La inglesa J. K. Rowling (1965) que al final de este mes celebra su 52 aniversario, es la madrina indiscutible de millones de lectores de este siglo. Su saga del mago Harry Potter inició en la lectura a quienes hoy disfrutan de las letras. Aquí las primeras líneas de Harry Potter y la piedra filosofal, que llegó a los lectores mexicanos en 2002 editada por Salamandra.
El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías […] Nuestra historia comienza cuando el señor y la señora Dursley se despertaron un martes, con un cielo cubierto de nubes grises que amenazaban tormenta. Pero nada había en aquel nublado cielo que sugiriera los acontecimientos extraños y misteriosos que poco después tendrían lugar en toda la región. El señor Dursley canturreaba mientras se ponía su corbata más sosa para ir al trabajo, y las señora Dursley parloteaba alegremente mientras instalaba al ruidoso Dudley en la silla alta.
Ninguno vio la gran lechuza parda que pasaba volando por la ventana.

A las ocho y media, el señor Dursley cogió su maletín, besó a la señora Dursley en la mejilla y trató de despedirse de Dudley con un beso, aunque no pudo, ya que el niño tenía un berrinche y estaba arrojando los cereales contra las paredes. ‘Diablillo’, dijo entre dientes el señor Dursley mientras salía de la casa. Se metió en su coche y se alejó del número 4.
Al llegar a la esquina percibió el primer indicio de que sucedía algo raro: un gato estaba mirando un plano de la ciudad. Durante un segundo, el señor Dursley no se dio cuenta de lo que había visto, pero luego volvió la cabeza para mirar otra vez. Sí, había un gato atigrado en la esquina de Privet Drive, pero no vio ningún plano. ¿En qué había estado pensando? Debía haber sido una ilusión óptica. El señor Dursley parpadeó y contempló al gato. Este le devolvió la mirada. Mientras el señor Dursley daba vuelta a la esquina y subía por la calle, observó al gato por el espejo retrovisor: en aquel momento el felino estaba leyendo el rótulo que decía “Privet Drive” (no podía ser, los gatos no saben leer los rótulos ni los planos), el señor Dursley meneó la cabeza y alejó al gato de sus pensamientos. Mientras iba a la ciudad en coche no pensó más que en los pedidos de taladros que esperaba conseguir aquel día.
Pero en las afueras ocurrió algo que apartó los taladros de su mente. Mientras esperaba en el habitual embotellamiento matutino, no pudo dejar de advertir una gran cantidad de gente vestida de forma extraña. Individuos con capa…
Novedades en la mesa
Desde el escenario de miseria y desolación de la Sicilia de 1943-1945 Curzio Malaparte (1898-1957) cuenta los horrores de la guerra en su novela La piel, catalogada en el índice de libros prohibidos del Vaticano, que circula ahora con nueva traducción, con el sello editorial de Galaxia Gutemberg.

