¿Cómo renegociar cultura y comunicaciones dentro del NAFTA?/II-VIII
Derivado de la implementación de las políticas neoliberales en el nuevo proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá en el año 2017, nuevamente se consideró la protección de múltiples aspectos del funcionamiento macro social, excepto la situación de la cultura y las comunicaciones electrónicas. Así, dichas realidades fueron incorporadas de forma transversal, pero no se introdujeron directamente en un capítulo específico de renegociación trilateral para ser defendidas al mismo nivel que fueron contempladas la protección de la energía, la industria automotriz, el agro, los procesos aduaneros, la competencia, la integración de cadenas de valor, el mercado electrónico, las medidas fitosanitarias, la solución de controversias, etc., sino que se permitió que estas dos realidades quedaran definidas por las reglas del mercado que impusieron otras ramas de la economía global.
En este sentido, a diferencia del claro posicionamiento del interés nacional del Estado mexicano para amparar diversas áreas del funcionamiento económico-comercial-tecnológico de la sociedad, la definición del beneficio nacional en el ámbito de la cultura y la comunicación, una vez más, quedó subordinado a la dinámica del proceso de reproducción del capital, vía la realización de nuevos businesses; y no como actividades repensadas para el establecimiento de mejores bases civilizatorias para construir colectividades más civilizadas.
Con la instrumentación de esta política se profundizará el reforzamiento de las grandes desviaciones estructurales que se dieron en el pasado en este ámbito en las dos primeras fases de existencia del TLC y se agregarán otros nuevos fenómenos que ocasionarán nuevas delicadas repercusiones para la estabilidad de la atmósfera cultural de la república. De esta forma, las viejas tendencias superestructurales que se sufrieron en las dos décadas anteriores de instrumentación del NAFTA se volverán a reproducir en igual o mayor intensidad.
De allí la enorme importancia de que el Estado mexicano revise a fondo la situación del capítulo de la cultura y las comunicaciones en el funcionamiento de este nuevo acuerdo, pues después de 23 años de aplicación de las reglas del TLC para “modernizarnos” a finales del siglo XX y principios del XXI en este terreno, permitió que se aplicaran las reglas del “mercado salvaje”, que ocasionaron severas consecuencias trascendentes para el equilibrio de la sociedad mexicana. Por ello, ahora es necesario adelantar algunos pronósticos sobre lo que se podría desencadenar sobre el país al autorizar nuevamente que el funcionamiento de la cultura y las comunicaciones queden operando fundamentalmente bajo la dinámica de las “reglas del mercado” del NAFTA como factores para la acumulación de capital, sin incorporar políticas trilaterales rectoras y niveladoras sobre dichas realidades superestructurales que permitan que estas sean utilizadas como instrumentos para el fortalecimiento civilizatorio de la nación.