Durante la ejecución de los primeros tres años de la reforma constitucional de las telecomunicaciones y radiodifusión en México se produjeron relevantes abandonos o retrocesos que afectaron el futuro de grandes grupos sociales y de la construcción de otro modelo de comunicación colectivo en el país.

Frente al establecimiento de este desigual panorama comunicativo, el Estado debe entender que su función histórica central no es solo colaborar a instaurar las condiciones para que el capital pueda funcionar en todas sus fases sistémicas (producción, distribución y consumo); sino fundamentalmente su responsabilidad rectora esencial es crear las condiciones estructurales para que toda la sociedad pueda existir dentro de condiciones de equilibrio, justicia y paz social.

México, antes que ser una “región de oportunidades” para que el capital realice fácilmente los negocios de los grandes monopolios en la etapa de la globalización contemporánea, es sobre todo la edificación de un proyecto histórico de nación que tardó más de 200 años en construirse desde la Independencia, la Reforma, la Revolución y la “modernidad”, donde los individuos previamente a ser considerados como simples consumidores de productos, mercancías, servicios, e “ilusiones posmodernas” para obtener el lucro son ciudadanos con derechos constitucionales fundamentales que no puede negarle la vertiginosa “revolución moderna” de las tecnocomunicaciones, sino al contrario, reforzarlos con mayor contundencia para consolidar este largo proceso histórico de construcción civilizatoria.

En este sentido, el Estado debe comprender que el principal reto comunicativo de la nación para alcanzarse a través de la reforma en telecomunicaciones y radiodifusión, no es tener más consorcios audiovisuales de entretenimiento masivo o selectivo de naturaleza “adrenalínica”, “posmodernista”, “espectacular”, “in”, a domicilio, o nuevos “aparatos de distracción”; sino que el verdadero desafío es crear otro proceso de comunicación colectivo abierto, plural e incluyente que permita que la mayoría de la sociedad pueda expresarse en el espacio público mediático para manifestar sus intereses y necesidades de crecimiento y existencia, así como las posibles formas de soluciones respectivas.

Por ello, la sociedad debe exigirle al Estado, entre otros, los siguientes aspectos básicos en el terreno de la rectoría estatal, el papel del regulador, la declaración de preponderancia, las garantías comunicativas, la creación de otro prototipo de comunicación, etc. para avanzar en la edificación de otro prototipo de comunicación colectiva que permita alcanzar un nuevo crecimiento nacional más equilibrado:

En la esfera de la rectoría del Estado:

  1. Se requiere que el Estado recobre su función rectora en el ámbito de las comunicaciones para garantizar los derechos comunicativos de toda la población y no únicamente los intereses de la expansión del mercado empresarial oligopólico.
  2. El sector de las telecomunicaciones es estratégico para el diseño de políticas públicas que promuevan la innovación en una industria de punta tecnológica en los rubros más avanzado. Por ello, la reforma en telecomunicaciones no debe tener la connotación neoliberal de reforma estructural, sino que debe concebirse como una estrategia capaz de recuperarle al Estado-nación su facultad constitucional para intervenir eficazmente en el desarrollo económico y, en general, en las actividades fundamentales para la vida del país.

En este sentido, tiene el reto de rescatar sus capacidades para imponerse sobre los poderes fácticos y hacer prevalecer el interés público sobre cualquier interés particular, asumiendo un efectivo papel regulador para impedir la existencia de monopolios. Esto permitirá fortalecer al Estado mexicano y sentar las bases para combatir de manera eficaz la desigualdad social y alentar el crecimiento de la economía de la nación.

  1. Para que la industria de servicios de telecomunicaciones se convierta en una infraestructura que contribuya verdaderamente al desarrollo de la sociedad, debe ubicarse dentro de la óptica del México moderno que está inmerso en una nueva fase de desarrollo del capitalismo nacional, o capitalismo del conocimiento.

Dentro de esta reciente fase de crecimiento sistémico, la industria de las telecomunicaciones y la radiodifusión desempeña una función estratégica como infraestructura para la formación de un moderno ciclo interno de conocimiento para la inserción internacional en las dinámicas globales de conocimiento, específicamente, para la exportación de los servicios intensivos en conocimiento de esta nueva economía contemporánea.

jesteinou@gmail.com