (…) que garantiza la protección de nuestros ciudadanos”, por lo que, entre otras cosas, su gobierno espera lograr (en lo inmediato) “un acuerdo de libre comercio audaz y ambicioso”. Es decir, podemos sentarnos a negociar nuestra salida, pero en paralelo, negociemos un acuerdo económico.

La respuesta de su contraparte la expresó claramente la canciller alemana Angela Merkel. ”Las negociaciones deben primero aclarar cómo vamos a deshacer nuestros vínculos actuales, y sólo cuando esta cuestión haya sido aclarada, podremos, espero que pronto, empezar a hablar de nuestra relación futura”. Para Merkel y sus socios de la UE, primero deben ponerse de acuerdo sobre la factura de salida (60 mil millones de euros, según calculan ellos de pagos comprometidos al presupuesto de la UE), y después se hablará de acuerdos.

Parece ser que la era Trump ha impulsado el fanfarroneo. Ni May, ni Merkel, ni ninguno de los líderes de la Unión Europea, tiene un escenario controlado para poder actuar según estos planteamientos. De hecho, la Unión Europea es duramente criticada por amplios sectores de la población, además de que dos de los países más importantes que la conforman, están en pleno proceso electoral (Francia y Alemania).

Por su parte, May enfrenta un proceso interno muy complicado con una sociedad dividida y con la intención renovada de Escocia por separarse a raíz del Brexit.

En este contexto, los medios de comunicación privilegian los argumentos de estos actores, sin duda importantes, pero también minimizan otras opciones. Por ejemplo, el movimiento paneuropeo que encabeza el exministro griego Yanis Varoufakis DIEM25, que busca agrupar a “las fuerzas progresistas” de Europa para lograr un “New Deal” para el viejo continente.

En términos generales, un nuevo tratado que se enfoque en el trabajo, la educación, la salud, la vivienda y el medio ambiente, componentes hasta ahora relegados por los privilegios económicos y financieros. Miles marcharon en Roma bajo está iniciativa cuando se celebraba el 60 aniversario de la creación de la UE, sin embargo, poca repercusión tuvo en los medios.

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