Las operaciones contra la delincuencia en la Ciudad de México se habían reducido a ciertas detenciones y cateos. Sin embargo, todo ha dado un giro. El 27 de julio, un operativo de la Marina para arrestar al líder del cartel de Tláhuac, derivó en un tiroteo y la muerte de ocho supuestos delincuentes, entre ellos Felipe de Jesús Pérez Luna apodado el Ojos.

Los acontecimientos de Tláhuac han abierto diversas incógnitas respecto a si hay o no delincuencia organizada en la capital y sobre qué autoridad tiene mayor responsabilidad. Para el periodista Héctor de Mauleón la problemática que se vive en la capital por la presencia de grupos delictivos va más allá de la discusión de si existen o no carteles, “radica en la forma en que un sistema fue creado para obtener dinero informal, o dinero no fiscalizado”.

Asevera que los niveles de delincuencia son provocados por una corrupción sin límite que ha permitido que existan organizaciones criminales que en diversas demarcaciones están cobrando derecho de piso en bares, antros y amedrentan a la población. “Es una sombra que se fue metiendo a la ciudad sin que la viéramos. Al agitar al monstruo, no concebimos su verdadera magnitud”.

Considera que en particular el caso de Tláhuac es un escándalo, pues es “el Iguala de la ciudad. Rigoberto Salgado es el Abarca. El cartel de Tláhuac se ha convertido en el equivalente a los Guerreros Unidos. Al comparar ambos casos, se pueden encontrar situaciones muy parecidas”.

“Se habla de jóvenes desaparecidos, la policía fue infiltrada totalmente por una organización criminal que, incluso, llegó a colocar a familiares en puntos clave de la delegación. El grupo criminal comenzó a actuar como el verdadero patrón o dueño de las calles. Es lo que había pasado precisamente con los Guerreros Unidos en Iguala”.

Cartel Tláhuac y La Unión Tepito, parte de una cadena

Explica que organizaciones como el cartel de Tláhuac o como La Unión Tepito son grupos locales, muy grandes, poderosos. Con mucho dinero, gente y control que tienen la capacidad de surtir la segunda ciudad más poblada del mundo. Sin embargo, están al servicio de organizaciones como el cartel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación o el cartel del Pacífico.

Esta cadena —precisa— va de la CDMX al puerto de Acapulco, atravesando las principales ciudades y los principales lugares de Morelos y Guerrero que hay en el camino, “es justamente a lo largo de toda esa cadena, donde se han presentado situaciones de violencia desmedida”.

La ilegalidad se salió de control 

Al referirse al vínculo entre las autoridades y el crimen organizado, el escritor señala que pese a que la ilegalidad siempre ha estado presente, hoy se salió de control. “El problema se dejó crecer durante años. Las autoridades, tanto delegacionales como del gobierno capitalino, han hecho de la ilegalidad un modo de extracción de recursos”.

“A través del ambulantaje, de las organizaciones de invasores de predios, de los taxis y mototaxis pirata, la autorización de giros negros, restaurantes, bares, etcétera, obtienen recursos que al no ser fiscalizados les han permitido hacer fortunas”.

Dice que esta manera perversa de ejercer el poder es la que fue generando que hubiera organizaciones criminales que se fueron infiltrando sin que nadie se opusiera, “comenzaron a crecer y a ganar cada vez más espacios. Fue lo que pasó en Tláhuac, donde una organización criminal acabó apoderándose prácticamente de todo”.

De Mauleón asegura que las investigaciones hechas respecto al cartel de Tláhuac revelan que existe una infiltración tanto en mandos de la Procuraduría Federal de Justicia de la Ciudad de México como de la Secretaría de Seguridad Pública, además de en los principales cargos de la misma delegación.

Los familiares del Ojos eran quienes rodeaban al jefe delegacional y quienes —según Salgado Vázquez— fueron contratados de buena fe, pues en la delegación no se fijan en los antecedentes, ni procedencia de sus empleados, lo que para De Mauleón es algo inadmisible. “Todo indica que tuvo que pagar ofreciendo o dando empleo a quienes financiaron su campaña o con quienes hizo un pacto que todavía ignoramos”.

¿Una ciudad secuestrada? 

El periodista considera que más que secuestrada —como en su momento estuvo Iguala por los Guerreros Unidos— hay indicios de un crecimiento alarmante de las organizaciones criminales. En el caso de Tláhuac, son organizaciones que se han desbordado al grado de tener que intervenir la Marina ante el nivel de infiltración y cobijo que daban las mismas autoridades.

Pese a decir que no hay un secuestro, De Mauleón subraya que existe una percepción de inseguridad que se debe a los altos índices delictivos que se han registrado en las últimas dos décadas, “esto es reflejo de una incapacidad de las autoridades por frenar la problemática y una excesiva corrupción”.

“Más allá de que tenga que ver con algún partido político, con colores o con personas en específico, destapa una crisis en un sistema que está hecho para robar y obtener dinero. El aceite de la corrupción es lo que tiene a la ciudad postrada de esta manera”.

Tras señalar que no sabe qué tan verosímil sean las amenazas que ha recibido, De Mauleón comenta que al igual que él, hay otros tres periodistas que han recibido mensajes de advertencia, pero más allá de las amenazas dice que lo que llama la atención es lo evidente por intentar callar lo que se está publicando sobre esta delegación que gobierna Morena.

Ahora —asegura— se debe esperar a que se den a conocer los vínculos de esta organización, entre los que podrían estar funcionarios de la delegación, mandos de la Procuraduría y de la Secretaría de Seguridad Pública, y que pueden ser ubicados en la agenda del teléfono que se encontró junto con dinero, marihuana, drogas sintéticas, listas de pagos, el registro minucioso de diversas operaciones del cartel de Tláhuac, cuando fue abatido su líder.

@emma_iza

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