Una mirada a… su cuentística

Patricia Zama

En el mes de Juan Rulfo (1917-1986), las primeras líneas de algunos de sus cuentos:

Nos han dado la tierra

Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros…

La cuesta de las comadres

Los difuntos Torricos siempre fueron buenos amigos míos. Tal vez en Zapotlán no los quisieran pero, lo que es de mí, siempre fueron buenos amigos, hasta tantito antes de morirse…

Es que somos muy pobres

Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar…

Talpa

Natalia se metió entre los brazos de su madre y lloró largamente allí con un llanto quedito. Era un llanto aguantado por muchos días, guardado hasta ahora que regresamos a Zenzontla y vio a su madre y empezó a sentirse con ganas de consuelo…

Macario

Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció…

El Llano en llamas

“¡Viva Petronilo Flores!” El grito se vino rebotando por los paredones de las barrancas y subió hasta donde estábamos nosotros. Luego se deshizo….

¡Diles que no me maten!

—¡Diles que no me maten, Justino!, Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad… ¡

Luvina

—De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal….

Acuérdate

Paso del Norte

—Me voy lejos, padre, por eso vengo a darle el aviso.

—Y pa ónde te vas, si se puede saber?

—Me voy pal Norte.

Acuérdate de Urbano Gómez, hijo, de don Urbano, nieto de Dimas, aquel que dirigía las pastorelas y que murió recitando el “rezonga ángel maldito”, cuando la época de la influencia.

No oyes ladrar los perros

—Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte…

La herencia de Matilde Arcángel

En Corazón de María vivían, no hace mucho tiempo, un padre y un hijo conocidos como los Eremites; si acaso porque los dos se llamaban Euremios. Uno Euremio Cedillo; otro, Euremio Cedillo también, aunque no costaba ningún trabajo distinguirlos, ya que uno le sacaba al otro una ventaja de veinticinco años bien colmados.

Anacleto Morones

¡Viejas hijas del demonio! Las vi venir a todas juntas, en procesión. Vestidas de negro, sudando como mulas bajo el mero rayo del sol…

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