Regino Díaz Redondo

…”La inteligencia es una potencia necesaria…”

Francisco Seoane, Capellán de Valdelagua

Madrid.- Esperanza Aguirre abandona la política. Dimite al último cargo que tenía: la presidencia del PP en la región madrileña. Lo hizo entre lágrimas, pucheros, alicaída, derrotada, nostálgica.

Fiel a su protagonismo, llenó los medios de comunicación. El fin de su carrera inundó el panorama nacional.

Dos veces intentó tumbar a Mariano Rajoy pero no pudo. Perdió las elecciones para la alcaldía de Madrid y, como último recurso, invitó al socialista Antonio Miguel Carmona, a unirse con ella para conseguir su sueño. Afortunadamente, este señor no hizo caso.

Carmona ha demostrado en múltiples ocasiones que no conecta con los populares.

La condesa de Bornos fue ministra de Educación con Aznar, presidenta de la Comunidad de Madrid y del PP Regional.

Tuvo un perfil ideal para que se nutrieran los diarios. Siempre fue de primera plana. Se la escuchaba aunque dijera barbaridades; sus tejemanejes daban risa. Enfadaba a unos y otros. Nunca pasó desapercibida. Eso sí, jamás pasó desapercibida.

Fue portavoz del PP en la Asamblea de Madrid. Abastecía las primeras planas de los periódicos. Abandonó su carrera como funcionaria en otras dos ocasiones, pero volvió. ¿Lo hará nuevamente?

Engañó a tutiplén a la mayoría. Los periódicos, insisto, reclamaban noticia y Aguirre se la proporcionaba.

Se desvivió por aparecer en público. Era su karma, la mantenía en activo y fue siempre un referente. Conocía bien que sus exabruptos eran escuchados por los “jefes” con resabios. Periódicamente, atacaba a “funcionarios mamandurrias” que tanto abundan.

En una de sus intervenciones, Aguirre llamó “ranas” a sus dos personas más próximas: Ignacio González y Francisco Granados que están entre rejas por delitos comprobados en el manejo de dinero público para formar una posible “organización criminal”.

La dama no daba paso sin huarache; en cada una de sus declaraciones iba de la soberbia al embuste. Sus comentarios se tradujeron en axiomas imborrables.

Todo por su “amor a los madrileños” y a si misma.  Al conocer la noticia, Rajoy descansó con una sonrisa entre dientes. Otra carga menos en su mochila repleta.

Sin embargo, debe ser investigada; los jueces tienen material suficiente para condenarla porque se rodeó sin “darse cuenta”, de las presuntas prevaricaciones de esos señores.

El país está inserto en muchas triquiñuelas semejantes. Roban y siguen libres. Pero ahora, por fin, los jueces trabajan con independencia y castigan a los delincuentes.

Las sugerencias y semi-órdenes del Ejecutivo fueron cuestionadas por esta elitista mujer. En los textos de historia nacional se hablará de ella. Debe ser materia imprescindible para los alumnos.

Participó en las tramas Gürtel, Púnica, ELA y LEZO, “sin enterarse de nada”. Tampoco engaña. Los presuntos delincuentes se confesaban con Esperanza, era su habitual desgaire.

Están en la cárcel los que lo merecen y otros siguen libres burlándose de los españoles. (Rodrigo Rato, Miguel Blesa, Luis Bárcenas).

Pero la judicatura está peleándose y no pone mucha atención a este caso. Es muy posible que lo haga en un futuro próximo después de resolver los problemas que tiene en cartera.

En este sentido, las encuestas son favorables y descubren complicidades con regularidad.

Su proximidad con algunos de los posibles ladrones es notaria y evidente. Lo fue durante sus treinta y cinco años de vivir en política. Es sospechosa de lanzar puyas a diestra y siniestra. Tanto es así que le tienen miedo muchos de su partido y no la acusan.

Desde luego no tiene el apoyo del presidente del Gobierno, al que quiso derrotar.

Siempre aparece orgullosa, reflexiva, pero no es tal. Tenía previsto sus discursos y la contestación a las posibles preguntas de los reporteros. El poder la acompañó en momentos felices y en los tristes.

Sigue la lucha entre políticos y magistrados. Se dan trancazos unos a otros. No importa cuándo y a quién. Es una práctica costumbrista que tiene un largo camino por recorrer. Por ejemplo, el Fiscal jefe de Anticorrupción se aferra al poder y no quiere soltarlo, manda al infierno a quienes lo censuran. Hay quien dice que participó en arreglos ilegales. Ó sea, es víctima y victimario a la vez.

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