“…Recordarán tu nombre…” Lorenzo Silva, escritor

 Madrid.- Antes de irse de vacaciones tenía que hacerlo por obligación política y muy a su pesar. The walking dead, todo enjuto, vestido de negro, con una tira azul de corbata, el presidente del Gobierno era el personaje de la famosa serie televisiva que arrasa en España.

    “El muerto que camina” está apropiado para Mariano Rajoy que se enfrenta a periodistas, “invitados” y gente de calderilla. Ante el atril, Prometeo habla lo menos que puede, hundido en su propia voz y serio, muy serio, como cualquier caballero del Conde de Orgaz.

    Abandonó su sillón preferido para explicar que en España hemos salido de la crisis, vivimos en pleno crecimiento todo gracias al PP que nos rescató del naufragio hace seis años.

    Según él, hemos vuelto a la bonanza y lo conseguido es un hito histórico que debe conocer pormenorizadamente la comunidad internacional. Este acontecimiento no puede quedar sólo dentro de las casas de los españoles si no que Europa ha de congratularse y felicitar al querido líder.

    Las buenas nuevas contrastan con su actitud lúgubre. Cariacontecido, cerrado en un puño, mente y pensamiento, Rajoy lleva barba negra retocada con jirones blancos bien afeitados.

    Sus facciones se aprietan y con sus ademanes, créanlo, con sus ademanes de enterrador, explica: “nunca antes se habían concebido estos avances. Somos el ejemplo, la envidia, del resto del continente y crecemos a un ritmo del 3.1% que es el mayor del mundo mundial.

    Lo tiene estudiado todo. Estadista al fin, requiere el silencio de sus oyentes y su beneplácito. A los interlocutores, ministros, periodistas, otros funcionarios públicos y achichincles, los ve desde la altura de los héroes.

    (Persisten los casos de corrupción que abundan en su partido a los que no se refirió, el empleo es precario, el 91% es  temporal, los desalojos continúan y ser mileurista en estos momentos es un triunfo, no como antes).

    Pero eso es minucia. C´est ne rien,  el fucking master of the universe, como le llama el Gran Wyoming, está convencido, plenamente satisfecho, de lo realizado por los populares. ¡Viva la macroeconomía, acabemos con los pesimistas y ninis! Siempre protestan, en todo momento encuentran peros a esta labor providencial.

    Además, contesta a las preguntas con “… yo no sé nada de contabilidades en mi partido, soy un político y a la política me dedico en tiempo completo…, y tal…”

    Desconoce a Francisco Correa “con el que quizá me he cruzado alguna vez en la Moncloa…”, pese a que éste declara que frecuentaba ese lugar a diario. Y todos lo supimos. De las tramas Gürtel y Púnica, nada. De los robos en el PP de Valencia durante veinticuatro años es totalmente ajeno, ni idea tiene que hayan ocurrido.

    El ex tesorero Luis Bárcenas, que confesó haberle entregado sobres con dinero en negro durante años, se esconde ahora y cambia de parecer. Los “papeles” que todos vimos no demuestran nada. Papeles con el nombre de Mariano Rajoy. Pero eso fue ayer.

    ¿Sabe don Mariano que un 13% de la población está en el umbral de la pobreza y que un millón de españoles se han marchado porque no encuentran trabajo? Y, ¿que una cantidad de extranjeros volvieron a sus países porque aquí se quedaron a la luna de Valencia?

    Tal parece que no.

    Lo que voy a informarle, amigo lector, es algo que en su momento fue puesto en tela de duda pero está comprobado totalmente en las redes sociales donde circulan videos producto de mentes insanas:

    Créaselo, el Partido Popular equipara su “triunfo” a la llegada del hombre a la Luna, la caída del Muro del Berlín, el fin de la Segunda Guerra Mundial, el descubrimiento de América y las genialidades de Picasso. No le miento, así está en las redes que inundaron las pequeñas pantallas en este país que ya no sabe para dónde mirar. Es verdad porque lo vemos pero, ¿quiénes lo habrán elaborado?.

    Desde luego nadie normal ni sensato Todo indica que tales atributos no abundan mucho por estos lares.

    Debe, por tanto, rescatarse todo para que conste en los libros de texto escolares y los muchachos conozcan la “epopeya”. Efectivamente los videos que circulan o circularon salieron de la fábrica de ese partido.

    Hay que agradecer que no se haya comparado este acontecimiento con el alzamiento militar del 36 pero sí con los Juegos Olímpicos que encabezó el príncipe Felipe en Barcelona 92.

    Tamaño desequilibrio me hace dudar de la salud mental de sus progenitores y de cómo los políticos del neoliberalismo clásico no se miden, ni siquiera se acercan a un sentido común mínimo.

    Cuesta admitirlo pero con estos equívocos sí hemos sentado un precedente en la historia de Europa.