Hace casi doscientos años que nació León Tolstoi un 9 de septiembre de 1828. Su relato “La muerte de Iván Ilich”, publicado por primera vez en 1886, sigue siendo una de las mejores visiones totalizadoras de la vida y de la muerte. Aquí las primeras líneas:
Durante la suspensión de las audiencias del asunto de los Melvinsky, en el gran edificio del Palacio de Justicia, los jueces y el procurador se reunieron en el gabinete de Iván Yegórovich Shebek, y la conversación recayó sobre el célebre asunto Krasovsky. Fedor Vasilievich se acaloraba demostrando la incompetencia de un tribunal, que Iván Yegórovich negaba; Piotr Ivánovich, sin haber tomado parte en la discusión, repasaba los periódicos que acababan de llevar.
—Señores —dijo súbitamente—. Ha muerto Iván Ilich.
—¿Es posible?
—Lea usted la noticia —agregó, tendiendo a Fedor Vasilievich el número recién impreso, que olía a tinta fresca…
Iván Ilich era el colega de aquellos señores, y todos le apreciaban mucho. Llevaba enfermo algunas semanas; se decía que su enfermedad era incurable. La muerte de aquel hombre dejaba una plaza vacante, y esto hizo que todos pensaran en posibles combinaciones: Alexéiev podía ser nombrado en su remplazo; el puesto de Alexéiev sería ocupado entonces por Vínnikov o por Shtabel. Por consiguiente, el pensamiento de todos, al recibir la noticia de la muerte de Iván Ilich, se fijaba especialmente en la importancia que podría tener aquella muerte para el ascenso de los interlocutores o de sus conocidos.
Con seguridad que ahora ocuparé el puesto de Shtabel o el de Vínnikov —pensaba Fedor Vasilievich…
Menester será solicitar el traslado de mi cuñado de Kaluga —pensó Piotr Ivánovich—, y mi mujer quedará satisfecha. No podrá decir que no hago nada por sus parientes.
—Con razón pensaba yo que no se levantaría —dijo en voz alta Piotr Ivánovich—. Es una lástima…
—¿Acaso tenía fortuna?
—Parece que tenía muy poca cosa, era la mujer la que tenía algo, pero insignificante.
—Será preciso ir…
Sin contar las reflexiones sobre nombramientos y cambios en el servicio que debía causar el fallecimiento de aquel hombre, el fenómeno de la muerte de un ser conocido provocó, según ocurre siempre, en cuantos recibieron la noticia en el Palacio, un sentimiento de alegría, la alegría que causa saber que “el muerto era él”, no ellos. “Bueno, hele muerto, mientras que yo vivo aún” —pensábase o se sentía. Los íntimos, los titulados amigos de Iván Ilich pensaban, además, que se verían obligados a cumplir fastidiosísimos deberes de conveniencia: asistir a la misa de réquiem, hacer una visita de pésame a la viuda, etcétera, etcétera.
Novedades en la mesa
El italiano Roberto Saviano vive amenazado por la camorra desde 2006, al publicarse su novela Gomorra acerca de la camorra italiana. A las mesas de novedades ha llegado la nueva novela de este aturo, La banda de los niños (Anagrama), que denuncia la vida de quienes crecen en un entorno criminal.