¿Cómo renegociar cultura y comunicaciones dentro del NAFTA?/IV-VIII

Debido a las prioridades que ha seguido el gobierno federal en el proceso de nueva renegociación del NAFTA entre México, Estados Unidos y Canadá, se provocarán fuertes consecuencias culturales y comunicativas para la futura evolución de la sociedad mexicana. Esto ocasionado porque dicha dinámica le otorgó preponderancia a la lógica economicista y comercial, y no a la racionalidad de la planificación cultural estratégica del Estado para generar un crecimiento equilibrado de la nación en este rubro.

Así, en un segundo nivel, todos aquellos rubros que no quedaron formalmente incluidos en el acuerdo trinacional, también serán afectados de manera indirecta por las leyes del mercado al no quedar protegidos por el Estado. Esto creará entre otras, las siguientes serias repercusiones indirectas en las esferas culturales y comunicativas del país:

3.- Se acentuará el retiro creciente del Estado mexicano como instancia rectora de los procesos de cultura y comunicación nacionales, para delegar sustantivamente su dirección a la dinámica del mercado bajo el simple mecanismo de acción de la oferta y la demanda informativa. Así, la rectoría del Estado en el campo de la conciencia de lo público quedará progresivamente sustituida por la intervención de las leyes del mercado con su mano invisible de regulación natural, que no es otra realidad que la acción de la garra invisible de los intereses de los grandes monopolios de la difusión sobre los procesos de la cultura, la conciencia colectiva, la identidad y el espíritu nacional.

4.- Esta propensión reforzará el funcionamiento de la dinámica del laissez faire informativo en el terreno comunicativo o cultural o, lo que es lo mismo, asumir la mentalidad de que ¡lo que no deja dinero a escala cultural, no sirve! Directrices que, llevadas a sus últimas consecuencias, en la práctica real, provocarán que en lugar de fortalecerse nuestra cultura nacional en este “moderno” periodo de globalización, esta flexibilice y erosione más sus valores primigenios para incorporarnos “eficazmente” como núcleos humanos y sin restricción alguna a la nueva estructura de “eficiencia”, “competencia” “modernidad”, “deseos”, “consumo” y concentración de los mercados mundiales.

5.- Para adecuar el espacio cultural de la sociedad mexicana a las nuevas necesidades del mercado que planteó el TLC, se alterará más concepción tradicional de la naturaleza de la actividad comunicativa que antes la comprendía débilmente como un producto social y girará, con gran velocidad, a entenderla, cada vez más, como una simple mercancía extra que debe estar regida por los principios de la oferta y la demanda mercantil y no por otras lógicas sociales, como la del servicio público, los derechos humanos o las garantías comunicativas de los ciudadanos. A través de ello, el proceso de la comunicación se convertirá ascendentemente en un factor clave del engrane económico y no en un elemento útil para la transformación de las cerebralidades colectivas, con el fin de encarar los conflictos que impiden el desarrollo de la república.

6.- Los procesos de comunicación se asimilarán crecientemente como instrumentos aceleradores del proceso de “realización del capital” y no como herramientas para la elevación de la conciencia social y el cambio de comportamientos colectivos con el fin de resolver los grandes problemas del crecimiento nacional. Esto contribuirá a producir una nueva valoración estratégica comercial del campo de las telecomunicaciones, del Internet, de la radiodifusión y de la industria audiovisual como piezas de engrane del sistema económico que reforzará la lucha nacional por la concentración privatizada de las cadenas de difusión sin ningún precedente histórico en el país.

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