En pleno proceso contradictorio de la globalización, entre cambios climáticos, terrorismo y permanente crisis del sistema económico, en el seno de las sociedades occidentales, también se advierten nuevas formas de interacción social. Así, por ejemplo, ya se especula sobre la irrupción de las nuevas generaciones en los sistemas de poder y, aunque siempre se habla desde una perspectiva capitalista, no deja de ser inquietante el cómo se vislumbra el futuro inmediato.

Artículos de análisis, opiniones variadas de expertos o simples puntos de vista de gente común, señalan los cambios evidentes en los procesos de formación de los jóvenes que han nacido en la llamada era digital. La generación Z se ha dado por llamar a las personas nacidas entre 1994 y 2010 (aunque las clasificaciones pueden variar). Se le considera distintos de otro grupo de jóvenes, los millennials (nacidos entre 1981 y 1995), considerados los primeros nativos digitales y que ahora en plena juventud, disputan los espacios de poder de las viejas generaciones.

Los millennials, en términos generales han sido considerados en algunas sociedades del primer mundo, como la generación “más preparada”, pero también la que más niveles de desempleo afronta, miles están endeudados por los “créditos escolares”, un gran porcentaje vive en casa de sus padres porque o no tiene trabajo o es mal remunerado. Un gran porcentaje no le interesa la política, ni las convenciones sociales o tradicionales que vivieron o les inculcaron sus padres, es decir ni matrimonio, ni patrioterismo. Para algunos, “la generación perdida”.

Sin embargo, muchos de estos “millennials”, son los votantes de las candidaturas de izquierda en el primer mundo (Bernie Sanders, Jeremy Corbyn o Jean-Luc Mélenchon), jóvenes que también impulsan la lucha en favor del cuidado del medio ambiente, el fin de las guerras, el respeto a los derechos de los refugiados, entre otras políticas humanitarias. Es decir, es la generación que le está disputando en las calles y en las redes sociales, el poder a las élites tradicionales.

Pues bien, la generación Z, representa el futuro de la más novedosa generación digital. Son los niños y jóvenes que han crecido en plena crisis global del capitalismo, con escenarios de terrorismo global, con evidente cambio climático (por más que se busque negarlo) y en plena degradación de la democracia. La característica principal, es que es una generación digital, que vive procesos de formación más rápidos. Estos jóvenes, según pronostica la consultora Deloitte, representará el 75 por ciento de la fuerza laboral en el 2025.

Muy esquemáticamente se caracteriza a esta generación como pegada al internet y a las nuevas tecnologías, con una tablet o un smartphone, es decir que centran sus procesos de crecimiento y desarrollo en la tecnología. Si su generación anterior es considerada, “la mejor preparada”, la nueva generación tendería a rebasarla (sobre todo en el primer mundo). Niños y niñas multilingues (ya no basta el inglés), con habilidades tecnológicas, sobre todo en Inteligencia Artificial, con mayor madurez y autosuficiencia. ¿Puede ser? Porqué no.

El presidente ruso, Vladimir Putin, lo dijo claramente el pasado primero de septiembre en su discurso televisivo a los niños rusos que iniciaron un nuevo ciclo escolar: “la inteligencia artificial es el futuro, no sólo de Rusia, sino de toda la humanidad”. “Quien lidere esta esfera gobernará el mundo”. Rusia, China y Estados Unidos, junto con Europa y Japón, encabezan el desarrollo de esa tecnología y relegan al resto del mundo. Corresponde a las nuevas generaciones que ahora buscan alternativas a un sistema mundial en descomposición, cambiar los fundamentos de esta civilización. Y depende de nosotros ayudar a que esa nueva generación de jóvenes digitales, no cometa los mismos errores que nosotros. Educar sigue siendo el reto.