Para gratificar a esta deliciosa criatura,  dijo el marqués señalando a la doncella con el pulgar, te sugiero que la despidas hoy mismo.

—¿Por qué?

—Sosa en la cama

Eduardo Mendoza

Madrid.- Llevamos meses distraídos con la desgobernabilidad de Venezuela. Los medios de comunicación nacionales despliegan las noticias sobre el desbarajuste y el enfrentamiento entre el presidente Maduro y la oposición.

Pero lo hacen como si viviéramos en Caracas y quizá para ocultar algún tejemaneje de políticos y empresarios populares que ahora se dan golpes de pecho y dicen ser inocentes pese a la rabia con que robaron las arcas nacionales.

Es tal el número de noticias escandalosas y fatales sobre ese país que resulta molesto y hasta siembra la duda. Los dos principales diarios españoles cabecean: “Maduro ultima su autogolpe…” y “Maduro inicia el asalto al Parlamento…” y publican fotos de barricadas de la oposición y gritos contra Maduro al que califican de dictador.

Ocurre lo mismo en digitales y en televisión. No faltan noticias de allá en esta época estival. Suplimos bien la ausencia de investigados que son marabunta y se llevan el dinero de casa, de nuestra casa.

Estos son ladrones de cuello y puños negros, aunque intenten ponerse camisas limpias y darse golpes de pecho.

Hace unas semanas se suicidó Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, e inventor de las tarjetas black para los jefes intocables. Un fraude que resuena en los oídos como golpes de piolet. Fue un caso de conciencia.

Pero en el asunto Maduro la comunidad internacional (léase organismos mundiales) afirma estar pendiente aunque no interviene para acabar con el caos en esa nación.

Ni siquiera en Latinoamérica se dan tantos pormenores de lo que ocurre en la patria de Simón Bolívar, donde Chávez, muerto de cáncer, abrió un nuevo camino frustrado hacia la democracia y el respeto. Su sucesor, Nicolás Maduro, no tiene su carisma ni su preparación política. Quizá tampoco abunde en neuronas pero algunas virtudes tendrá.

Es tal la posición partidista de los medios contra este señor que tengo dudas. Sospecho que algo más hay atrás del enaltecimiento a los líderes opositores López y Capriles y que el problema no se resuelve porque hay un motivo central: el petróleo.

No he leído ni escuchado nada sobre si la compraventa del combustible venezolano continúa sin riesgos ni disminución. Cuando no se habla de algo es porque las cosas, por lo general, no marchan bien. Y esto es lo que me temo.

¿Sabe usted de algún percance en los puertos de esa nación a la hora de embarcar los cientos de miles de barriles petroleros?.

¿No hay sabotaje en su distribución ni se ha reducido, ni interrumpido mucho menos, el único ingreso de divisas que tiene el gobierno de don Nicolás?

Después de tanto tiempo, es curioso que nadie se haya referido al casi único medio de vida de los venezolanos.

Los principales países que mueven el pandero, como siempre ha ocurrido desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, Rusia y Estados Unidos hablan desde sus sedes pero no toman decisiones de ningún tipo aunque anuncian que podrían hacerlo.

¿Qué pasa, qué ocurre, señor Trump y don Vladimir? ¿No tienen tiempo de fijarse en tales minucias o están de acuerdo en mantener la violencia en suelo suramericano porque no les importa un muerto más o menos?

No olvidemos que Venezuela es el país que mayores reservas petrolíferas tiene en el mundo y que esto mueve los intereses de los poderosos para buscar un control mayor de dichos recursos o comprarlos a menor precio.

¿Verdad que no se han dado cuenta, ínclitos señores, de que no engañan a nadie y que permanecen impávidos porque les da la gana, en espera de obtener beneficios nunca muy claros?

No abjuran de Nicolás pero tampoco ejercen ninguna presión para destituirlo. Por lo visto, los que tienen el mundo en sus manos no quieren saber del chipote que le salió en la cabeza.

¿Pero hay imparcialidad en la información que leemos? Yo creo que no. Todavía no escucho a ningún portavoz o representante, científico o ideólogo que sea entrevistado por los periodistas españoles.

Hay que fijarse muy seriamente en que los señores López y Capriles, que mucho luchan a favor de la democracia, entran y salen de la cárcel y hacen declaraciones cuantas veces lo solicitan o les piden.

No tengo ninguna noticia de que los reporteros enviados por los medios españoles hayan buscado a gente del gobierno para saber a ciencia cierta la opinión oficial de este problema de dos.

Si es un error hay que corregirlo; si una intención, hay que acabarla. El periodismo está hecho básicamente para aquellos que procuran la parcialidad en todas sus noticias y los grandes reporteros siempre avalaron tal esquema.

Allí no se da.

Hasta hace poco, Venezuela era un referente de país rico, tranquilo, muy desigual pero donde los dineros de sus ciudadanos millonarios abrían puertas, y otras cosas, en Europa, concretamente.

Reitero: ¿no hay un solo partidario de Maduro que pueda explicar seriamente el porqué de los exabruptos de ambos bandos?

Bien sabemos que España ha recibido a miles de venezolanos con todo y sus dineros que duermen a gusto en los bancos del país. Lo que no es ningún delito pero sí una satisfacción y una seguridad para estos señores que van y vienen cuando quieren a su país y llega el caso que algunos se dicen españoles y en nombre de nosotros hablan por todos lados.

Se compagina el momento con un fenómeno que se viene dando desde hace ya varios años: la prensa influyente en España tiende a la derecha, se convierte en defensora del sistema y solo publica escándalos y latrocinios de políticos y empresarios, que bienvenidos sean. Pero no se acuerda del terrible crecimiento de la desigualdad que nos acogota.

Viene al caso una última pregunta: ¿de dónde sale el dinero que patrocina a los que se lanzan por las calles, no trabajan y viven con decoro?